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martes, marzo 19, 2024

«Las universidades son socios estratégicos, no competidores»

Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)- Doctor en Bioquímica y especialista en el área de nanotecnología, Roberto Salvarezza es presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) desde 2012. En las oficinas ubicadas en el nuevo Polo Científico Tecnológico, Salvarezza compartió con la Agencia CTyS su visión sobre la articulación del sistema científico-tecnológico del país, la importancia de la promoción de vocaciones científicas para áreas estratégicas y la necesidad de una mayor inversión del sector privado para la investigación.

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¿Cuáles son las áreas estratégicas que define el Estado en materia científico y tecnológica y que el CONICET acompaña?

Hay ciertos campos que se vislumbran con mucha importancia y en los que el CONICET se ha involucrado de lleno. Por ejemplo, el tema de de la soberanía energética. En ese sentido, hemos trabajado para la creación de Y-TEC, una empresa de tecnología donde el 51 por ciento corresponde a YPF y el 49 corresponde al CONICET. Otro tema ha sido el de la biotecnología vegetal, en el que hemos tenido un gran desarrollo en los últimos 12 años. Hoy en día tenemos los primeros productos aprobados por el  SENASA. Y otra área en la que estamos trabajando es sobre la posibilidad de hacer licencias de patentes  en el caso de salud.

¿Hay suficientes recursos humanos expertos para manejar estas áreas?

En algunas áreas específicas estamos con dificultades. En el caso de las ciencias de la Salud y las Sociales hay una buena oferta. Los casos más llamativos son el de las Ciencias Exactas y Naturales y las Ingenierías. En Exactas notamos una merma, posiblemente vinculada a que la producción de graduados de la universidad no ha crecido como debería crecer. Estas áreas son las que requieren más demanda de investigación. En Y-TEC, por ejemplo, se investiga yacimientos no convencionales, energía mareomotriz, litio, etc. Eso requiere geólogos, químicos, físicos, matemáticos, ingenieros y ahí es donde nos encontramos con que no sobran. Si vamos a seguir en esta línea, en busca de un país industrializado, que requiere ciencia y tecnología e innovación en sus productos, vamos a necesitar más recursos humanos y más investigadores en las áreas clave.

Ahí se vuelve clave la promoción de vocaciones científicas, ya incluso desde la escuela…

Exactamente. Hay una necesidad de que la enseñanza de la ciencia en los colegios secundarios tenga un cambio positivo: para estimular a los chicos a que estudien estas materias, capacitar a los docentes, explicar lo que se hace en los laboratorios y hacer buenos proyectos de ciencia en los secundarios. Si bien hemos avanzado mucho, todavía no hemos podido recuperar del todo esa inyección para que los chicos piensen que la ciencia sea una alternativa, eso se perdió durante el neoliberalismo. También es cuestión de evaluar cada caso en particular. En el caso de las ingenierías, por ejemplo, no hay muchos graduados y la investigación no parecer ser el camino más atractivo, además de que la industria demanda mucho recurso humano.

¿Cómo analiza la distribución geográfica de investigadores en el país?

La distribución no es la que nosotros quisiéramos; tenemos una concentración muy grande en zonas como Buenos Aires, Córdoba y  Santa Fe. Comenzamos con una relación de 80/20 y hoy estamos en 70/30. Cuesta mucho, son variables muy difíciles de cambiar, porque también influye el factor demográfico. Ha habido toda una política de redireccionar parte de los recursos de las grandes universidades a las universidades del interior.

¿Cuál es la política del CONICET respecto al sistema de becas, en relación al déficit  de investigadores en ciertas áreas?

Nosotros mantenemos un equilibrio en las cuatro áreas de conocimiento: Ciencias Exactas y Naturales, Sociales, Biológicas y de la Salud y las Ingenierías. Tanto en ingreso a carrera de investigador como las becas que damos es proporcional, nos mantenemos en un 25 por ciento por cada área. Pero en el otorgamiento de becas se ponen en juego un montón de factores. Para dar mayor cantidad de becas hay que tener la misma cantidad de investigadores que puedan dirigir esa cantidad de becarios, hay que tener una infraestructura y un equipamiento que acompañe. Por otro lado, tenemos doctores que no están en el sistema de investigación, sino que están en las universidades. Hay una demanda muy alta de doctores en las universidades más jóvenes.

En este aspecto, ¿cómo se lleva a cabo la articulación del Conicet con las universidades?

Partimos de la idea de que la articulación con todo el sistema científico y tecnológico del país es muy importante, y las universidades no son la excepción. Tenemos investigadores en las 50 universidades nacionales y en las 48 de gestión privada. El 90 por ciento de nuestros investigadores son docentes universitarios y, de los 250 centros e institutos, el 90 por ciento es compartido con la universidad. Nos posicionarnos frente a la universidad como socios estratégicos, no como competidores. Y lo que le pedimos a las universidades es que nos definan los temas de investigación, porque son ellas las que conocen mejor que nadie la historia y las problemáticas de su región a resolver. Necesitamos de las universidades y a su vez ellas necesitan en muchos casos recurso humano calificado.

¿Y en qué posición queda el sector privado, bajo este escenario?

El sector privado es una variable difícil de cambiar. En general, ha tratado de sobrevivir en un ambiente hostil en continuos cambios de políticas económicas. Pero ahora han tenido 12 años donde se han mantenido las políticas de apoyo a la innovación y ha habido recursos y herramientas del Estado. En el PBI, la ciencia aporta un 0,6 por ciento, de los cuales 0,5 lo pone el Estado. Para llegar al 1, nos falta lo que aporte el privado, que actualmente es 0,16. Igualmente, en otros casos tendría que ser una inversión totalmente pública, como el caso del ARSAT, que motiva a toda la construcción de cadena de proveedores.

Se han cuestionado algunos mecanismos de evaluación de los investigadores. ¿Se están contemplando algunos cambios en ese sentido?

Hemos tratado de mantener criterios estándar que sean comparables con los países que están a  la vanguardia en ciencia y tecnología, particularmente en ciencia básica. Este sistema hace que el CONICET esté entre los mejores organismos de ciencia y técnica a nivel mundial. Obviamente, lo que es evaluación en tecnología es mucho más complejo, requiere un trabajo en especial. Hemos instituido junto a otros miembros de la comunidad científica un nuevo modo de evaluación para todos aquellos investigadores que estén trabajando en proyectos específicos. Ellos pueden elegir ser evaluados en la línea de proyectos y no tienen por qué publicar en el período, sólo deben dar cuenta de lo que hacen en el proyecto.

¿Y qué beneficios traería ese sistema?

Por ejemplo, los investigadores que trabajan en la Comisión Nacional de la Energía Atómica, en temas nucleares o en temas de desarrollo energético que tienen confidencialidad u otro tipo de restricciones, no salen perjudicados por no publicar. En el caso de investigadores de las Ciencias Sociales que trabajen para algún ministerio o municipio en algún tema en particular, pueden hacerlo a través de los Proyectos de Desarrollo Tecnológico y Social (PDTS), que son proyectos concretos de transferencia. Ellos pueden pedir no ser evaluados por la metodología habitual de ciencia básica. Por supuesto, ese trabajo que hicieron en el proyecto va a ser valorado para promocionarlos o para ingresar a carrera.

¿Qué escenarios vislumbra en cuanto a los dos modelos de política científica que se presentan el 22 de noviembre?

Ha habido un fuerte rechazo de la comunidad científica a las posibilidades de retornar a los modelos neoliberales. Esta declaración que iniciaron los becarios del CONICET en forma espontánea había recibido más de 2000 adhesiones de parte de investigadores. Se están generando múltiples acciones para concientizar a la población de que la vuelta al modelo neoliberal conlleva un enorme retroceso en ciencia y técnica. Decir que un investigador va a ganar más o menos plata porque publique en Science o Nature es poner la agenda de los investigadores directamente en la agenda de esos medios, a los que no les interesan cuestiones como el Chagas, por ejemplo. Actualmente, los que cobran productividad son los que están transfiriendo conocimiento a la sociedad. La ciencia básica la fortalecemos, pero si hay un plus es en la capacidad de transferir conocimientos y de impactar en la sociedad. Lo que ha pasado después de las elecciones es que ha habido una respuesta unánime del sistema científico de condena a esas políticas. Tal vez ha sido el primer colectivo que ha salido a decir “No a este modelo neoliberal”.

Fecha de Publicación: 2015-11-17
Fuente: Agencia CTyS

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