[9 de agosto de 2010] En la mañana de ayer, con la celebración de una solemne liturgia y la realización de una procesión, culminó el programa preparado con motivo de las Fiestas Patronales de la Catedral de 9 de Julio, en honor de Santo Domingo de Guzmán.
La misa fue celebrada por el Obispo de la Diócesis, monseñor Martín de Elizalde quien estuvo acompañado por miembros del clero secular y religioso de su Iglesia Particular: los presbíteros Diego Arfuch que actualmente reside en la Compañía de San Sulpicio; Facundo Iván Echaniz y Guillermo Jesús Gómez, vicarios parroquiales de la Catedral y de la Parroquia “Nuestra Señora de Fátima”; Carlos Andrés Tibberi, párroco de la Catedral y administrador parroquial de Fátima; Adolfo Ricardo Petti, párroco de “San Anselmo” de Pehuajó y administrador Parroquial de la Cuasi-Parroquia “San Bernardo” de la localidad de Guanaco; Horacio Adrián Lento, párroco de “Santa Rosa de Lima” de Bragado, administrador parroquial de “San Patricio” en General O’Brien y Ecónomo Diocesano; el padre Alfonso Gil, de la Congregación Marianista, miembro del Colegio de Consultores diocesano; el Diácono Roberto Marín y por varios seminaristas de la Diócesis.
En su homilía, el Obispo diocesano, de refirió a la santidad, a la intersección de los santos en el seguimiento de Cristo. En un pasaje, expresó que “Jesús invita sugiriendo, poniendo en el corazón de los hombres, el deseo de seguirlo y limitarlo.
“Esa llamada –añadió- que Dios dirige es la primera condición, fruto de la Redención de Cristo, por la cual las puertas de la santidad y de la felicidad verdadera están siempre abiertas para todos los fieles”.
«En esta vida nos invita a entrar en la santidad haciendo los discípulos de Jesucristo, escuchando su Evangelio, respondiendo con nuestra vida, con nuestra conducta. Eso es, precisamente, lo que los santos realizaron de manera perfecta; porque hicieron presente en su vida al mismo Señor Jesús”, refirió monseñor Elizalde.
El Obispo subrayó que “cada santo refleja una manera particular, de acuerdo a su tiempo y a sus circunstancias, de responder con toda profundidad, con sincera honestidad, consecuencia y constancia aquello que el Señor pide”.
En otra parte de su mensaje, monseñor Elizalde instó a los cristianos a ser «testigo del Evangelio, de una vida de seguimiento y de imitación de Cristo y, al mismo tiempo, anunciadores de lo definitivo, de lo permanente; no solamente con las palabras, sino sobre todo con la vida, con el ejercicio de la calidad, la práctica de las virtudes, el testimonio de una convicción profunda, con la transmisión del Evangelio por la misión y en la formación de las nuevas generaciones”.
“Somos cristianos y creemos, firmemente, que la salvación del mundo está en Cristo, así lo creyeron los santos y así lo practicaron; por eso fueron capaces de transformar el mundo, demarcar en la sociedad esa presencia del Evangelio, haciendo que Cristo sea el centro, el inspirador y la meta de la vida de los hombres”, expresó monseñor Elizalde.
Finalizada la Eucaristía, partió desde el templo una procesión, presidida por las imágenes de Nuestra Señora de Fátima y de Santo Domingo de Guzmán, patronos de la Diócesis, que circundó la Plaza “General Belgrano” para retornar al punto de partida donde, por último, el Obispo impartió la bendición solemne.
