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martes, abril 16, 2024

Sexualidad del Discapacitado

Por Prof. Marta Bettoli (*)

Cuando hablamos de discapacitados nos referimos a aquellos que, teniendo el potencial adecuado, no pueden realizar con independencia algunas actividades que surgen de las necesidades humanas. Entre ellas y ocupando un lugar importante, se encuentra la sexualidad.
Podemos clasificar las discapacidades en cuatro grandes grupos.
Neurolocomotoras: lesiones medulares, hemiplijias, parálisis cerebral, mielingocele (espina bífida), poliomielitis, neuropatías periféricas.
Mentales: la más frecuente es el síndrome de Down.
Sensoriales: ceguera, sordomudez.
Viscerales; Diabetes, cardiopatías enterostomías (ano contra natura).
Considerando que alrededor del 5% de la población general presenta algunas de estas enfermedades incapacitantes, nos encontramos con un gran número de seres humanos que necesitan una solución para poder vivir su sexualidad lo más plenamente posible.
Históricamente se trató siempre de desexualizar al individuo discapacitado, de negar su se sexualidad. Algunos personas encuentran que el más leve pensamiento relacionado con el sexo entre discapacitados es sinónimo de perversión, lo cual parece estar vinculado con ciertos estándares culturales que asimilan el valor del atractivo físico y la belleza con el sexo y el romanticismo sólo podrían tener sexo las personas jóvenes y hermosas.
Por suerte, últimamente, ha habido una apertura en relación con el tema y se comenzó a reconocer que los discapacitados también son seres humanos en ese aspecto de la vida.
Para poder comprender la sexualidad del discapacitado, tenemos que comprender que no existe una sola forma de manifestarse sexualmente, que las posibilidades son múltiples y válidas siempre y cuando estén orientadas a lograr gratificación individual y de pareja. Por otra parte, debemos tener en cuenta la diferencia entre el sexo cuyo objetivo es el placer, y el sexo con fines reproductivos.
El cuerpo tiene muchas zonas erógenas que nos pueden brindar placer. La sexualidad no tiene porqué limitarse a los genitales. Es el cerebro nuestro órgano sexual más importante, pues recibe todas las sensaciones de nuestro organismo, entre ellas las del placer.
Creo en el derecho que tienen los discapacitados, sean hombres o mujeres, a expresarse sexualmente en libertad. Además, las vivencias sexuales de estos individuos pueden afectar positiva o negativamente su adaptación social, por lo cual considero que todo plan integral de rehabilitación, con el propósito de ayudar a estas personas a desarrollar una adecuada identidad sexual y capacitarlos para que puedan vivir su sexualidad de una manera sana, consciente y responsable dentro de la sociedad.
Quiero citar en este sentido las palabras de una parapléjica que son suficientemente explícitas: “Cuando empecé a funcionar sexualmente, me sentí una persona completa y fui mejorando en todas mis otras actividades”
Las discapacidades son muchas y las posibilidades de tratamiento, diversas. Por lo tanto vamos a tomar como ejemplo al varón lesionado medular que reúne trastornos de índole orgánica y de índole psicológica.
Es una lesión medular, el deseo no se ve afectado, pero lo que sí se afecta de modo importante es la función de los órganos genitales.
En caso de que la lesión sea completa (es decir, si se hallan lesionadas todas las fibras nerviosas de un sector de la médula), se pierde la conexión con el cerebro. Entonces, la posibilidad de erección y/o eyaculación va a depender de que los centros nerviosos donde se generan, se encuentre por encima de estos centros medulares, pudiendo observarse ambas funciones por vía refleja, o sea buscando las zonas que al ser estimuladas las produzcan.
En todos los casos, el sector del cuerpo por debajo de la lesión pierde sensibilidad, entre ellos los órganos genitales. Por lo tanto, por esa vía es imposible el orgasmo.
Si la lesión es incompleta, o sea, si algunas conexiones con el cerebro han quedado intactas, clínicamente podremos saber qué función sexual se conserva en cada caso.
Todo ser humano que quiera ejercer su sexualidad debe convencerse de que está amando y siendo amado, de que es un participante y no un espectador, de que no hay una forma obligatoria para expresarse sexualmente y que cada uno debe buscar las suyas propias. Experimentando se encuentra la puerta hacia una situación gratificante
Creo que todo aquello que lleve al goce sexual de la pareja, sin producir daño a ninguno de los dos, es válido.
A la hora de abordar los problemas sexuales debemos tener el máximo respeto por la intimidad del paciente discapacitado, así como por sus creencias religiosas, pues de lo contrario se podría agravar su situación creándole nuevos conflictos psíquicos.
El tratamiento debe contar con un buen apoyo psicológico, buscando reafirmar su masculinidad e infundirle confianza suficiente en sus posibilidades de satisfacción sexual.
Seguidamente procedemos a proporcionarle una adecuada información sobre sus posibilidades de función genital, orientándolo sobre los cuidados urinarios y defecación previos a la relación sexual, con el fin de evitar micción o defecación durante ésta, lo cual podría inhibir a ambos miembros de la pareja. Lo orientamos sobre las posturas adecuadas para el coito.
Dicha información debe ser extendida a los padres de los niños/as discapacitados y al público en general, como una forma de educación sexual para ellos mismos y para que permitan a su vez el desarrollo y expresión sexual normal de este núcleo de población.
Posteriormente trabajamos con la pareja en dos aspectos:
El primero y más importante, es la búsqueda de sensaciones placenteras en sectores corporales en los cuales haya sensibilidad, concentrándose progresivamente en dichas sensaciones parecidas al orgasmo.
El segundo aspecto se orienta a buscar el ciclo anatómico de respuesta sexual:
Erección. Es el mismo paciente quien debe explorar su cuerpo buscando el estímulo adecuado que produzca erección. Algunos pacientes lo logran con la estimulación de la cabeza del pene, otros con técnicas masturbatorias, o con vibromasajes o pellizcándose la parte interna del muslo, o colocándose una cinta elástica alrededor de la raíz del pene, etc. Hay que tener en cuenta que un 30% no logra erección. En estos casos debe orientarse al paciente hacia otras formas de actividad sexual, o bien indicar la colocación de prótesis (poco aconsejables en general).
Eyaculación. La búsqueda de semen queda supeditada a la decisión, en común acuerdo con la pareja, de intentar la posibilidad de procreación. Para lograr esto existen varios métodos: la prueba de la prostigmina, electro estimulación, vibromasajes, etc.
En conclusión, las personas discapacitadas son seres sexuales. Por lo tanto, debemos aceptar este hecho, ayudándolos a desarrollar una adecuada identidad sexual, armarlos con información y acompañarlos para que realicen su propia vida.

* Marta Bettoli, nuevejuliense radicada en la ciudad de Mar del Plata
Profesora en Ciencias Biológicas ( U. N. L. P.)
Orientadora en Educación Sexual (C. E.T .I. S)

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