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Nueve de Julio
viernes, abril 26, 2024

Carlos Jáuregui. Un personaje polémico

imprenta

Recopilación: Héctor José Iaconis.

* Fundó el primer periódico que circuló en esta ciudad.
* Si bien nunca se estableció de forma estable en 9 de Julio, además de su imprenta, hubo otros negocios en el pueblo, donde se le conocía como agente judicial y rematador.
* En la vecina ciudad de Bragado también fue iniciador de la actividad periodística y se destacó ocupando diferentes cargos públicos.
* Personaje singular, polémico en su desempeño político, fue el primer empresario periodístico en 9 de Julio.

En la historia del periodismo nuevejuliense, Carlos F. Jáuregui ocupa un lugar de privilegio. Aunque su paso por esta comunidad fue relativamente efímero, tuvo el mérito de ser el primer empresario tipográfico y periodístico que, además de instalar una imprenta, fundó el primer periódico que circuló en 9 de Julio.
Su figura ha quedado ligada a las memorias escritas por el fundador de Los Toldos, Electo Urquizo, quien con escaso valor literario, aunque más importante en el plano testimonial, se ocupó de destruir su imagen tras haber sido supuestamente víctima de los malos negocios de Jáuregui.
No se tienen noticias exactas acerca de su biografía, antes de instalarse en esta región de la provincia de Buenos Aires. Dedicado desde joven a la representación judicial y como martillero público, se ocupaba, además, de la atención de balances, liquidaciones testamentarias, y préstamos del Banco Hipotecario Nacional.
Electo Urquizo, en sus memorias, afirma que, Jáuregui, «fue el vicio culturizado y fustigaba a la civilización virtuosa; fue un hombre culto y pícaro, con la particularidad de que él mismo se daba cuenta de que era un bribón».
«Pobre juicio testamentario -agrega Urquizo- que caía en sus garras. Ni el polvo de las vacas ni de las ovejas veían los herederos de estancieros ricos. Casa de comercio en liquidación que le daban los acreedores para vigilarla, ni los armazones se escapaban de sus garras y era inútil querer palenquiarlo en los tribunales, porque siempre insolvente. De su propiedad no tenía más que el traje que llevaba puesto. Fue muy prolijo en hacer sus pillerías».
Es evidente que el fundador de Los Toldos se excede en gran medida en la consideración que hace de Jáuregui.

SU PERSONALIDAD
Electo Urquizo, en sus memorias, describe a Jáuregui como «un hombre elegante, de talla alta, de maneras cultas, de una conversación agradable, siempre chispeante y oportuno en sus chistes».
«Sabía -prosigue Urquizo- captarse las simpatías de cualquiera que lo trataba. Era generoso con sus amigos y obsequioso con los forasteros y caritativo con los desheredados de la fortuna. Era un hombre singular. Saqueaba a los unos para darlo a otros. Siempre estrenaba traje nuevos fumaba habanos especiales».
Según el cronista, como periodista, acostumbraba marear a sus lectores, «con el incienso de una literatura almibarada».

EN EL PERIODISMO EN BRAGADO

A Carlos Jáuregui se lo ubica en los orígenes del periodismo en Bragado. Junto a Pedro Varangot fundó el periódico “El Pampero”, un bisemanario que circuló los jueves y domingos entre el 3 de febrero de 1879 y el año 1887. Se trató de un periódico rudimentario, que contaba apenas con “una prensa primitiva y una caja de tipos”, de acuerdo a lo expresado por el propio Varangot.
En 1890, fundó “La Epoca”, junto al escribano Pedro Tomás Sempé, su cuñado. El mismo aparecía todos los martes, jueves y sábados por la tarde.

INICIADOR DEL PERIODISMO EN 9 DE JULIO

En 1886, la corriente política liderada por Nicolás L. Robbio se había encolumnado para sostener la candidatura de Máximo Paz, para el cargo de gobernador de la Provincia.  Unos de los principales intentos por ampliar la campaña proselitista, contra la candidatura del doctor Nicolás Achaval, debió ser la creación de  una publicación periódica que, de algún modo, fuera sostenedora –por así decirlo- de los ideales “pacistas”.
Merced a los recursos económicos que le habían confiado para difundir la candidatura de Máximo Paz, el 1º de julio de ese año, Carlos Jáuregui fundó en 9 de Julio el periódico “La Defensa”. Para ello, instaló una pequeña imprenta, con tipografía móvil, en un taller bastante rudimentario ubicado en esquina de Libertad y Salta.
Aunque la dirección, como la redacción, eran anónimas,  Carlos F. Jáuregui, figuraba como fundador y propietario de la imprenta.
Sus asuntos profesionales y su dedicación política le impidieron establecerse personalmente en el pueblo para administrar el periódico. Para ello designó a Cayetano De Briganti, un inmigrante italiano, de sólida formación cultural. Por otro lado, al menos poco después, la regencia fue puesta en manos de Pascual Farías.
En la ciudad de Buenos Aires poseía como representante a J. Gusti- nián; quien, domiciliado en Maipú  al 356, atendía la colocación de avisos en las principales estaciones ferroviarias.
Al parecer, como era habitual en la época, el periódico fue comercializado, principalmente, mediante suscripción. Una tarifa  cobrada trimestral o mensualmente, que podía ascender a 1,50 pesos por cada tres meses.
La frecuencia de aparición de “La Defensa” en bisemanal, los jueves y domingos. El tamaño de la página no difería demasiado de los que más tarde fueron publicados en el pueblo, durante el siglo XIX: 57 por 40 centímetros, aproximadamente.
La diagramación era efectuada a cinco columnas, de 7 centímetros cada una, es decir, 185.5 puntos en la escala de ciceros. El nombre de la hoja, en la primera plana, llevada, obviamente, los tipos más importantes en color pleno, de 25 por 12 centímetros.
La primera página, en particular, recogía las notas y noticias más importantes, por su extensión y contenido. En la anteúltima, podían ubicarse los avisos de remates, los edictos judiciales, las informaciones municipales (tal vez, rentadas), y los horarios, recorridos y tarifas de las empresas de mensajerías.
Los avisos publicitarios más importantes, por su tamaño y diseño, se colocaban en la última página. No eran sólo propagandas de comercios o industrias locales, pues también se incluían otras de firmas radicadas en Buenos Aires, y remitidos a esta por el representante
Las notas elaboradas por la redacción no resultaban de compleja lectura. Para la época y las caracterizaciones lingüísticas tenidas entonces, se trataba de una expresión quizá despojada y  un tanto dinámica… No se trataba, pues, de una edición con improntas intelectuales o de marcada elaboración ilustrativa, a la manera de algunos diarios aparecidos en las grandes ciudades; pero sería injusto desestimar el aporte realizado por esta página a la sociedad de 9 de Julio.

INTENDENTE EN BRAGADO

Como dijimos, Carlos Jáuregui, tuvo una larga trayectoria política en Bragado. Allí se lo conoció por su propensión a adecuarse a las circunstancias políticas, cambiando de banderilla política. En 1874 había adherido al partido de Bartolomé Mitre; un año después se le había pasado con Adolfo Alsina; luego pasó por otras corrientes, para terminar siendo conservador más rancio.
Fue elegido segundo intendente del partido de Bragado, el 1 de enero de 1888. Durante su gestión al frente del Departamento Ejecutivo hubo algunos puntos positivos en su gobierno municipal: hizo reparar las oficinas de la casa municipal, realizó la atención de los presos en las cárceles, se preocupó de manera especial por la higiene urbana y la atención de los enfermos y trabajó en la mejora de caminos.
El 1º de enero del 1889 fue reelegido como intendente. En este período, la convivencia con el Concejo Deliberante no era buena.

EN BUENOS AIRES Y LA PLATA. EL FINAL DE SU VIDA

En 1893, se radicó en Buenos Aires y, más tarde en La Plata, continuando con su escritorio en sociedad con varios.
Electo Urquizo, en sus memorias, recrea los últimos años en la vida de Jáuregui. No sabemos con certeza si todo lo que afirma es veraz, aunque, ciertamente, pone de manifiesto la forma con que el fundador de Los Toldos lo caracterizaba:
«En 1893 don Carlos Jáuregui se fue a radicar en Buenos Aires. Allí abrió un comercio en sociedad con un joven, de apellido Acuña, quien había heredado una fortuna regular. Don Carlos se la comió `en sopas’, lo desplumó y  largó hablando solo. Después se asoció con un señor Miranda en una casa de remates, denominada ‘ «la granja nacional». En ese año se engancharon como 60,000 pesos. De la metrópoli se trasladó a La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Allí abrió un escritorio con un señor de apellido Miró, con el cual estafaron a medio mundo. Y por último, cuando ya no encontró infelices para explotar, se hizo comisionado de los cónsules de Francia y de Italia en La Plata. A francés o italiano que moría sin dejar herederos directos en el país, don Carlos le embargaba todo, iniciando la testamentaria y ‘ojos que te vieron, no volverán a verte’…»
Lo cierto es que tan bien no le debe de haber ido por el fin de su vida, y lo encontró lleno de deudas.
Se casó con la hermana del escribano Pedro Tomás Sempé, Catalina.
Carlos Jáuregui falleció, lleno de deudas y por propia decisión; se arrojó al paso del tren el 22 de noviembre de 1896.

PALABRAS FINALES

Carlos Jáuregui fue un personaje muy singular en su tiempo. En 9 de Julio tuvo el mérito de ser el primer empresario periodístico, el primero en instalar una imprenta y publicar un periódico. En su paso por esta comunidad mantuvo amistad con muchas personas de su tiempo.
No fue la suya una vida prolija, no se distrajo de perseguir la fortuna, aunque no estuvo ajeno a los sobresaltos y a perderlo todo, para llegar al final de sus días en un estado económico adverso.
Su historia de vida es la de un hombre común que, tal vez, en su carrera vital escogió un camino que, aunque parecía simple y provechoso, lleno de deleites y de placeres, terminó conduciéndolo al abismo.

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