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Nueve de Julio
martes, abril 23, 2024

Marta Giussani de Pieroni. Hacer las mejores cosas para los demás

* Trabajó por espacio de treinta y dos años en el INTA, como extensionista en Hogar Rural.
* Junto a su esposo trabajó en la conformación del CEPT Nº 15.
* Integrante de la Asociación Cooperadora de la Escuela de Educación Especial Nº 501, ejerció la presidencia de la misma varios años.
* En la actualidad ejerce la presidencia de la Asociación Familiares y Amigos de Personas Discapacitadas de 9 de Julio (AFAPDI).

La participación en las instituciones de bien público constituye un bien muy preciado para las comunidades. Cada vez que una persona ingresa a una entidad de bien público, su esfuerzo mancomunado, el trabajo integrado a sus pares, es un generador de significativas posibilidades para el desarrollo de la sociedad.
Pero además, existe en quien brinda su colaboración a la institución en la que ingresa, un motivo de felicidad y alegría, una satisfacción y un orgullo de sí mismo. Tal como lo afirmaba Zoroastro, “no es un deber hacer el bien a los demás, sino un motivo de alegría; porque haciendo el bien a nuestros semejantes, aumenta nuestra salud y nuestra propia felicidad” (1). Benjamín Franklin, ahondando en el mismo pensamiento, sostenía que, cuando una persona es buena para los demás lo es también para sí misma.
En efecto, difícilmente se podría brindar una persona al trabajo institucional, de manera voluntaria, sino sintiera en su corazón el sincero impulso de trabajar y de servir a los demás. Quien, de esta manera, se abre a su comunidad siente la satisfacción de saber que, con su esfuerzo, permite que otros puedan sacar frutos de su servicio, mejorando su calidad de vida.
Martha Giussani de Pieroni, conoce la importancia que tiene la solidaridad plasmada en el trabajo institucional. Lo supo primero cuando se dispuso a recorrer los hogares rurales proponiendo alternativas para mejorar la vida de entonces, siendo una pionera en este trabajo que impulsaba el recientemente creado INTA. Más tarde, puso de manifiesto su vocación de servicio voluntario en las instituciones en las cuales ha venido trabajando.
Sin lugar a dudas, su carrera es un ejemplo digno de ser imitado. Un testimonio genuino de que es posible ayudar y ofrendar un tiempo de su vida “para hacer las cosas mejoren para los demás”.
Nacida en la ciudad de 9 de Julio, en el hogar conformado por Enrique Giussani y María Hinojosa, los primeros años de su vida transcurrió en la zona rural.
«Mi infancia –recuerda, en diálogo con EL 9 DE JULIO-, como la de mis hermanos, transcurrió en el campo, cerca de la localidad de Dennehy. Allí viví hasta los once años. En esa época, el campo era, para mí, como un pequeño paraíso, en el cual podía vivir en absoluta libertad, en contacto con la naturaleza, y recibiendo muchísimo amor de nuestros padres. Si bien vivía en ese lugar tan agradable, no dejaba de tener contacto con el infierno del mundo exterior; porque a casa llegaban las revistas con las terribles fotografías de la Segunda Guerra Mundial; y eso era muy complicado de procesar para la mente de una niña».
«Por entonces, la vida en el campo era completamente distinta respecto de la actual. No contábamos con las comodidades de esta época, tales como energía eléctrica, teléfono o televisión. Los medios de locomoción eran bastante precarios. Era una vida muy sencilla pero preciosa», comenta la entrevistada.
Sus estudios primarios los cursó en la ciudad de 9 de Julio, viviendo en casa de sus abuelos paternos. En la Escuela Nº 1 realizó primer grado; más tarde, tercero y cuarto los prosiguió en la Escuela de Dennehy.
Cuando Martha contaba once años de edad, su familia se radicó en 9 de Julio, concluyendo la formación primaria en la Escuela Nº 1 y los estudios secundarios en la Escuela Nacional de Comercio Anexo Normal, donde obtuvo el título de Maestra Normal Nacional.

EXTENSIONISTA DEL INTA. HOGARES RURALES
Continuó los estudios en la ciudad de Bolívar, en el Profesorado para el Hogar Rural. Por ese entonces, fue creado en Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y siendo todavía estudiante concursó para la cobertura del cargo de Extensionista en Hogar Rural.
En efecto, contaba apenas veinte años cuando ingresó en el INTA, en la Agencia de Trenque Lauquen. Era para, Marta, la primera experiencia de alejamiento, por un tiempo mayor, de su familia y su primer trabajo.
En razón de que la extensionista que se encontraba trabajando en la unidad de INTA 9 de Julio, Lilian Gerez de Sarnícola, se retiraba del cargo para casarse, dejándolo vacante. Martha pudo conseguir el traslado a su ciudad de origen. Aquí trabajó hasta el año 1991.
«El INTA fue mi maestro, terminó de completar mi formación», no duda en afirmar.
«En 1959 –añade-, cuando ingresé al INTA, muchos jóvenes se encontraban radicados en el campo con sus familias. En ese momento, se formaban grupos de mujeres, denominados Hogar Rural y grupos de jóvenes, llamados Clubes 4 A. Había necesidad, entre las personas que vivían en el campo, de reunirse, socializar y aprender. Existía una gran apertura. Nosotros elaboramos un diagnóstico del sector y, en base a eso, eran elaborados los planes de acción en diferentes áreas, entre ellas, salud, nutrición, relaciones humanas, etc.».
Entre el agente de extensión y las familias rurales se establecía un vínculo muy estrecho, de amistad y cooperación. Tanto así que, Martha mantiene con aquellas familias un afecto que ha perdurado a lo largo del tiempo.

EN LA ASOCIACION COOPERADORA DE LA ESCUELA Nº 501
Martha Giussani de Pieroni se incorporó a la Asociación Cooperadora de la Escuela de Educación Especial Nº 501. Allí, durante varios años, le cupo desempeñar la presidencia de la entidad.
Entre otras actividades, por esa época, lograron un subsidio importante para el mejoramiento edilicio de la sede del establecimiento.

EN LA CREACION DEL CEPT Nº 15
En ocasión de conformarse el CEPT Nº 15 Paraje “El Chajá”, Martha junto a su esposo fueron decididos promotores de este emprendimiento educativo. Unos familiares suyos habían participado de la creación de un CEPT en Tres Lomas, y ellos los informaron acerca de las ventajas de este sistema, para responder a las diversas necesidades de las familias rurales que tenían hijos, los cuales debían cursar los estudios secundarios.
Con el tiempo, su esposo se desempeñó como presidente del Consejo de Administración de esta institución.

AFAPDI
La Asociación Familiares y Amigos de Personas Discapacitadas de 9 de Julio (AFAPDI) fue creada el 19 de julio de 2002, por un grupo de familiares, amigos y profesionales interesados por mejorar la calidad de vida de las personas con algún tipo de discapacidad. En ese momento, Martha comenzó a formar parte de la institución, pero como se encontraba en la Cooperadora de la Escuela Nº 501 no disponía de la totalidad el tiempo para integrarse totalmente.
«AFAPDI –requiere- ha crecido mucho en cantidad de personas que trabajan. La Comisión Directiva está compuesta por personas con diferentes ocupaciones, pero todas integradas a la tarea que realiza la institución, y a los objetivos que se persiguen. Todos sabemos que el sector de la discapacidad es uno de los más vulnerables de la sociedad, junto con los pobres y los ancianos, respectivamente. Por ellos debemos luchar, todos juntos, para que vivan mejor».

SU FAMILIA
La familia de Martha está integrada por su esposo, Carlos, y cinco hijos: Verónica, Mariana, Elisa, Florencia y Esteban, cuyas edades van desde los cuarenta a los veintisiete años; además, siente especial orgullo por sus tres nietos: Francisco (de once años de edad), Pilar (de tres años) y Emilia (de casi un año).
Martha es la mayor de cuatro hermanos, Norma (enfermera profesional), Héctor (propietario de una casa de comidas o servicio de catering, a quien se lo conoce como «Bigote») y Osvaldo (desaparecido hace varios años atrás, cuando realizaba su vuelo como egresado de la Escuela de Aviación Militar en Córdoba).

SERVIR EN LAS INSTITUCIONES, UNA VERDADERA VOCACION
Martha Giussani de Pieroni cita una referencia que no es menor: «en 9 de Julio había doscientas sesenta y cuatro entidades de bien público, sin embargo ahora solamente se encuentran trabajando ciento diecinueve; este dato revela que más del cincuenta por ciento de aquellas ha desaparecido».
Tal como ella lo dice, «generalmente, las instituciones se terminan porque se quedan sin gente para trabajar, no se renuevan sus comisiones directivas porque no hay interesados para integrarlas».
Para Martha, «contando con tantas instituciones de bien público, no podemos darnos el lujo como ciudadanos de quedarnos quietos en nuestras casas, con todos los talentos que hemos desarrollado en la vida»
«Esa participación institucional nos permite poder brindar algo de nosotros mismos para mejorar a la comunidad o a las personas que la integran; y la mayor satisfacción que se puede recibir está en el hecho de poder ser útil a otros en algo. La sociedad no va a cambiar si nosotros no ponemos todo de nuestra parte. Cada persona tiene la oportunidad de integrarse y colaborar en las instituciones de bien público de la comunidad», subraya.

PALABRAS FINALES
Theodore Dreiser, un novelista norteamericano, solía decir que, “es menester que toda persona se anime a hacer que las cosas mejoren para los demás”. Y tomando una metáfora suya, podemos decir que, en el camino de la vida pasamos sólo una vez por lo tanto, todo el bien que podamos hacer o cualquier aspecto que se pueda mostrar hacia los demás, debe ser para hoy, no se lo debe posponer ni descuidar.
Martha es una persona que, desde sus convicciones personales, se ha animado a lanzarse a esa extraordinaria aventura de hacer el bien a los demás. Una aventura, si así es permitido llamarla, que la llena de una satisfacción interior. ¡Cuán maravilloso es poder ofrecer un testimonio de vida y de servicios en las instituciones!, pues, ¡cuánto bien se puede realizar a la comunidad a partir de ellas!.

NOTA
Friedrich Nietzsche, Also sprach Zarathustra. Ein Buch für Alle und Keinen, Leipzig, C. G. Naumann, 1895 (fragmento de traducción y adaptación, por el autor del artículo).

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