El Ministro de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires le solicitó la renuncia a su cargo al Dr. Patricio Kenny, quien se desempeñaba como Delegado Regional del Ministerio de Trabajo. Por su militancia en la agrupación La Campora tuvo que entregar la jefatura de la delegación.
«Tenemos que poner gente de confianza del gobernador Scioli», argumentaron los emisarios del ministro de Trabajo, Oscar Antonio Cuartango.
Por otra parte, el doctor Kenny, en diálogo telefónico con EL 9 DE JULIO, entre otros conceptos relacionados con la función cumplida manifestó, «en lo personal se trata de una persecución política, pero lo más grave es el tiro por elevación a la compañera presidenta».
VIEJAS PRACTICAS
Por todos conocida es la interna que existe entre el Gobierno Nacional y el gobernador de la Provincia de Buenos Aires; pero, llamativamente, parece que los coletazos de esta disputa comienzan a golpear hacia todos los flancos. Resulta curioso y no menos lamentable que, en tiempos que debieran ser madurez política, luego de vivir un sistema democrático de casi tres décadas, aún se acceda al empleo de herramientas más propias de la política autoritaria de la década infame o de un caudillismo que debería estar superado.
En una época en la que se busca construir desde el consenso, con los medios más legítimos que fortalezcan el sistema democrático, se vuelve al uso sobre practicas viejas, que han llevado a la fragmentación de las organizaciones políticas.
¿A LA SOMBRA DE LOS INSTIGADORES?
Frente a esta situación, cabe preguntarse: ¿la decisión del Ministro Cuartango de pedir la renuncia de Kenny habrá sido instigada por quienes, quizá perteneciendo a otras fracciones del Justicialismo, desean hacerse de ese cargo?.
Si se tiene en cuenta la forma en que trascendió la noticia, la rapidez con que la información acerca del pedido de renuncia de Kenny circuló por la ciudad, casi al tiempo en que el funcionario colgaba el tubo del teléfono luego de recibir el llamado del Ministerio, hace pensar que alguien, desde las sombras, se ocupó de «mover los hilos», a la vieja usanza.
