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Nueve de Julio
viernes, abril 19, 2024

Los «Cañones de Vieta»

.. cuando las elecciones se ganaban a los tiros…
ATRIO 2La historia de los “Cañones de Vieta” es, sin dudas, una de las más populares en la historia lugareña. Llevada a la pantalla por Néstor Montalbano, cuando el joven cineasta hacía sus primeras armas en el séptimo arte, fue conocida por las nuevas generaciones y no pocos se interesaron, entonces, por conocer aspectos de aquellos hechos ocurridos en noviembre de 1899.
En 1899, la República era gobernada por Julio A. Roca y la provincia por Bernardo de Irigoyen.
En 9 de Julio la comuna era liderada por la Unión Cívica Nacional (mitristas), encolumnados tras la figura de Benigno Martínez, quienes fueron seriamente cuestionados por los conservadores locales (Partido Autonomista Nacional, quienes también eran llamados “Vacunos”. De acuerdo a la ley electoral  correspondía, en ese año, la renovación del municipio.
Mientras se aproximaban los comicios, se iba generando un clima muy tenso que presagiaba hechos muy tristes como los que sucedieron.

LOS ANTECEDENTES

Llegamos a un período de la vida política de Nueve de Julio, en que se debatían, y estaban en choque por la preponderancia en su escenario comunal, las dos fuerzas políticas que, en ese momento, actuaban en el mismo. Para una de ellas, la Unión Cívica Nacional o mitrista, el interés estaba puesto en poder sostener esa situación comunal que ocupaba, no contando para el caso más que con la simpatía que podía tener en el vecindario, y con la influencia que podían darle las posiciones públicas de esa administración. Siendo su principal un hombre, no acostumbrado al ambiente de las pequeñas miserias de la política de aldea, por lo tanto, presentaba un flanco débil, posiblemente el más desfavorable para esa clase de lucha, que es vivir fuera de la realidad.
Por el otro lado, la oposición al gobierno comunal representado por el partido autonomista o vacuno, oficialista en el orden provincial y nacional, con su jefe a la cabeza, Nicolás L. Robbio, caudillo que se había hecho y fogueado en esa clase política lugareña.
Ese partido, desde la asunción del mando en la Provincia por el doctor Bernardo de Irigoyen, contó a su favor, y sin cortapisas ni subterfugios, con el apoyo incondicional del poder, y de la influencia de ese gobierno, el que enseguida decidió cambiar todos los empleados provinciales existentes en el partido sustituyéndolos con elementos de afiliación autonomista.
El grupo de “Radivacunos” (radicales que se habían acercado a los autonomistas) que acompañaba a esa fuerza política, era entonces bastante numeroso, pero al ver que todos los puestos eran ocupados en esa forma, algunos se desilusionaron y se alejaron de Robbio, haciendo lo mismo otros. Este asumió el gobierno comunal, identificándose el resto con él, de tal forma, que  después lo acompañaron en su actuación política hasta su muerte, y continuaron actuando después en los partidos sucesores del autonomismo o vacuno de aquellos años.
El 1º de enero de 1899 Benigno A Martínez tomó posesión de la municipalidad en calidad de intendente (l899-1900).

LAS TENSIONES

A principios de noviembre el Intendente Martínez, firmó el decreto convocando al pueblo del partido a elecciones de renovación municipal y escolar, la que debía realizarse de acuerdo con las leyes el domingo 26 de ese mes.
Conforme se fue aproximando  la fecha para ese acto electoral, se fue agitando el ambiente de la política local, con los trabajos y propagandas que realizaban los partidos mitrista y autonomistas, que eran los únicos contendientes de ese año en la política lugareña.
Esa propaganda degeneró, debido a la pasión puesta en ella, como fruto de rencillas personales, hasta la grosería del insulto, por medio de la prensa partidaria, lo que hizo, que empezara a cundir el temor en el vecindario de que se produjeran hechos desagradables y dolorosos.
Muchos que se decían bien enterados, de lo que se pensaba en los círculos dirigentes autonomistas, informaban confidencialmente que se pensaba  usar hasta la violencia para anular la elección, si la manera de realizar la misma no les conviniera.
Nicolás Robbio (padre) anciano de todo respeto, aconsejó a su hijo Nicolás L. y a los principales dirigentes, no llegar a ese extremo.
Pero el destino no quiso que ese anciano sobreviviera a esa fecha, falleciendo unos días antes, el 21 de noviembre de 1899, y desde ese momento volvió a recrearse el  rumor presagiando lo que iba a acontecer ese día, porque había desaparecido el único obstáculo que impedía que eso se produjera.
El día sábado 25, víspera de la elección, el periódico oficial del partido autonomista, en ese entonces el «Nueve de Julio» dirigido por  Eduardo Moretti conformó en la edición de la tarde en color rojo, las amenazas que reflejaban los artículos aludidos a ese acto electoral.
Ese mismo día arribó en el tren de la 1,30 PM, un piquete de guardia cárceles al mando del Comisario Inspector Eduardo M Álvarez, que se hizo cargo del mando superior de la policía, siendo el comisario del partido Domingo Elena, quien respondía como todo el personal policial, incondicionalmente a las influencias e inspiraciones de Nicolás L Robbio.
El día 26 de noviembre de 1899, a las 8 AM, los escrutadores empezaron a constituir las mesas en el atrio de la iglesia parroquial, lugar que fijaba la ley electoral que regía entonces como sede, después de lo cual constituyeron el comicio designando presidente del mismo a Esteban S Doufurg, unos de los dirigentes del partido mitrista.
A las 9, se inició en las mesas la recepción de los votos. En ellas eran fiscales autonomistas, Héctor Robbio, y Pedro Sathicq.
Durante todo la mañana, estuvieron en continuo movimiento los dirigentes de ambas tendencias, impartiendo ordenes y dando instrucciones, siendo entre ellos lo más activos el diputado provincial Francisco Roca entre los mitristas; y el ex comisario Ricardo Rivademar entre los autonomistas, que después de muchos años de ausencia llegó para ayudar a sus amigos políticos y personales en los sucesos que se preparaban.
Minutos antes de la una pasado meridiano, tiempo en que iba a cumplir el plazo mínimo, exigido por la ley electoral de funcionamiento de los comicios, para ser declarado válido su resultado, (aunque por cualquier motivo dejase de funcionar), los fiscales generales autonomistas Robbio y Sathicq protestaron varías veces oponiéndose al rechazo de adherentes de esa tendencia política, impidiéndoseles votar por los presidentes de mesas receptoras de votos.

En ese momento aprovecharon la ocasión, en una de estas discusiones, para provocar ese resultado desenfundando los revólveres y haciendo algunos disparos sobre las mesas, mientras otros las volcaban rompiendo los registros electorales y las actas.
En ese desorden no hubo más que un par de heridos leves, pero quien puso la nota trágica fue la policía. Esta al oír los primeros disparos, bajo órdenes se movilizó de la comisaría a la casa municipal que se comunicaba por un zaguán,  salió a la calle hizo cuerpo a tierra en la acera de la plaza frente al zaguán izquierdo del municipio, hasta la esquina del boulevard Montevideo, tiró fuego granado hacia el comité mitrista, ubicado frente a la plaza Belgrano. A pesar de que el comisario Elena ordenó el cese del fuego, éste siguió hasta que el comisario a gritos  les increpó la desobediencia.
Al oír el primer disparo de revólver, en el comité vacuno se dio orden de que la gente que se encontraba allí saliera y avanzara por la calle Libertad, incorporándose a la misma al pasar frente a la fábrica de aguas gaseosas que poseía en esa calle, esquina de Buenos Aires, Juan Calandro, un cañón, que fue colocado y afirmado al poste que sostenía el foco del alumbrado eléctrico de esa esquina, y desde allí empezó a hacer varios disparos, el artillero que servia esa pieza era Miguel D. Vieta, éste era italiano, propietario del Mercado de Abasto construido en 1866 en base de una concesión exclusiva por diez años, que al finalizar la misma las autoridades comunales se negaron a concederle una nueva.
Dirigió su puntería hacia el pequeño grupo de personas que se encontraba en la acera del comité adversario, éstos se guarecieron en el interior del local. Vieta presentó a la justicia como prueba del delito un cañón de madera y zunchos de hierro montado sobre  ruedas, que él mismo, como mecánico, había construido; pero otra versión de testigos presenciales sostenía que ese era un camuflaje, el que había actuado era uno verdadero.
En tiempos de la revolución de 1893, habrían quedado en el patio de la comisaría de 9 de Julio dos cañoncitos de bronce con una cantidad de armas largas de fuego.
En unos de esos cambios de autoridades, ese armamento habría sido retirado de ese local y escondido en un sótano. Pudo haber sido uno de estos cañones el que Vieta utilizó, o uno de los varios de hierro que quedaron de la época de los indios, cuando se hacían los disparos de alarma en el fortín.
Una de las víctimas fue Adolfo González quien encontró la muerte cuando quiso guarecerse en la casa municipal y recibió un balazo por parte de un policía que se encontraba en la puerta del zaguán, éste al sentirse herido fue a morir cerca de los ligustros junto al boulevard.
Otras de las víctimas fue Pedro Hidalgo, que al atravesar la plaza recibió un balazo en pleno pecho, que le disparó el sargento de policía.
Hubo otras dos muertes inocentes, Juan Bustos e Irineo Quiroga, a causa de las balas que atravesaron las puertas del comité mitrista disparadas por los guardiacárceles.
El presidente de los comicios, Doufurg, el intendente Martínez y varios otros actuantes de la fracción mitrista, que se encontraban en el atrio o en la casa municipal, sabiendo  lo que hacia días se susurraba que iba a suceder,  por las amenazas hechas por medio de los periódicos que le eran adversos, de que peligraban sus vidas dado que la policía estaba para secundar los fines de sus adversarios, se refugiaron en la iglesia parroquial donde en previsión de un atropello el cura Brandariz los cobijó, acción cristiana que parece que no agradó a algunos dirigentes autonomistas. Pocos meses después, el sacerdote debió alejarse de su función en la parroquia local.
En la noche de los sucesos trágicos arribó un tren especial en el cual llegó el jefe de la policía de la provincia Juan B. Ocampo, con un refuerzo de 25 vigilantes y el juez de crimen de turno del departamento del centro, doctor Llosa, que se trasladó para constituirse en el lugar de los sucesos. Al conocerse esos arribos recién entonces entró de nuevo la tranquilidad en el vecindario, que temía ver reproducidos esos hechos desagradables, dado  el papel activo partidario que jugaron en los mismos las fuerzas públicas sin distinción de superiores e inferiores.
En la mañana del 27 de noviembre, el juez Lloza y el jefe de policía hicieron una inspección ocular del lugar del hecho y tomaron declaración de los cinco heridos.
Hecho el sumario de práctica y terminado el proceso, los únicos condenados resultaron ser Héctor Robbio y Pedro Sathicq acusados por sedición, a quienes  les fue impuesta la pena de dos años de destierro, pena indultada por el gobernador Bernardo de Irigoyen.

EL MANIFIESTO COLECTIVO

Este hecho sangriento con la utilización de una pieza de artillería en esa elección, caso único en los anales de la política Argentina, tuvo por mucho tiempo la virtud de ser popular y de opinión nacional, como prototipo de violencia, pasión y ofuscación política.
Para normalizar la situación política, para que el vecindario se tranquilizase, interpusieron sus buenos oficios varias personas ante los dirigentes de los comités políticos de los que resultó la firma del convenio en el que el siguiente manifiesto fue publicado.

Los partidos autonomista nacional, unión cívica radical y unión cívica nacional.»
A sus correligionarios – Al pueblo.
Los que suscriben, en nombre y representación de los tres partidos, tienen el honor de dirigirse a sus correligionarios y amigos para llevar a su conocimiento, la solución digna y tranquila de las cuestiones locales que han procurado y obtenido llevar efecto, teniendo en cuenta las verdaderas conveniencias e intereses del pueblo, que deben primar sobre todo.
Esa solución consiste en la renovación total de la municipalidad por medio de la renuncia en masa de todos los concejales titulares y suplentes, obteniéndose así en la futura lucha para renovarla, que los partidos concurran a ella sin pasiones ni odios, y con lA plena conciencia de que serán ampliamente respetadas que derechos cívicos.
En consecuencias de estas manifestaciones la elección municipal que debía efectuarse mañana, queda suspendida, pues será incumbencia del poder ejecutivo designar la forma de restablecimiento de ,a municipalidad. 9 de Julio con fecha 21 de diciembre de 1899.
Firmado Nicolas L. Robbio, P.A.N – Enrique Cabrera, U.C.R ; Benigno Martínez,  U.C.N

LAS CONSECUENCIAS

Para apreciar las consecuencias después de los hechos analizados por una visión conservadora siendo que el diario que dominaba en el momento era manejado por manos conservadoras, lamentablemente no nos quedaron registros de la opinión mitrista, vemos a continuación para cerrar esta historia un relato periodístico del diario “El Nueve de Julio”, de diciembre de 1899.

VEA SI NO ES VERDAD SI LOS MITRISTAS NO SON REVOLUCIONARIOS

A causa de los disturbios y los incidentes sangrientos que tuvieron lugar el día 26 del próximo pasado con motivo de la elección municipal ha intervenido el señor juez del crimen del departamento para investigar quienes son los verdaderos autores de esos crímenes para castigarlos severamente con arreglo a la ley.
Varios ciudadanos han sido constituidos en prisión y conducidos a la cárcel de Mercedes sin estar justificados los hechos que se les imputan.
Véase si no es una razón acabada que por eso se ha producido ese movimiento que traerá más tarde complicaciones de mayor trascendencia; que ellos mismos tendrán que lamentarlo cuando las pruebas salgan a la luz y sea irreprochable su evidencia.
Están bien demostrados palmariamente que los disturbios de aquel día fueron producidos por ellos y que trajo por consecuencia el luto y la ruina de algunas familias.
A causa de esas torpes asechanzas se produjo la contienda electoral que tanto se ha lamentado por la pérdida irreparable de padres de familias, que han dejado en la orfandad y miseria, niños, esposas y madres que aun estarán frescas las huellas en sus rostros en las lágrimas que han derramado sobre el féretro de su ser querido.
Los mitristas, o sea la U.C.N como se titula, es voz corriente que prohibieron la penetración de los autonomistas al recinto del atrio y con ese proceder incendiario, arrojaron la primera piedra sobre el combustible y para agravar más el momento hacían votar ocho o diez veces a un mismo individuo para hacer aparecer en el registro mil y pico de sufragantes y entonces adueñarse perpetuamente de la situación, arrojando el baldón sobre la frente a los autonomistas.
Ese procedimiento escandaloso irritó los ánimos y los hechos se produjeron.
Pero Nicolás L. Robbio con su calma le señaló la verdad y la justicia, pero ellos desoyendo la razón, se levantaron para hacer creer a los ilusos que ellos son los únicos que pueden gobernar la situación política local de este partido y administrar los bienes comunales con honradez y con un tino especial que a todos satisfaga..

PALABRAS FINALES

Con este hecho trágico, quedaron bien reflejadas las tendencias políticas de esta época, caracterizadas por la violencia y la imposición, donde el voto cantado y a la vista podía visualizar en los comicios las diferencias de un partido  sobre otro. ¿ Habrá sido eso lo que causó la revuelta por parte de los Conservadores con el fin de invalidar las elecciones que supuesta-ente  estaban ganado los mitristas?, ¿ o era que éstos bajo los intereses del diputado Francisco Roca y del intendente Martínez, de consolidar el partido mitrista en el orden local impedían el ejercicio del sufragio limitando la participación de los votantes conservadores?.
Otra cuestión de este conflicto es la figura del juez Lloza que enterado del asunto, seguro por vía oficial debido a  la trascendencia del hecho. Este juez tenía orientación política, posiblemente  respondía a la facción conservadora, y esto se evidencia por la ausencia de sentencia a los que cometieron crímenes realizados por los policías y guardia cárceles, o quizás hayan tenido impunidad por el uniforme.
El indulto a los fiscales y dirigentes del partido conservador, hace pensar en una arbitrariedad donde no se manifiesta una decisión imparcial. Si hubo imparcialidad tendría valor el convenio firmado por los dirigentes de los partidos para la pacificación de las hostilidades.

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