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Nueve de Julio
sábado, octubre 12, 2024

Comienza el Otoño SOL DE OTOÑO

crosacarlosPor Carlos Crosa.

Ella venía de algún poblado vecino a estudiar magisterio. Nunca dejó de mirarme.
Mis intentos lograron nada más, que empezáramos a saludarnos, y la intuición de que, de invitarla a danzar en los bailes, se negaría.
En la fiesta de graduación tuve la primera y única oportunidad de bailar con ella, sin que hubiera ya inquietud alguna en mí. El tiempo transcurrido y mi indiferencia trabajosamente lograda habían agotado ese devaneo.
Me contó al ritmo del vals, que volvía a su localidad natal a trabajar como maestra. Tan poco había indagado sobre ella para no delatar mi apasionamiento, que recién en ese momento supe de qué pueblito provenía.
Jamás volvería a verla, como no fuera evocando aquellos veranos en que ella regresaba al campo y la extrañaba hasta la desesperación.
Como el colegio funcionaba en dos edificios separados calle por medio, no podía verla durante la formación de cada reinicio escolar, dejándome eso un recuerdo marcado del paseo en el atardecer, luego de la clase inaugural.
Aún siento en la piel aquella brisa de otoño, cuando, temiendo que durante el verano le hubiera acontecido algo que la obligara a dejar de estudiar, caminaba ansioso en pos de mi reencuentro con su mirada.
Cuando eso ocurría por fin, creía ver en ella la satisfacción de quién necesita comprobar, volviendo de alguna ausencia, que todo está como lo dejó.
Desde entonces el otoño, para mí, remite a un paseo vespertino por una calle poblada de gente, donde el recuerdo de un amor imposible moldea en mi alma una dulce nostalgia.

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