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viernes, abril 26, 2024

Héctor Bustos Fernández. El artista oculto

HECTOR BUSTOS FERNANDEZPor Héctor José Iaconis.

*  Aunque nacido en 25 de Mayo, y vinculado a la ciudad de Mercedes, su trayectoria se encuentra ligada a la historia de nuestra ciudad.
* Hombre de espíritu inquieto, con sólido imperativo hacia el cultivo del intelecto, desde relativamente joven comenzó a explorar en las artes plásticas.
* Interesado por la investigación en la teoría del arte, por así llamarla, compuso varios artículos y estudios breves, algunos de ellos publicados.
* Como profesional, dedicado a la odontología, también demostró su amplio sentido de humanidad hacia sus pacientes.
* Como artista incursionó, esencialmente, en la pintura y la talla.

Todavía nos parece verle caminar por las calles de 9 de Julio, con su paso por veces lento o por veces apurado; o de pie en el umbral de la puerta de acceso a su casa, en la calle Cavallari; o en el consultorio, con sus anteojos de lectura siempre dispuestos en el rostro.
Si mirar fijo y penetrante podía inquietar a quien no le conociera; pero, todos sabíamos que no se trataba de una persona intimidante, sino más bien un espíritu selecto que vivía en la rica y productiva bohemia.
Sus amigos podrían afirmar la dimensión de su persona, su nobleza, y los muchos gestos de generosidad que solía demostrar. Como profesional no buscaba el rédito pecuniario, sino más bien, brindar el servicio a sus pacientes de la forma más procedente y efectiva.

Fragmento de la última cena
HECTOR BUSTOS FERNÁNDEZ… Aún nos parece contemplarse con mirada curiosa, como quien se acerca a aquel que esconde en su persona algún misterio… En realidad, nada había de misterio, todo era límpido en ese hombre que se hallaba en una permanente búsqueda, en una continua exploración de cuanto atrapaba a sus sentidos, especialmente en materia artística.
Había nacido en Chivilcoy, el 11 de mayo de 1910, hijo de Ricardo Bustos Fernández e Irene Báncora.
Sus estudios universitarios los cursó en la Facultad de Odontología de la Universidad de Córdoba. Poco tiempo después de graduarse, estableció su domicilio en la ciudad de 9 de Julio, donde contaba algunas relaciones, instalando el consultorio que atendió por lapso de varias décadas.
Además, a la labor particular debió compartirla con el servicio odontológico que brindaba en la antigua Asistencia Pública.
En 9 de Julio también ejerció en la docencia. Fue en el Colegio Cavallari donde dictó clases de Física.

LA VOCACIÓN ARTÍSTICA
Siendo aún niño comenzó a incursionar en la plástica. Entonces, con una cortaplumas había confeccionado una talla en madera, donde podía observarse el llamado que experimentaba, tempranamente, hacia una de las disciplinas artísticas que más le sedujo.
Habiendo incursionado en el arte, se destacó en la pintura, el colage y la talla; temáticas que, asimismo, fueron objetos de algunos estudios breves preparados para la prensa. Es oportuno citar, en este sentido, sus textos técnicos, publicados en revistas culturales y artísticas de la época, tales como «Caballete».
La edición de su breve estudio «Verdad y mentira sobre el arte abstracto», demuestra el interés del artista por analizar, con fina erudición, aspectos de la teoría del arte.
En una carta dirigida a su amigo el crítico de arte Cordoba Irutburu, explicaba parte de su pensamiento:
«Estoy lleno de inquietudes pero lo que más me dominan son los sinsabores. Machacando estoy hace largo tiempo en lo teórico y práctico del arte. Y manifestaciones hay que me llenan de esplendor y otras de amargura… No es cuestión de polémica, ni entrar en cuestiones y sobre todo sin discusiones admitir que si se hace arte figurativo, no figurativo, con expresión, con surrealidad, en pintura acción, concreta, geométrica, científica, etc. Si no hay arte nada vale. No es cuestión de copiar una fórmula, ni apegarse a una técnica por más variaciones que se usen para disimular. El arte es auténtico, sale del imprevisto (a través del tiempo) u es más o menos fuerte (a través de su sensibilidad)».
«La persistencia en el arte, -prosigue- en dos sentidos, perfeccionando su técnica o buscando o encontrando nuevas técnicas es lo que personifica al artista…»

EXPOSICIONES
A lo largo de su vida ofreció varias exhibiciones de su producción artística. Más aún, sus cuadros obtuvieron premios en exposiciones importantes, realizadas en países tales como Israel.
Una de sus primeras muestras, puede afirmarse, tuvo lugar en 9 de Julio, con ocasión de la celebración del 146º aniversario de la Revolución de Mayo. En efecto, el 25 de mayo de 1956, la Federación Cultural de 9 de Julio organizó en el Salón Blanco de la Municipalidad una exposición de las obras de Clotilde Berni y Héctor Bustos Fernández.
En una parte del programa, publicado entonces, se hace referencia a los trabajos de Bustos, de la forma siguiente: «Cumpliendo el mandato de sus inquietudes y dando forma y expresión a sus años de estudio, Bustos Fernández expone en una profusa variedad de color; en armónica conjunción, distintas facetas del mundo poético, donde busca dar una reseña de distintos métodos y escuelas».
Entre sus muestras más significativas -además de las efectuadas en la ciudad de 9 de Julio- se encuentran las realizadas en Galería «Pizarro» de Buenos Aires, en junio de 1956, donde expuso sus máscaras; en Galería «Huemul», en la misma capital, hacia 1958; en el Teatro «Fray Moncho», en Buenos Aires, a mediados de 1960; en «Casa América», primero junto a Marith Gilardi (1962) y luego junto a Barbieri y Vallini (1963), entre otras.
Tras su fallecimiento, sus obras fueron donadas al Museo local donde permanecen expuestas. Además, en el año 2012, en el marco de los denominados «Sábados Culturales», fueron mostradas en una exposición realizada en el Salón Blanco de la Municipalidad.

«MANDINGA EN LA SIERRA»
Entre los muchos emprendimientos culturales en los que se le contó, cabe mencionarse su cercanía al Ateneo Juvenil Nuevejuliense, que funcionaba en nuestra ciudad hacia comienzos de la década de 1960. Fueron los del grupo teatral vocacional «Samay-Huasi», surgido a instancia de ese ateneo, y entre los cuales se hallaba Bustos Fernández, quienes llevaron a las tablas del Cine Teatro Rossini, la obra «Mandinga en la Sierra», el lunes 23 de julio de 1962.
Por entonces, el grupo lo integraban María Luz Amato, Marta Torrens, Carlos Ruiz, Alicia Tapia, Miguel Angel Quesada, Mabel Carignano, Clotilde Rivera, Martín Elordi, Alberto Martorell, Omar Carignano, Alberto Cosentino, Juan Carlos Martínez, Mario Canevari, Raúl Passerini, Graciela Miranda, Alicia Cascallar, Mabel Parra, Catalina Torres, Carlos Lanieri, Ricardo Segovia y Adolfo Choy. La dirección de esta obra estaba a cargo de Elina Lidia Maldonado y de Marta S. Rojas; la iluminación y los efectos especiales corrían por cuenta de Ezequiel Santoro y Néstor Osvaldo Aldás, respectivamente.
A Héctor Bustos Fernández le cupo la tarea de efectuar el maquillaje, así como la construcción de la escenografía. Para esta última se vio asistido por Raúl Passerini.
«Mandinga en la Sierra» era una comedia en cuatro actos, ambientada en la Sierra Grande de Córdoba y estrenada por primera vez en el Teatro Nacional de Comedias de Buenos Aires. Sus autores eran Arturo Lorusso y Rafael José De Rosa.

PALABRAS FINALES
Héctor Bustos Fernández falleció en 9 de Julio, el 24 de julio de 1992 y sus restos descansan, en nuestros días, en la necrópolis de  Chivilcoy.El artista es un héroe, acude a la llamada de la vocación artística que puede abarcar la música, la danza, el teatro, la escritura o la pintura, entre otras artes y, todo ello para emprender un viaje incierto, cargado de éxitos y fracasos, sin saber nunca hacia qué lado se va a inclinar la balanza del destino, la suerte, el azar o sencillamente, la casualidad de estar en el lugar y el momento preciso. Un viaje fantástico y emocionante que tiene sus propios elegidos. El artista no elige si no que es la vocación la que le elige a él; ignora el por qué, pero sabe que su que hacer está en el ser, en dar y sacar la expresión más profunda de su alma al mundo. Frederich Buechner ha definido la vocación como «el lugar donde la alegría profunda (del artista) satisface la necesidad profunda del mundo”. En efecto, asintiendo a la idea planteada por la artista Sara Ballesteros, la vocación del artista parte de la profunda expresión del alma y estos se corresponde plenamente con la trayectoria de Bustos Fernández.
El artista tiene la responsabilidad y el compromiso de no desperdiciar ese talento de quien percibe en sí mismo ese linaje de luz divina, sublime y poderosa que es la vocación artística.
La correspondencia, cartas y esquelas de variada extensión, escritas por Bustos Fernan-dez, conservada en parte en el Archivo y Museo Histórico «General Julio de Vedia» de esta ciudad, permiten redescubrir el vigor de una voluntad distinguida, de una vocación genuina, y de un alma dotada de integridad.

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