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viernes, marzo 29, 2024

Silvia Galvani y una interesante propuesta

No es la primera vez que la artista plástica Silvia Galvani se destaca, en nuestra comunidad, por una interesante iniciativa. En este caso, la propuesta artística tiene una doble dimensión: una rayuela y la invitación a “Volver a jugar en la vereda”.

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Precisamente, el 12 de octubre de este año, en el marco de la celebración del 81º aniversario de la Biblioteca Popular “José Ingenieros”, en la vereda de la sede de la calle Mendoza esquina San Martín, fue pintada una rayuela, el tradicional juego representado por el diagrama compuesto por diez cuadros.
La hermosa rayuela llenó de un particular colorido la vereda de la Biblioteca. Además, tiene implícito el imperativo interior de volver la mirada hacia el juego al aire libre, en ese espacio común tan importante para la socialización de niños y adultos: la vereda.

LA RAYUELA

La rayuela es uno de los juegos más conocidos en todo el mundo. Su origen no se conoce con exactitud, pero se lo relaciona con los juegos lineales conocidos en tiempos de las civilizaciones egea, griega y romana.
Arcaica y universal, la rayuela constituye, como muchos otros juegos, un pequeño enigma etnológico para los estudiosos, que no se han puesto todavía de acuerdo sobre sus orígenes y le han atribuido, como a los naipes, significados míticos, mágicos, religiosos, cabalísticos, etc., relacionándola con los progresos del alma, con ceremonias y ritos de pasaje, con el laberinto y la espiral, etcétera.
Según algunas versiones, la rayuela habría sido inventada por un monje español, quien quería simbolizar en este juego el comienzo de la vida, la vida misma, con sus dificultades y alternativas, y el culmen de alcanzar el cielo, la meta final. Esto hace pensar que la rayuela pudo haber tenido un sentido astrológico concreto. Lo cierto es que se trata de un juego que ayuda a los niños a aprender y escribir los números y despierta sus habilidades como contar, razonar y mejora su equilibrio.
En el mismo sentido, la secuencia numérica que se requiere para jugar a la rayuela anima a los niños a desarrollar el pensamiento lógico matemático. Los saltos que los niños tendrán que dar,  les aportará una mayor agilidad, coordinación y fuerza. Es un juego que ayuda al desarrollo motor de los niños.
Julio Cortázar, en su novela “Rayuela”, publicada en 1963, describe el juego de la siguiente manera: «La rayuela se juega con una piedrita que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. En lo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo”.
“Poco a poco –prosigue Cortazar-, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas (rayuela caracol, rayuela rectangular, rayuela de fantasía, poco usada) y un día se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo».
No es casual que, precisamente, en el centenario del natalicio de Julio Cortazar, el autor del libro que inmortalizó aún más el tradicional juego, Silvia Galvani la haya escogido para su proyecto.

VOLVER A JUGAR EN LA VEREDA

Proyecto Rayuelas: «Volvamos a jugar en la vereda» tiene que ver, esencialmente, con el feliz cometido de recuperar la práctica de jugar en la vereda.
La plaza y la vereda1 son reconocidos como instancias privilegiadas de socialización barrial en espacios urbanos en la Argentina . En estos espacios ha sido posible tradicionalmente localizar buena parte del conjunto de juegos que se desarrollan en la infancia y son compartidos con otros, siendo de esta forma a la par instancias de juego y de socialización.
Tal como lo afirma Pablo De Grande, en  “¿Plaza o vereda? Espacios de juego y socialización barrial en la Argentina”, las veredas son reconocidas “como instancias privilegiadas de socialización barrial en espacios urbanos en la Argentina”.
“En estos espacios –sugiere De Grance- ha sido posible tradicionalmente localizar buena parte del conjunto de juegos que se desarrollan en la infancia y son compartidos con otros, siendo de esta forma a la par instancias de juego y de socialización”. La plaza, el parque, la vereda y el barrio se plantean como espacios clave en el desarrollo infantil. Es en estos lugares donde los pequeños y pequeñas aprenden a andar en bici, se animan a trepar un árbol, arman improvisadas carreras, se deslizan sin demasiados rodeos por un tobogán y juegan a la pelota, a la mancha o a las escondidas.
Sin embargo, eso no es todo. Estos espacios, lejos de ser neutrales, educan en el sentido amplio de la palabra. En ellos se ponen en juego «modos de hacer, de actuar, de entender la cultura, las creencias y las posibilidades de transformación. Transmiten un código social que contiene en sí mismo tanto pasado como proyección».
Por todo ello celebramos esta importante iniciativa de Silvia Galvani, que se constituye, tal cual su meta, como un símbolo de la Paz.

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