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jueves, abril 18, 2024

Recuperemos el objetivo de Gualeguaychú

Por Juan J Cavallari
Por Juan J Cavallari

La victoria de Cambiemos sobre el continuis- mo oficialista es posible y deseable. Pero está en peligro. Por eso sentimos indispensable aportar ideas que ayuden al triunfo del cambio en la Argentina. Los radicales abajo firmantes asistimos con entusiasmo a la Convención Nacional reunida en Gualeguaychú el 15 de marzo. Allí debatieron dos posturas: una proponía concentrar los esfuerzos en provincias y municipios, la otra forjar una convergencia nacional. Ambas querían fortificar a la UCR. Preferimos la opción que puso el eje en la formación de una coalición capaz de disputar el poder y recuperar el Estado del autoritarismo reaccionario con disfraz progresista de estos tres mandatos del peronismo kirchnerista.
Sabemos de las diferencias en la tradición y cultura política entre PRO y UCR. Pero coincidimos en lo central: reconstruir un Estado republicano y una sociedad sin miedos ni servidumbre. Cambiemos ya cosechó éxitos: obligó al kirchnerismo a aceptar un candidato que no quería.
Vemos hoy que nuestra campaña está estancada. Una campaña que no crece ni cambia tiende al fracaso. Cambiemos debe advertir que va por ciudadanos que no lo tuvieron como primera opción.
Como radicales, advertimos que el funcionamiento de una coalición sin discusión  está promoviendo grietas en nuestras filas. La tradición de participación, discusión e inclusión en la toma de decisiones  es  indisoluble para los radicales. Los radicales somos orgullosos de nuestra horizontalidad y libertad de opinión, en un partido acostumbrado a que todo militante pueda discutir con las máximas autoridades. Queremos y necesitamos que la dirigencia radical tenga una voz pública en la conducción y debates de Cambiemos.
Una coalición supone el debate  interno y la participación institucional de los partidos. Una convocatoria individual del candidato o del presidente de la Nación a cada individuo, esquivaría la esencia misma de toda coalición y terminaría en la ruptura, el vaciamiento o la rebelión interna. La creación y funcionamiento de un órgano de la coalición permitirá institucionalizarla. Demostrará vocación de poder y lazos más profundos que los de ganar. Un gobierno de coalición tendría más fortaleza que la gestión del FPV, cuyo candidato es acechado por una jefatura externa y un vice ajeno. Esa debilidad es estructural a la candidatura Scioli.
Pareciera indispensable el armado de una Mesa Política de Cambiemos con las fuerzas que la integran. De tal modo los radicales se sentirán expresados y contenidos y podrán desplegar sus capacidades y entusiasmo. Exhibir amplitud es algo que el FPV no puede intentar. Es otra de las ventajas de Cambiemos.
La Mesa Política debiera expresar  la conducción institucional, con inclusión de la variada estructura de liderazgos dentro de la UCR, para que sus decisiones se legitimen y apliquen. Todo esto se reproduce en el principal distrito del país, donde la fórmula mixta de Cambiemos está en buenas condiciones para vencer.
La idea de una UCR sin voto en las decisiones no servirá siquiera para una fiscalización adecuada, por cuanto en el ballotage no se disputará sino la fórmula, con lo cual desaparecen las expectativas de toda candidatura local. Sin sentirse parte, la fiscalización flaqueará y la victoria devendrá quimérica.
La tarea de la hora, entonces, es crear condiciones que permitan desplegar la potencialidad partidaria, la utilización de los inmensos recursos humanos  disponibles en el marco de una coalición victoriosa junto al PRO y la Coalición Cívica y aquellas fuerzas que se integren a la campaña de Cambiemos.

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