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Nueve de Julio
viernes, abril 26, 2024

Jesús Blanco. Cuando el tiempo agiganta su recuerdo

* Por Fernando Durigan

Hacía poco que estaba en 9 de julio, cuando tuve la oportunidad de conocerlo. Me llamó la atención su bonanza. Su personalidad totalmente calma. Nunca levantando la voz. Siempre viendo y buscándole el lado positivo a todo. Fue un mediodía de sábado cuando recibí su llamada. Les aseguro que pensé cualquier cosa, pero era Don Jesús el que llamaba. Me invitó a su hogar a compartir el té (yo tomé mate). La idea era charlar sobre distintas cuestiones. Partido de por medio (Boca- Racing), Alicia, su Sra. me recibió con su sonrisa. No la conocía, y me sorprendió la amabilidad que me demostró desde un primer momento. Me dispuse a conversar con Don Jesús, cuando sonó el timbre por primera vez. Una vecina. Un diálogo de minutos, y el problema había dejado de ser tal. Así siguió la tarde durante las casi 3 hs que duro el encuentro. El incesante pasar de gente buscando la ayuda, la mano extendida, la palabra justa, en el momento adecuado. Ese era Don Jesús, como se lo conoce y se lo recuerda aún hoy. Por distintos motivos, tuve el privilegio de varias charlas. Cuando Mentes Abiertas organizó el primer debate radial de candidatos a la intendencia, estuvieron todos los candidatos de ese momento. Mientras todos llegaron con sus laderos fortachones y algún que otro asesor, Don Jesús apareció solo con su sonrisa y dando la mano a todos los que se le cruzaban. Cuando los demás candidatos ponían sus carpetas voluminosas en la mesa para “saber” qué contestar, Don Jesús sólo apelo a su memoria: “Como fui 5 veces Intendente vio, algo me acuerdo de lo que he hecho…”.Así lo conocí a ese político de raza política. Muy distinto a lo que se vive en los días de hoy, donde la política o el ser político, es solo ser mercader de las necesidades ajenas. Te golpean la puerta. Te asisten. Y te dejan el sobre con el voto. ¿Qué tuvo errores? Quién no los tiene. ¿Que se equivocó? Quién no? Pero lo importante era su esencia. Su entender la política, que trabajar para el otro. Sin días asignados; sin horarios, ni audiencias. Subsanar desde su lugar de privilegio las necesidades del otro. Nunca el timbre desconectado. Ni el teléfono apagado. El estar siempre. Solía decir: “ si nosotros que tenemos la posibilidad de solucionar los problemas de la gente, no lo hacemos, quién entonces…?”. La Intendencia abierta. El golpear la puerta y ser atendido a decir por quienes vivieron sus mandatos. Caminar entre la gente. Su mejor marketing publicitario era el trabajo. ¿Auto oficial? No. No hacía falta, si no cómo se enteraba de los problemas de la gente. Otros tiempos. Otra raza de político.
Este justo reconocimiento, aunque tarde según mi humilde opinión, no hace más que poner un poco las cosas en su lugar. Muchas veces el recuerdo no significa aprendizaje. Muchas veces alabarlo, no significa haberlo respetado. Muchas veces, reconocemos lo bueno que se tuvo, cuando se perdió. Y éste es uno de esos casos.
Me preguntan, con ésta ola de “Cristinistas”; “Sciolistas” y demás, qué soy: Soy Blanquista, porque extraño esa forma de entender la política donde lo primordial era el prójimo, la necesidad ajena, y no solamente la conveniencia propia.

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