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miércoles, abril 24, 2024

La cena de Emaús Caravaggio

Escribe Cristina Moscato

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Las guerras de religión entre los reinos europeos marcan el   tránsito entre los  siglos XVI y XVII. Como respuesta a la reforma protestante de Lutero, se alza la Contrarreforma cuyo aparato doctrinal,  fraguado en el Concilio de Trento (1545 – 1563), sirve para que el catolicismo inicie un riguroso e inflexible control del pensamiento y la moral que vehiculizará, entre otras cosas,  a través del Santo Oficio.  Con la  consolidación de la Contra- rreforma,  Roma, se convierte en la capital universal de la cristiandad y, como tal, debe brillar.  Es durante este período, dominado por la necesidad de la iglesia católica de imponerse sobre otros dogmas,  cuando a decir del historiador Arnold Hauser , comienza  en Roma ¨la más rica, voluptuosa y fastuosa producción artística¨.
En  este contexto, Caravaggio, vive su corta y  tumultuosa vida mientras  produce todas sus pinturas, las que, a  partir del  partir del encuentro con el  cardenal Francesco María del Monte,  versarán,  casi con exclusividad, sobre  temas bíblicos.
¨La cena de Emaús¨ óleo sobre tablas de 140 cm x 197 cm, realizada por el pintor en el año 1601 a pedido de un noble, ilustra un dramático momento del Nuevo Testamento. La historia la cuenta Lucas y tiene lugar el día de la resurrección de Cristo.
Según el apóstol, Cleofás y a otro discípulo cuya identidad no se menciona, después de presenciar la crucifixión de Jesús, huye hacia Emaús, un pueblo situado a once kilómetros de Jerusalén. En el trayecto,  mientras  entre apenados y temerosos,  comentan el dramático suceso, les sale al paso un caminante. El hombre es joven y no sólo se interesa por la conversación sino que, además, los inquiere, habla con conocimiento de las  Escrituras  y les echa en cara su falta de fe.  Recién a la hora de la cena, en el gesto de  bendecir y partir el pan,  los dos viajeros,  reconocerán  a   Cristo resucitado en el compañero de camino.
Como es su costumbre, nuestro pintor,  sitúa  la acción en  una típica taberna romana seguramente muy parecida a las que  solía frecuentar con sus amigos.  En ella  encontramos a  Jesús sentando a la mesa con sus seguidores.  De frente a nosotros, joven, sereno, de cara regordeta,  libre de  barba,  vestido de rojo y blanco (Pasión y pureza) adelanta el brazo derecho y, con su delicada mano, bendice  los alimentos.   Cleofás, de rasgos más rústicos y  ropas raídas,  sentado en una silla a la izquierda del lienzo, casi de espaldas, reconoce de inmediato,  a  Cristo resucitado y   da un salto hacia atrás.  Su compañero, a quién la concha en su ropa identifica con un peregrino del camino de Santiago o quizá con el propio Santiago el Mayor-  llevado por el mismo entendimiento, abre los brazos en cruz –símbolo de la Pasión-  de tal manera que la mano izquierda parece salirse del cuadro y llega casi a tocarnos.
Entre Cleofás y Jesús, se para el posadero. Con una mano apoyada en el cinto,  mira a Jesús y, a diferencia de los otros dos,  escucha lo que se dice  totalmente ajeno a lo que allí sucede.  Su sombra,  proyectada sobre la pared, forma un halo  oscuro alrededor de la cabeza del Mesías evocando así  la  típica aureola dorada de la Divinidad. (Para algunos representaría a los no creyentes,  ignorantes e infieles que, sin saber, también honran a Cristo).
Sobre la mesa se ve un ave, el pan partido, un par de jarras y un cesto que contiene  frutas  a punto de caer. Las manzanas golpeadas y los higos maduros  simbolizarían el pecado original;  la granada,  la corona de espinas. La sombra que proyecta la frutera sobre el inmaculado mantel en forma de pez, sería un  símbolo del cristianismo primitivo igual que el rostro imberbe de  Jesús.
¨La cena de Emaús¨ , composición de profundo sentido eucarístico,  causó una gran polémica y  Caravaggio, como tantas otras veces, se vio obligado a realizar  una segunda versión del tema que conformara a los ideólogos de la Contrarreforma.  (Habitualmente se lo acusaba  por  utilizar como modelos a gentes de la calle, en especial, de los barrios indecorosos de la ciudad, hecho que   acabó siendo crucial en la divulgación de los temas bíblicos).
La obra se encuentra en la Galería Nacional de Londres y puede verse con todo detalle en distintas páginas de la web.-

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