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jueves, abril 25, 2024

Lucy recuerda la lucha de las mujeres agropecuarias

Lucy Cornelis se sienta en una de las sillas del comedor de su casa rodeado de pequeñas plantas de interior. Adentrada en un clima de aire puro, despeja la mesa central, corre su notebook, su «contacto con el mundo», y predispone su tiempo para contar su historia.
A simple vista, parece una mujer más. Sin embargo, no lo es. En su cuerpo y en su piel lleva acumulada la experiencia de crear una organización femenina agropecuaria reconocida en todo el país y el mundo.lucy cornelis
Sin recursos ni esperanzas, excepto una fuerte ideología, marcada por su propio dolor, Lucy fundó el 3 de junio de 1995 el Movimiento Nacional de Mujeres Agropecuarias en Lucha. Una organización que mañana cumple 20 años de existencia.
Eran mujeres que sin armas, sin banderas políticas ni métodos radicales, lograron parar los remates de los campos de pequeños productores de todo el país. Solo cantaban el himno nacional y flameaban banderas argentinas en una época nefasta. «Fue en el menemismo, un momento muy distinto al actual», resume.

«Vos podés».
Hoy, Cornelis tiene 69 años, cuatro hijos y ocho nietos. Los recuerda en cada relato, en cada palabra y en cada comentario. Como así también a Eduardo Emilio Cornelis, su esposo, pilar fundamental para sostenerla en su camino.
«Nací en Santa Rosa y viví 30 años en Winifreda donde mi esposo tenía un estudio contable y un pequeño campo en la zona», rememora al agregar que trabajó en el Juzgado de Paz del pueblo.
La historia de Cornelis comienza tras contraer en los años ’90 una deuda de 15 mil pesos en el Banco de La Pampa que al año siguiente, por los intereses, fue diez veces más grande.
«Fue el plan neoliberal que atrapó a los pequeños productores: los insumos subieron y la producción bajaba de manera abrupta», expone al definir que los intereses dispuestos por los bancos (por ejemplo Pampa y Nación) «se fueron hasta las nubes».
Define que, en ese momento, el banco llamaba de manera directa a hipotecar la producción de los pequeños chacareros. «Un hombre, de apellido Braña, vino a mi casa con la intención de embargarnos la casa y el campo y fue en ese día que una voz, desde lo profundo de mi interior, me dijo que podía hacerlo, que podía salir a luchar», afirma.

A criar avestruces
La organización fue espontánea. Posibilitada por la misma necesidad. «Mujeres que estaban en la misma situación que yo empezaron a venir a mi casa y a contarme lo que le estaba pasando», sostiene.
Fue un grupo pequeño al principio. Pero compartían el dolor de quedarse sin nada debido a la inescrupulosa actitud de los bancos y de los grandes estacioneros, «amigos del poder», que pretendían quitarle a los pequeños y medianos productores su sustento de vida.
«Fuimos a la FM de Eduardo Castex a contar lo que nos estaba pasando pero muchos hombres, en lugar de apoyarnos, se enojaban con nosotras y con la iniciativa de salir a pelear a la calle», reconoce.
El 3 de junio de 1995, en el club de Winifreda, unas 300 mujeres de productores de distintos puntos de La Pampa se congregaron para conformar, de manera oficial, el Movimiento Nacional de Mujeres Agropecuarias en Lucha. «Armamos una carta, con 8 puntos, como por ejemplo la suspensión de los remates y la cancelación de las deudas extremas que teníamos porque queríamos pagar pero solo lo que era justo», pondera.
Cornelis indica que el entonces gobernador de La Pampa, Rubén Hugo Marín, no se comprometió con su lucha. Y fue Carlos Medrano, ministro de la Producción de esa gestión, hoy candidato a gobernador por el massismo, quien «nos mandó a criar avestruces».

Himno y bandera
La injusticia trascendió los límites. Otras mujeres, que estaban pasando por una situación similar, se enteraron de la indiferencia de los gobernantes pampeanos de turno y decidieron sumarse a la pelea. Mil mujeres de todo el país formaron parte de la primera asamblea de la organización.
Una de las integrantes fue Joaquina Moreno, símbolo fundamental, que sin hijos ni deudas que cancelar formó parte indispensable del movimiento. «Cuando formamos el grupo, empezamos a ir a los campos, nos parábamos, cantábamos el himno nacional y agitábamos nuestras banderas», sostiene Cornelis. De esta forma, frenaron centenares de remates y obligaron a las políticas de refinanciación.
«Nos ofrecían plata, nos amenazaban para callarnos, hicieron de todo para que nos bajemos» recuerda al enumerar que a mitad de la época del 90 había 14 millones de hectáreas hipotecadas.
Las mujeres no pararon. Marcharon, con tractores, hacia Capital Federal y nacionalizaron su pelea.
«Parábamos los remates de La Pampa y del país cuando me dijeron, desde el Banco Nación, que yo debía dar el primer ejemplo: fue en ese momento que perdí mi casa, 300 novillos y una gran cantidad de vacas de cría», recuerda. Y agrega: «Me tuve que poner a hacer tallarines, y mi esposo, fundamental en la lucha, se enfermó y no pudo moverse más».

A Néstor
Pero la convicción desembocaría en el triunfo de la pelea justa. Las mujeres pidieron en el 2003 una audiencia con el reciente Presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y con su ministra de Economía Felisa Miceli.
«Fue tanto Kirchner como Miceli quienes lograron sacar 14 millones de hectáreas que estaban hipotecadas tras volver al recálculo de la deuda que volvía a quedar en los valores originales», remarca.
El movimiento, desde el 2008, sigue en pie aunque con algunos casos y sin una estructura orgánica como la de su momento. Documentalistas y periodistas de todo el país y el mundo retractaron la historia de esta agrupación. Con su nieto Emilio en brazos, recordando a su esposo que hoy no está, y con la mirada en el piso de vez en cuando, Cornelis no quiere halagos.
Pide perdón por las lágrimas, agradece a este diario, y al dirigente que dio un final feliz a su camino. «Mi sueño es entregarle mi bandera, que paraba los remates, a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para que sea ella misma quien se la dedique a Néstor», completa.
El legado de las mujeres
La bandera que llevó el Movimiento Nacional de Mujeres Agropecuarias en Lucha fue reflejada por el reclamo en todo el país. En un artículo, de un diario nacional de 1995, se informa que diez días después que productoras pampeanas impidieran en Santa Rosa el remate de los bienes de Lucy de Cornelis, medio centenar de chacareros santafesinos lograron suspender un remate judicial de 78 hectáreas de campo en Plaza Josefina, a 135 kilómetros al oeste de la capital provincial.
(Diario La Arena de Santa Rosa)

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