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Nueve de Julio
miércoles, abril 24, 2024

«El amor conyugal está destinado a desaparecer»

Días pasados, el reconocido psicoanalista Hugo Finkelstein, Doctor en Psicología, Magister en Psiconeuroinmunoendocrinología y autor de numerosas obras literarias y de investigación, visitó la ciudad de 9 de Julio, invitado por el Grupo «Efecto Mariposa». En la oportunidad, brindó una disertación acerca de «El amor y el dolor».

Diario EL 9 DE JULIO mantuvo, con este destacado profesional, una entrevista exclusiva, cuya primera parte fue publicada en la edición del pasado sábado. Aquí reproducimos la segunda parte de este interesante reportaje, en el cual, el doctor Finkelstein se adentra en la amplísima temática del Amor y en la relación hombre-mujer.

– Doctor, ¿podemos decir que existe en el ser humano una imposibilidad de amar?.
– Uno de los grandes padecimientos de la humanidad es el desamor, el no amor, el llevarse mal en la casa, la imposibilidad de amar o el terrorismo doméstico.
Ciertamente, es muy difícil el sentimiento del Amor. Es uno de los más complejos para sentir y, sin embargo, es el que se cae más fácilmente de los labios.
Por ejemplo, amar a los hijos de uno es amarse a uno mismo, pero la cuestión está en amar a los hijos del otro, eso es amor por el otro. Si realmente eso ocurriese, no habría guerra.
Por ejemplo, ví en Israel un cementerio donde estaban todos los soldados israelíes caídos, pero no vi ninguna escultura o la ira de un soldado palestino. Mientras solamente importen unos y los hijos de unos, siempre habrá guerras.
La palabra Amor está totalmente bastardeada.

– ¿Esa crisis en el sentimiento del Amor, es un problema del mundo actual?.
– Es un problema del mundo, que se da en la historia de los tiempos de diferentes maneras. El Poder, el Amor y la Muerte son cuestiones que estuvieron siempre presentes.

– ¿Cómo se manifiesta esta crisis en el amor conyugal?
– El amor conyugal está destinado a desaparecer; porque no se puede ser feliz por presión, ni por obligación, como así tampoco se puede tener sexo por ser un mandato de Dios.
Muchas generaciones están comenzando a vivir movidos por el deseo de estar con el otro y no por una necesidad que termina frustrándolos.
Hay que saber diferenciar el amor de pareja. Recuerdo en cierta oportunidad que estuve en Indonesia, un señor me preguntó si yo estaba buscando una esposa balinesa. Le respondí que sí y, esa misma noche, me fue a buscar para presentarme a tres hijas.
En su casa, me sirvieron té y conversamos. Cuando llegó la hora de retirarme, en la puerta, el hombre me preguntó: – ¿Y? ¿ya eligió su esposa entre mis hijas?.
Entonces le respondí: -Bueno, en realidad no me enamoré de ninguna. Ante mi respuesta, el hombre me contestó: – Disculpe, usted dijo que quería una esposa, no un amor.
Esas últimas palabras de aquel hombre, me dejaron pensando. El amor no es suficiente para una buena relación de pareja, se requieren otros elementos sustanciales.
Para sostener una relación, pasados esos primeros cien días de locura amorosa, en los cuales el sexo se coloca en primer lugar para construir el apego, se necesita, sobre todo, de la inteligencia.

«LOS HOMBRES NECESITAMOS
DE LA MUJER PARA NO AUTODESTRUIRNOS»
– ¿Existe una base fisiológica en el deseo de dos enamorados de estar juntos?
– Por supuesto. La mujer en estado de bienestar segrega la denominada Oxitocina, hormona vinculada a los patrones sexuales, que actúa también como neurotransmisor en el cerebro. Los hombres secretan la Vasopresina, hormona producida por el hipotálamo, que además constituyen un estimulante cardíaco.
Cuando la pareja se separa, ese vacío que se siente no es metáfora. Existe de verdad, ya que se dejan de secretar Oxitocina y Vasopresina.
Puede parecer curioso afirmarlo, pero esto las mujeres lo resuelven, es decir vuelven a sentir la secreción de la Oxitocina, charlando con otra mujer… Bueno… Y en el caso del varón, buscándose otra mujer.
El varón primero gime como un perro dolorido y, después, busca otra mujer; porque los hombres necesitamos de la mujer, para no autodestruirnos.

– Es evidente, doctor, que está dejando en claro que existe una forma de dependencia del hombre hacia la mujer.
– No cabe duda de ello. Los hombres dependemos de las mujeres; ellas son las que nos ponen la alegría, el deseo, las fechas y los horarios.
Basta con recordar que ellas son las que deciden cuando se casan o cuando se separan, en definitiva, son las dueñas del tiempo. Nosotros pensábamos que éramos los únicos dueños de la iniciativa; pero las mujeres se han ganado el derecho a la iniciativa.

– ¿Los hombres, a veces, solemos asustarnos cuando vemos una mujer con iniciativa?.
– Sin duda. Pero, sea como fuere, las ganas de vivir de un hombre se las da una mujer.
La iniciativa de la mujer es muy amplia.
Ella, por ejemplo, es quien decide la separación. Cuando un hombre se va, en algunos casos, es porque encontró alguien que lo espere; pero en la mayor parte, se va porque la mujer ya lo ha echado hace mucho.

– ¿Puede pensarse, de manera absoluta, en el amor erótico de un hombre hacia una sola y única mujer?
– A veces las mujeres pecan al creer que pueden cambiar al hombre; porque en el fondo no quieren aceptar la versatilidad y la oferta que significan las otras mujeres para el hombre.
Los hombres somos versátiles y apetentes.
Permítame citar un ejemplo traído de la etología. En la chacra, el toro tiene contacto sexual con cincuenta vacas; pero una vez que las sirvió a todas, no las vuelve a tocar. Espera vacas nuevas… Es la naturaleza…
Hay muchos hombres que ponen su pasión y sus deseos en el poder o en otro tipo de cosas, no solamente la mujer. Pero los hombres sensibles, aquellos que hemos elegido la heterosexualidad, sabemos dos cosas: que nos encantan las mujeres y que, en el mejor de los casos, nos tenemos que bancar una mujer de por vida.

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