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jueves, abril 25, 2024

La adoración de los magos o Tríptico de la epifanía. El Bosco.

Escribe Cristina Moscato

Los Reyes Magos de Oriente o simplemente  Reyes  Magos,  es el nombre con que, vulgarmente,  se  denomina  a los visitantes  extranjeros que  acuden   al nacimiento de Jesús   para rendirle homenaje y acercarle  regalos de gran riqueza simbólica.

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Concretamente, es el Evangelio según San Mateo  la única fuente que menciona a los magos. No le da nombres ni títulos de reyes. Si  cuenta  que  llegan a Jerusalén  desde el Oriente, siguiendo la nueva estrella  que señala  el nacimiento del futuro  rey de los judíos.   El evangelista también precisa  que los  magos  adoran al niño y le obsequian  incienso, oro y mirra.
Los evangelios apócrifos o extra canónicos  (no incluidos en el canon de la iglesia católica)  mencionan  más detalles.  En ellos se  dice que los magos  tienen algún vínculo familiar con el recién nacido  y que llegan con tres legiones de soldados, una de Persia, otra de Babilonia y otra de Asia.
Interpretaciones posteriores  los consideran  originarios de Asia, Europa  y África.
La primera  vez que surge el nombre  con que hoy  los conocemos  es en la iglesia de San Apolinar  Nuovo,  de Ravena, Italia. Allí, aparecen tres magos  al frente de una procesión  ilustrados  en un  mosaico del  siglo VI.  Sobre sus cabezas se inscribe la leyenda:  Gaspar, Melchor y Baltasar.
El Bosco (Hieronymus  Bosch) en un tríptico realizado en  óleo sobre tabla,  nos pone ante su  versión de la Adoración de los magos, obra que también  se conoce como Tríptico de la epifanía, datada  entre  los años 1485 y 1500.
Los postigos del tríptico cerrado  (138 cm de alto x 72 cm de ancho) representan la misa de San Gregorio.  En  grisalla (técnica pictórica basada  en una pintura monocroma que produce la sensación de un relieve escultórico) vemos  al papa Gregorio (590- 604)  arrodillado delante del altar en el momento en que acaba de asomar medio cuerpo de Jesús con atributos de la Pasión. Las otras figuras serían el padre de quién  encargó la obra o donante  (izquierda) y la romana que dudaba de la presencia de Cristo en la eucaristía (derecha).
Según la leyenda, este suceso, ampliamente difundido  en el arte religioso del medioevo  y de principios del  renacimiento, tuvo lugar mientras  el mandatario  celebra la misa en la Iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma.
Abierto el tríptico, vemos tres  tablas, la central que  mide 138 x 72 cm  y dos laterales de 138 x 33 cm.
Un fondo común compuesto por un cielo azul y una ciudad emplazada sobre un terreno ondeado al que atraviesa un río,  unifican los compartimentos.
En el ala izquierda, vestido de negro y de rodillas,  se halla   Pieter  Bronchorts,  el donante,  identificado gracias al  escudo familiar con la inscripción ¨Een voer al¨ (uno para todos).   San Pedro  está detrás del él. Viste  de rojo y carga dos llaves enormes en la cintura.
Más arriba, en un segundo plano,  aparece un hombre  sentado  sobre  una cesta bajo un precario tejado.  Los historiadores  coinciden en que se trata de José secando  los pañales del niño.  Hacia el fondo se ven unos campesinos danzando y, más atrás, un edificio que acaba en punta.
En la tabla central se desarrolla la Adoración de los Reyes Magos propiamente dicha.  La Virgen vestida de negro y sentada fuera de la precaria cabaña, con el niño sobre un lienzo  blanco en el regazo,  es el centro de la composición.  Melchor,  el más viejo de los tres  reyes, representa a Asia. De rodillas ante María ha depositado en el suelo  una corona  con el sacrificio de Isaac, prefiguración de la Pasión de Cristo.  El hecho de que la misma esté sobre sapos  simbolizaría el poder de la cruz sobre la herejía o el pecado.
Gaspar, blanco,  de mediana edad y con un plato que contiene incienso, representa a Europa.  En la esclavina metálica que viste se   ilustra la visita de la reina de Saba a Salomón. (La correlación ofrenda  Reina de Saba /Adoración de los magos tienen antecedentes en la Biblia de los Pobres hecha  de  imágenes  y muy difunda   en la Edad Media).
Baltasar, el negro que representa a África, lleva un cáliz esférico que contiene la mirra.
Unos extraños e inquietantes personajes, típicos de la pintura de El Bosco,  completan la escena.  Algunos están trepados al techo, otros espían  desde dentro de la cabaña.  Entre ellos, destaca un hombre  que asoma  por  una puerta, entre  Baltasar y Gaspar,  secundado por otros curiosos.   La corona y el manto rojo sobre el cuerpo desnudo,  ha hecho pensar en la presencia de un loco , mientras  la herida pustulosa que presenta en la pierna  y la  campanilla  sujeta al muslo, en  un leproso,  enfermedad  que aludiría, lo mismo que la locura,  al pecado o a la herejía como fuerzas del mal (recordemos que la  causa  de estas  dos  enfermedades para el hombre del medioevo era la  ira Divina). Otros han visto en él, sencillamente, el Anticristo o la encarnación del mismo  Herodes.
A lo lejos pueden verse  ejércitos  en marcha, quizá  Herodes  en  busca del  niño.  Más atrás,  edificios esféricos y cúpulas en cebolla  evocan, posiblemente,  construcciones de la  antigua   Jerusalén,  de  la extinta Halicarnaso y de  El Cairo.
En la tabla derecha se encuentra la esposa del donante junto a Santa Inés.

La obra se halla actualmente en el Museo del Prado de Madrid. Puede verse en todo detalle y esplendor en distintas páginas de la web.

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