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viernes, abril 26, 2024

El fusilamiento de Dorrego

* Por Roberto Rossi (Abogado. Oriundo de 9 de Julio, actualmente radicado en Buenos Aires)

Hoy 13 de diciembre, se cumplirá un nuevo aniversario del fusilamiento de Manuel Dorrego.
En efecto, el 13 de Diciembre de 1828, al mediodía, es fusilado en Navarro el Coronel Manuel Dorrego, por orden de Juan Lavalle. Los motivos fueron –según la mayoría de los historiadores – las profundas disensiones internas que ensangrentaron al país durante muchos años y en buena medida, el carácter influenciable del General Lavalle. Dorrego es sepultado en una fosa a un costado de la capilla del lugar. Un año después de este trágico hecho, el 14 de Diciembre de 1829, fueron exhumados los restos por orden del Gobernador Juan Manuel de Rosas. El encargado de esta penosa tarea fue el Dr. Cosme Argerich, quien posteriormente elaboró un informe donde relata que con la presencia del camarista designado por el Gobierno., Dr. Miguel Villegas, comenzó a cavar la fosa a las doce y media de la mañana. A poco aparecieron las botas de ambos pies. Las piernas estaban aún con los pantalones de paño mezcla oscuro, al parecer bastante conservados. Tenía el cuello cubierto con una corbata de seda negra. El pañuelo de seda amarillo con el que se le fueron vendados los ojos al tiempo de su ejecución fue hallado también intacto. La chaqueta de lana escocesa que cambió con Lamadrid “in extremis” le cubría el pecho y el brazo izquierdo. Ya fuera de la fosa, se limpiaron los restos y se pudieron observar con más detalle. El cráneo está deshecho y sus huesos divididos en fragmentos considerables. Posiblemente – y sobre esto puede caber más de una hipótesis – esto se debería al “tiro de gracia” o por golpes posteriores, ya que el cuerpo estuvo tirado en el campo un buen rato. No hay que olvidar que Dorrego había caído en manos de un bando totalmente opuesto en el cual revistaban militares de alto rango que lo odiaban. En el pecho, lado izquierdo, existe una entrada de bala sin salida por la espalda. Según algunas fuentes, el pelotón le habría acertado ocho disparos. Las manos del Coronel estaban cerradas, tal vez por un acto reflejo al recibir la descarga. El Dr. Argerich sumergió el cadáver en una solución de sublimado corrosivo hasta las 10 de día siguiente. Después expuso los restos al sol un rato, los barnizó con aceite de trementina, los perfumó y finalmente los colocó en una urna en presencia del camarista y muchos vecinos, no así de familiares, a quienes no se les autorizó a acercarse al lugar.

N.B.: El Palacio Miró, mansión de la familia Dorrego, se encontraba en la manzana delimitada actualmente por las calles Viamonte, Libertad, Córdoba y Talca huano de la ciudad de Buenos Aires. Durante décadas, la familia tapió las ventanas que daban a la plaza vecina denominada justamente – y quizá como una afrenta – Lavalle. Con ello evitaban ver desde la mansión la columna levantada en memoria del General que mandó fusilar a su antepasado. El palacio fue demolido en 1937 y ese espacio fue utilizado para -no obstante – ampliar la plaza, con la actual manzana norte de la misma. (Wikipedia).-

(Bibliografía general: Historia Argentina -José Cosmelli Ibáñez, José María Rosa y blog navarropueblo)

“Lo fusilan a Dorrego”
Poema de León Benarós
Ahí pide papel y tinta, allí se pone a escribir;
Allí el Coronel Dorrego se prepara a bien morir.
Sentida como ninguna es la pena que lo aflige.
Se ha sacado su chaqueta y a Lamadrid se dirige
-Llévesela a mi Angelita que supo hacerme dichoso,
que la conserve en el nombre de su desgraciado esposo.
Unos tiradores blancos el hombre usaba en el caso,
Con iniciales bordadas trabajadas sobre raso.
Ya se los esta sacando como prenda de difunto
y a Lamadrid, con recado, se los va entregado al punto:
– como ella me los bordó, le dice al amigo fiel,
se los voy a destinar para mi hijita Isabel.
Y con ternura infinita se saca un anillo de oro,
como varón entrañudo que va conteniendo el lloro,
y le encarga, serenado: -esta sortija, compadre,
es para la menorcita, nombrada como la madre.
Les manda con el amigo memorias y mil ternuras.
A la sazón las dos eran, todavía criaturas.
Por lo que alzaban del suelo andarían –se conoce –
La más chiquita en los siete y la mayor en los doce.

De “Romances de la Tierra” –Ed. Emecé – Bs.As. 1950

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