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Nueve de Julio
sábado, abril 20, 2024

Cristina Moscato

Un camino de ida y vuelta,  entre la ciencia y las humanidades de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata.
* Desde edad temprana sintió especial interés por la literatura, la historia y el arte.
* Se desempeñó como Concejal del Frente para la Victoria entre 2007 y 2011.
* Interesada por la historia medieval, ha profundizado en la vida de Santo Domingo de Guzmán y, en la actualidad, brinda importantes aportes en materia de historia del arte a través de EL 9 DE JULIO.
* En estos días ha brindado una charla, en la Biblioteca Popular «José Ingenieros», acerca del rol de la mujer en la historia.

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Sus notas semanales, ubicadas en El Diario EL 9 DE JULIO, acerca de historia del arte y comentando alguna obra artística, no dejan de cautivar a los lectores por la riqueza cultural que las mismas poseen. No solamente desde la edición impresa sino también en la página web, donde se publican, los lectores se muestran ávidos de la información que ella brinda.
En efecto, la doctora Cristina Moscato, no solamente es una profesional destacada en la medicina, lo es también a través de otra vocación suya, su pasión por la historia, el arte y la literatura.
Nacida en esta ciudad, en la Clínica Independencia, el 11 de febrero de 1962, en el hogar formado por el doctor Normal W. Moscato y la profesora Ethel Garibotti. Sus primeros estudios los cursó en la Escuela Nº 1 para proseguir, más tarde, los secundarios en la Escuela Normal Superior.
«Creo -explica Cristina – que elegí seguir medicina por la fuerte influencia de mi padre. Si bien él no me alentaba a elegir esta carrera. En 1979, cuando me encontraba terminando la escuela secundaria, los test de orientación vocacional eran una novedad. Cuando le planteé a mi padre que iba a estudiar medicina, preocupado por mi decisión, me envió a hacer un test de orientación vocacional
En 1981 ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata. Sin duda, eran tiempos difíciles en la vida universitaria.
«Cuando ingresé -recuerda- a la Facultad de Medicina todavía había un gobierno militar. Fue muy fuerte llegar a La Plata y ver muchas cosas que aquí no sucedían, que no se sospechaban. Por ejemplo, cuando los profesores nos comentaban cuando había sucedido un tiroteo en la Facultad o cuando nos mostraban las marcas de bala en la pared; cuando nos enteramos acerca de historias de estudiantes secuestrados. Aquél era un mundo totalmente diferente al que dejaba atrás en 9 de Julio».
«En esos años la ciudad de La Plata vivía un clima de mucha tristeza por esa experiencia tan dolorosa. Los propios vecinos nos comentaban acerca de tal o cual persona que vivía en tal lugar y había desaparecido», comenta.
Otro momento intenso que, a Cristina, le tocó experimentar siendo estudiante universitario fue el estallido de la Guerra de Malvinas y su repercusión en todo el contexto. Incluso algunos compañeros suyos debieron ir a luchar en el frente.
La experiencia del trato con el paciente, en la práctica hospitalaria, confirmó que su vocación estaba inclinada definitivamente hacia la medicina. En el Hospital «Mario Larraín» de Berisso cursó su especialización en medicina general. Durante tres años estuvo como médico residente y, por espacio de un año, como jefe de Residentes.
Por esos años, durante la gestión del ministro de salud de la provincia de Buenos Aires, Floreal Ferrara, se había establecido el sistema de residencias, y tendían a formar un médico capacitado para atender a la comunidad.

EN 9 DE JULIO. LA FUNCION PUBLICA Y LA ATENCION PRIVADA

Tras el fallecimiento de su padre, ya graduada como Médico, Cristina dejó la ciudad de La Plata para establecerse en 9 de Julio. Aquí comenzó a trabajar en el consultorio que legara de su padre con la constante compañía del doctor Santiago Meli y de colegas, en la Clínica Independencia, entre quienes se encontraba el doctor Palacios, recientemente fallecido.
Por entonces también fue designada médico municipal para la Sala de Primeros Auxilios de Ciudad Nueva, que hoy lleva el nombre de su padre.
En 1991, cuando Jesús Abel Blanco asumió como  intendente municipal, convocó a Cristina para integrar su gabinete como Subsecretaria de Salud. En estas funciones estuvo más de una década, durante las intendencias de Blanco y, ulteriormente, durante la gestión del doctor Oscar Ormaechea.
Cristina recuerda que, cuando asumió, «se priorizó en la atención primaria de la salud, revitalizando las salas de primeros auxilios de la ciudad y del Partido que ya existían y creando nuevas; como así también, reestructurando la atención en los hospitales municipales de Dudignac y Facundo Quiroga».
«La tarea era muy intensa -añade – porque en esos años la cobertura de las obras sociales era menor, algunas no funcionaban bien y había mucha gente que no contaba con cobertura médica. Todo ese amplio espectro debía atenderse en las unidades sanitarias municipales. Precisamente, la voluntad política del intendente Blanco era que ninguna persona se fuera sin la debida atención, sobre todo porque se trataba de una cuestión de salud».
En esos años, así lo comenta la entrevistada, «se habían generado convenios con médicos y establecimientos privados para que los vecinos que no contaban con una obra social pudieran realizarse estudios de tomografía computada, ecografía, oftalmología; también, se habían contratado empresas de remis para trasladar a los pacientes a la ciudad de Junín y con empresas de ómnibus, para aquellos pacientes que requerían tratamiento en la ciudad de Buenos Aires o La Plata».
«La gran capacidad de gestión que tenía el intendente Blanco, permitió la compra de los equipos de rayos para los dos hospitales municipales y las ambulancias completamente equipadas. Hoy, a la distancia, pueden parecer obras menores, sin embargo, eran muy importantes y tenían una significación en la comunidad. Incluso, en esos años, terminó de estructurarse el servicio solidario de ambulancias, dependiente de la CEyS «Mariano Moreno», que es impagable en cuanto a la prontitud con que brinda la atención», subraya Cristina .
En la actualidad, la doctora Cristina Moscato continúa desempeñándose como médica municipal, en la sala de primeros auxilios de Barrio Luján.

EL ARTE Y LA HISTORIA

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Desde adolescente, Cristina, sintió especial interés por la historia y por la literatura. En realidad, en la escuela secundaria, todas las materias humanísticas eran de su agrado y, para su cultivo, recibía el estímulo de algunos profesores que han dejado en ella un hermoso recuerdo.
Tanto ha sido su interés por las humanidades que, a la hora de elegir una carrera universitaria, estuvo ante la disyuntiva de estudiar historia o medicina.
En realidad, hubo una circunstancia especial en su vida: en su infancia y primera adolescencia, su padre recibía la revista médica «MD». Si bien se trataba de una revista de divulgación científica, de medicina, también incluía en las ediciones artículos sobre arte, historia y literatura. Aquellos números de «MD» enmarcaron sus lecturas iniciales sobre esta temática que, con el correr de los años, habría de profundizar.
«Umberto Eco, en ‘El Péndulo de Foucault’, -cita Cristina- sugiere que uno, en realidad, encuentra su vocación en los restos de cosas que van quedando. En cierto modo, en mi caso ha sido así; porque a esa revista, que llegaba a mi casa, podía rescatarle de aquellos artículos, que fueron una especie de alimento intelectual».
No pocas veces, Cristina se había preguntado qué es lo que maravillaba al público de una obra de arte realizada siglos atrás. Al respecto, de su viaje por Europa, rememora que, uno de los aspectos que siempre le sorprendió ver fue « las visitas guiadas que realizan las maestras con niños pequeños, de jardín de infantes, a quien ponen ante obras de arte muy reconocidas, para guiarlos y explicarles su contenido».
«Me causó una impresión muy grata. Tanto así que cada vez que veo un contingente de niños recorriendo un museo, me ubico junto a ellos para escuchar lo que les explican. Es asombroso todo lo que el arte le puede legar a esos chicos», considera.
Precisamente, también a través de las obras de Eco, como así también de otros autores, Cristina se ha interesado por la historia medieval.
Concerniente a esa época de la historia, y a partir de algunos viajes realizados, tuvo particular interés en el estudio del protagonismo de Santo Domingo de Guzmán.
«En uno de los libros de Umberto Eco me encontré con la figura de Domingo de Guzmán y, para mí, fue todo una sorpresa. Cada vez me fui interesando más por él; incluso, en mi último viaje visité su casa natal, subir a la torre de los Guzmanes, para contemplar el paisaje y ver también con mis propios ojos aquella imagen que él veía en su niñez; también, recorrí el sur de Francia donde predicó contra la herejía albigense o cátara y compré varios libros», narra con visible pasión.
«Creo -agrega- que he leído mucho acerca de Domingo de Guzmán para desmitificarlo, que no tuvo que ver con la inquisición y que fue un predicador».
Cristina también ha encontrado lugar en su vida al cultivo de la música. Desde edad temprana toca la guitarra.

PALABRAS FINALES
Cristina es una persona que, sobre todo, se distingue, en cada una de las facetas de su vida, por su generosidad. Siempre se ha mostrado generosa y dispuesta a compartir el saber, a trabajar en la difusión del conocimiento en los campos del saber en que fuera posible.
Ahora, lo sigue haciendo a través de las charlas que brinda en la Biblioteca y desde las páginas del Diario. Su aporte sustancial permite hacer conocer a otros la riqueza admirable de la historia, esa historia que día a día nos transmite una enseñanza siempre actual.

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