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Nueve de Julio
jueves, abril 25, 2024

Fue abierta la Puerta Santa en la Catedral

En la tarde del sábado último, en la Catedral “Santo Domingo de Guzmán” tuvo lugar una importante celebración con magnitud diocesana. En efecto, se trató de la apertura de la Puerta Santa de la Catedral de 9 de Julio, bendecida y consagrada en el marco del inicio del Año Santo de la Misericordia convocado para toda la Iglesia por el Papa Francisco. Asimismo, esta constituyó también una de las primeras actividades del prelado a poco de haber iniciado su labor pastoral en la Diócesis como Obispo residencial.
La jornada del sábado se inició con una reunión de todo el clero diocesano con el flamante Obispo, monseñor Ariel Torrado Mosconi, en la quinta de Nuestra Señora de la Esperanza. Allí los sacerdotes que asistieron comenzaron con una celebración de la misericordia guiada por el padre Luis Diehl, en la cual se los invitó a hacer un examen de conciencia desde la Palabra de Dios, para luego trabajar sobre un proyecto para este Año Santo de un Seminario de la Misericordia.
Promediando la tarde, en el Colegio Marianista “San Agustín”, tuvo lugar otra celebración, esta vez abierta a todos los fieles, tanto de la ciudad como de otros puntos de la Diócesis de 9 de Julio que se hicieron presente para esta jornada. En primer lugar, se confesaron los sacerdotes y luego cientos de fieles. Desde el Colegio “San Agustín”, el Obispo acompañado por los sacerdotes y por la feligresía, se dirigieron hasta la intersección de Tomás Consentino y San Martín desde donde partió una procesión que se dirigió hasta el templo catedralicio.
Frente a la Puerta Santa, ubicada hacia la izquierda de la portada principal, el Obispo diocesano, acompañado también por el Obispo emérito, monseñor Martín de Elizalde, invitó a los fieles a ingresar por ella para obtener la misericordia y el perdón, y abriendo la misma ingresó él en primer lugar.

LA HOMILIA
En el interior del templo fue celebrada la Santa Misa. Al momento de la homilía, monseñor Torrado Mosconi explicó que “la puerta abierta es todo un signo; es una invitación a entrar”.
“Por eso –añadió- me dio un gran  gozo que mi primer gesto pastoral sea abrir la puerta; porque quiero que todos en nuestra diócesis se sientan invitados a ingresar a la Iglesia y a encontrarse con el corazón misericordioso de Dios. Deseo que todos puedan experimentar que tienen su lugar en la Iglesia, que nadie por ninguna razón se sienta excluido, discriminado, marginado. Pero la puerta abierta, como ya he insistido varias veces, también es una invitación a que seamos una Iglesia en salida, una Iglesia misionera que sale a las periferias geográficas y existenciales. Que no se queda cómodamente instalada en la indiferencia sino que se conmueve y sale a buscar a los que están lejos”.
El Obispo refirió que “esta puerta es muy particular; se trata de la puerta de la misericordia”. Al mismo tiempo recordó que “la palabra misericordia remite a dos realidades: al corazón y la miseria”.
“Se trata –agregó- del corazón de Dios que se conmueve y se enternece ante la realidad del pecado y del sufrimiento humano. Cruzar esta puerta de la misericordia es un verdadero compromiso, es entrar en el abismo insondable del amor de Dios y estar dispuestos a convertirnos para que podamos tener un corazón más parecido al de Jesús”.
Monseñor Torrado Mosconi afirmó que “el mundo está enfermo de odio y resentimiento, de enemistades y de rencor, de violencia y de discordias; en este mundo enfermo sólo Cristo es el médico divino capaz de sanarnos”.
“Por ello –manifestó- la Iglesia trae la medicina capaz de curar tantas heridas abriendo en el mundo la puerta de la misericordia. Abre la puerta de Cristo, nuestra esperanza y la causa de nuestra alegría. Queremos abrir esta puerta de par en par para que esta medicina llegue a todos. Para consolar a los tristes, vendar las heridas de las víctimas de la injusticia y de la violencia, y devolver la esperanza”.
Al referirse al Año Santo de la Misericordia, exhortó a “contemplar, adorar, celebrar y vivir este misterio”, en “un año que no puede pasar como un mero evento festivo sino que debe dejar una huella profunda en cada uno de nosotros”.
“La Iglesia toda, y cada uno de los agentes pastorales, debemos ser transformados por la misericordia. La invitación del Santo Padre nos remite a volver a la médula del evangelio. A contemplar a Jesús que vino a buscar a los pecadores, a sanar a los enfermos y a proclamar un tiempo de gracia. Es que Dios es misericordia y por eso se manifestó al mundo perdonando, sanando y anunciando la salvación. No hay otra forma de anunciar el evangelio”, expuso.
En otro pasaje de su alocución, monseñor Torrado Mosconi dijo que “la misericordia no es una abstracción, una idea o un concepto, sino que es un estilo de vida del cristiano”. Por otra parte también recordó que, la Iglesia enseña con claridad y sencillez cuáles son las obras de la misericordia a que está llamado todo cristiano: “dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, hospedar al sin techo, vestir al desnudo, visitar al enfermo, socorrer a los presos y enterrar a los muertos, enseñar al que no sabe, dar consejo al que necesita, corregir al que está en el error, perdonar al que me ha ofendido, sufrir con paciencia los defectos de los demás y orar por los vivos y difuntos”.
“Estas obras de misericordia de manera especial debemos ponerle el nombre actual de tres desafíos que hoy quiero presentarles: cuidar a los chicos y a los jóvenes del flagelo de las adicciones al alcohol y a las drogas. Cuidar a las familias heridas por la desunión, la pobreza y el individualismo. Y a través de la pastoral de la salud y del consuelo cuidar a todos los que sufren a causa de la enfermedad, de la vejez o por la pérdida de un ser querido”, expresó.

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