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viernes, abril 19, 2024

La necesidad de una Educación Sexual

* Por Prof.Marta Bettoli

Muchos teóricos de la educación sexual, haciendo un esfuerzo por llegar a una definición base mínima, podrían suscribir que la educación sexual, entendida ahora en términos generales, serían aquellas acciones más bien de carácter “informativo” que se aplican a ciertos grupos de población, preferentemente infantiles y juveniles, al objeto de que estén en disposición de comprender el hecho sexual, inherente a todos los individuos, para poder resolver algunos problemas que la sexualidad puede plantearles.
Este acuerdo, preferentemente en sostener que la educación sexual es necesaria, se diluye cuando se profundiza en cuestiones más relevantes y puntuales. Probablemente la cuestión radica en una pregunta: ¿Qué tipo de educación sexual?. Para esta pregunta existen numerosas respuestas.
La defensa de la educación sexual aparecería revestida de argumentos y razones insólitas. Cuando planteamos el problema con seriedad, los “peros” y los “dependes”, suelen ser actitudes que siguen, inexorablemente, al “si” inicial.
Hay que distinguir dos grupos: los que están a favor y los que están en contra. Esta es una clasificación arbitraria y poco real, pero útil a efectos comprensivos ya que cada uno de estos grupos tiene innumerables matices, posiciones y tendencias. Pero en la práctica o se está realmente a favor de una intervención debidamente planificada en la escuela o no se está. Muchas de las veces, ciertas posiciones aparentemente progresistas, esconden una negativa a plantearse esta cuestión en profundidad.
ARGUMENTOS: “Los del no”
* En primer lugar situamos aquellos que, en líneas generales, pensarían que la introducción de la educación sexual en la escuela fomentaría, sin duda alguna, el libertinaje sexual, abriría a los niños y a las niñas las puertas del permiso lo que conllevaría un sinnúmero de desgracias y males sociales, familiares…, etc.
* Para ellos la educación sexual no es sino un aprendizaje y una incitación a la práctica desordenada e irresponsable.
* Un segundo grupo pensaría que la educación sexual, además de innecesaria, es inútil, dado que va dirigida a una población, supuestamente infantil, que no tiene sexualidad. En todo caso, admitiendo ciertos problemas sexuales patológicos, la educación propuesta sería de “represión”.
* Un tercer sector, incluiría a aquellos argumentos que se basan en la consideración de que la educación sexual no es sino una manera de banalizar el sexo, perdiendo este su carácter sagrado y misterioso. Además de esto, no es preciso intervenir en virtud de que la madre naturaleza es muy sabia y, ella a su debido tiempo, nos enseña cómo debemos actuar.
* En cuarto lugar incluiríamos ciertos argumentos más modernos que los anteriores, en la medida en que admiten algún tipo de actuación, aunque se caracterizan por defender unas actitudes enormemente cautelosas. Este grupo es numerosísimo sobre todo en instancias oficiales. Para ellos la sexualidad es un tema “resbaladizo” “delicado”… , y, por tanto, ha de “abordarse con la debida prudencia”. En nuestra experiencia, tales consideraciones hay que traducirlas en términos como: “mejor olvidarse de la problemática”, “no interesa por ahora”, “es mejor no remover”, “en todo caso unas charlas informativas….”
* Las intervenciones que aceptarían como mucho serían de tipo exclusivamente informativo biológico. Corresponderían, de algún modo, bien al modelo tradicional o al técnico – instructivo.
* En otro lugar podríamos aglutinar a un numerosísimo grupo de personas que sostienen argumentos, que si bien admiten precauciones, estas tienen otro fundamento.
* Aquellos que continuamente están discutiendo el momento a partir del cual debe realizarse la educación sexual.
b) Los que polemizan acerca de la convivencia de impartir la educación sexual separando a los alumnos en razón de su sexo. Suponen que la educación para hombres y mujeres debe ser diferente, ya que sus necesidades y la preparación para la vida son así mismo diferentes.
c) Algunos incluso discuten respecto del sexo del educador. Admiten que hay ciertos temas que deben ser explicados por las mujeres y otros por los hombres.
d) Los más numerosos, se sitúan en las discrepancias respecto de la metodología y, sobre todo, de los programas educativos y de su contenido. Este sector modernista de los detractores, admitiría una información reproductiva biológica a la que habría que añadir informaciones complementarias sobre las enfermedades de transmisión sexual.
* Por último habría que añadir otro amplio grupo de argumentos, aparentemente neutros, que al igual que los demás impiden plantearse el problema en los términos adecuados.
Algunos suelen decir que “no hay presupuesto económico para este tipo de actividades… aunque cuando se les dice que son gratuitas, enseguida nos esgrimen otro tipo de argumento, especialmente preferido por un gran sector del profesorado: los programas condensados, la imposibilidad material de dedicar horas lectivas a otros temas… y, por fin, un argumento ante el que poco se puede hacer: “el Ministerio no incluye específicamente tales cuestiones y no vamos a hacer nosotros los pioneros, desencadenando con ello un problemas y conflictos en el profesorado y con los padres.
“Los del sí”
La mayoría de las personas consideran la educación sexual como necesaria, sino imprescindible. Sin embargo no son tantos los que están dispuestos a pasar al terreno de la práctica concreta e iniciar intervenciones pedagógicas precisas.
El reivindicar la educación sexual no es algo nuevo. Desde hace varias décadas son muchos los que han observado su necesidad y propuesto diversas soluciones.
Probablemente la diferencia entre la realidad actual y otros momentos anteriores, cabría situarla en las razones y argumentos que se utilizan a las que habría que añadir una nueva concepción de sexualidad. En este sentido la idea de una educación sexual coherente, e impartida de manera sistemática es un hecho novedoso.
Hasta hace unos años las argumentaciones en pro de la educación sexual, partían de la realidad social fundamentalmente. Así, se solicitaba para prevenir males mayores, lacras sociales, de las que se destacaban: luchar contra el “peligro venéreo”… “contra el vicio solitario”, contra la “perversión homosexual”.
En la actualidad el frente de los partidarios del “sí” a la educación sexual incluye los factores de orden profiláctico, añadiendo fines terapéuticos, enmarcados en un contexto de promoción de la salud y de mejora de las relaciones humanas.
Estos argumentos están apoyados por tres hechos destacados:
* Los cambios acontecidos en todos los órdenes en la sociedad que han posibilitado una mayor democratización, una mayor libertad y unas nuevas concepciones acerca de la vida sexual, en lo referente a valores, actitudes y comportamientos.
* Los datos provenientes de la realidad que muestran las consecuencias de una inadecuada educación sexual, que se materializan en situaciones conflictivas y problemáticas diversas.
* Los avances científicos, que mediante trabajos y estudios rigurosos han modificado los tradicionales conceptos de salud.
* El primer argumento que suele esgrimirse, se basa frecuentemente en la comparación de la realidad argentina con la de otros países europeos y americanos. Es decir, si otros países, más avanzados social y técnicamente, han incluido la educación sexual como actividad obligatoria en la escuela, sin entrar ahora en el análisis de las diferentes modalidades de unos y otros: ¿Por qué ello no sucede en nuestro país?
* En segundo lugar se suele argumentar a partir del derecho incuestionable que tienen las personas, también los educandos, a saber y conocer la verdad. Ya en 1946 una comisión internacional señalaba que “todos los niños/as tienen derecho a recibir una información científica, como parte de su educación general”. (Unesco. Educación para la salud, el sexo y la vida familiar. Paidós
Este hecho cobra mayor importancia si cabe, al plantear las cuestiones relativas a la responsabilidad que deben tener los alumnos/as también como no, en el terreno sexual.
Estamos de acuerdo en afirmar, que difícilmente va a ser posible ejercer la responsabilidad cuando se carece de los medios de conocimiento y de la información necesaria para llevarla a cabo con la mayor lucidez.
* Otro hecho destacado que generalmente se plantea, hace referencia a las características específicas de las sociedades en que vivimos. Los cambios acontecidos han generado nuevas necesidades que se hace preciso abordarlas con medios y métodos diferentes a los utilizados en otro tiempo.
* En el terreno sexual se sabe que niños y jóvenes se informan de cuestiones relativas al sexo, fundamentalmente a través de los amigos/as.
Es pretencioso e ingenuo, además de falso que los jóvenes están en la inocencia y desconocen cuestiones de índole sexual. En realidad saben. Lo que sucede es que este conocimiento fragmentado, versa más sobre las actividades sexuales menos frecuentes, sobre las enfermedades, que sobre aspectos positivos de la vida sexual.
Por otra parte, los cambios han traído consigo nuevos valores en el terreno conductual y actitudinal, de mayor relevancia y virulencia en los grupos adolescentes. Las pautas de comportamiento sexual difieren notablemente de las que siguieron sus progenitores, en lo que respecta a la edad de iniciación, la persona con la que se inician, el contexto afectivo en el que se desarrollan y hasta el marco físico.
* Por último, sintéticamente la educación sexual, queramos o no, existe desde el momento del nacimiento. Por tanto, lo que tendremos que optar, es si queremos que se siga haciendo como habitualmente se hace o si se prefiere cambiar de orientación. La evasión, la represión, la vergüenza, el demorar las respuestas y otro sinnúmero de actitudes y conductas de los adultos, son también formas de educación sexual. Es decir: que cada uno aprenda como pueda, en la calle, con los chistes, en relación con la casualidad o bien de una manera más planificada y objetiva, también a partir de la escuela.
Tampoco ha de obviarse en este punto, toda la información imperceptible, inconsciente, que transmiten los adultos a través de su cuerpo, de sus gestos, de sus actitudes y de sus conductas relacionales y afectivas. Todo ello también contribuye a “educar”, de un modo sutil, pero eficaz.
A las cuestiones sexuales no se les ha dado la atención y el estudio que merecen, a pesar de su importancia individual y colectiva, a pesar de su importancia individual y colectiva. Las actitudes ante la educación sexual son un fiel reflejo de este abandono intencionado, toda vez que se convierten en un nítido catalizador de esa consideración sexonegativa.
Es hora de que los enfoques científicos y rigurosos, sustituyan a los chismes y a los consejos publicitarios de moda.
Lo cierto es que las evidencias clínicas y sociológicas ponen de manifiesto, actualmente, que no deben ser perdonadas las dudas y los miedos, para afrontar cuestiones sexuales de un modo sereno y abierto.
Tales evidencias obligan a todos, especialmente a padres y educadores, a no eludir esta problemática. Cada vez son más numerosos los profesionales que inician tareas en este sentido y promueven actuaciones tendientes a llenar ese enorme vacío en nuestra pedagogía. Es un buen momento para que se superen las concepciones tradicionales y se aborde el tema desde el conocimiento que nos brinda la Sexología.
La sexualidad es una dimensión que acompaña al ser humano desde su nacimiento hasta su muerte, mediando y mediatizando sus relaciones.
Cada individuo, por otra parte, tiene su peculiar y original forma de vivir, manifestar y expresar su sexualidad y su condición ineludible de ser un sujeto sexuado en masculino o femenino.
Por consiguiente, la sexualidad afecta por entero a la totalidad de la persona. Separar la sexualidad del resto de la globalidad del ser humano, supone escindir al hombre mismo de su realidad concreta y vivencial.
Si bien la mayoría de las personas consideran importante e incluso imprescindible la educación sexual luego, en la práctica cotidiana pedagógica, las cosas no parecen estar tan claras optándose generalmente por la inhibición.
Es hora de afrontar las legítimas responsabilidades. De ahí que uno de los objetivos sea invitar a la reflexión, en virtud de la situación en la que se encuentra la educación sexual en nuestras escuelas. Si bien la tónica habitual, en no pocos sectores, es la de separar a un lado los temas que molestan que generan inseguridad, esta, en el dominio que nos ocupa no debiera ser la pauta a seguir.

*Marta Bettoli nuevejuliense radicada en Mar del Plata
Profesora en Ciencias Biológicas (U.N.L.P)
Orientadora en Educación Sexual (C.E.T.I.S)

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