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jueves, marzo 28, 2024

Boudeville. El capítulo perdido

* Por Fernando Durigan.

Boudeville: Comuna francesa donde originariamente se llevaban a cabo fiestas donde se ridiculizaba a los personajes de la ciudad. Se lo toma también como uno de los comienzos del carnaval.// fig: Se utiliza comúnmente, como palabra para expresar lo absurdo de alguna situación.

“… esto es un Boudeville”.
Dónde nos perdimos nosotros. Dónde nos quedamos mirando perplejos, la falta de respeto. En qué capitulo se nos hizo tan común la chicana artera. La mentira como forma de hacernos creer una verdad. Dónde no nos dimos cuenta que eso que nos mostraban en el ring de la política, como si fuera una lucha de catch, valía. La zancadilla. La trampa constante. Sólo para ganar y tener el beneplácito de la gente. Resulta paradójico que quienes se dicen tener las mejores intenciones para la ciudad, apunten contra sus ciudadanos cuando estos levantan la voz, haciendo oír sus quejas. De golpe resulta que quien se queja está en contra de quien maneja los destinos de la ciudad. Cuando en realidad, la queja, es producto de alguna falencia que la autoridad no atiende. Escuchar por estos días tantas declaraciones tragicómicas, al menos le puso un toque de color a la semana. Pero como verán, uno también cae en lo común, y esas declaraciones se transforman en habituales, por lo tanto no les prestamos tanta atención.
Hay una cosa que no se puede cambiar: el pasado. El dicho ya lo dice,” lo pasado, pisado”. Pero en nuestra ciudad siempre se vuelve al pasado cuando hay que justificar acciones, actitudes. “Quien mira mucho el pasado, pierde el camino del futuro, sin ver el presente.” Esta razón esgrimida vaya a saber por quién porque aparece como anónimo, por lo tanto muchos se hicieron hacedores de la frase, pinta de cuerpo entero la situación de hoy en la ciudad. Unos marcando falencias actuales. Los otros mirando el pasado para explicar el porqué de las falencias. Pero olvidándose que tuvo 6 años para mejorar. Como vos lo hiciste, yo también lo hago. Aunque esté mal. He descubierto tantas mentiras últimamente que cada vez que aparecen “enojados, molestos” en las pantallas a contestar, ya me causan gracia. Aparecen brindando conferencias de prensa sobre asuntos que no les compete, pero como estuvieron mirando sin ver, escuchando sin oir, tienen ese privilegio que les da el bendito poder. El de aparecer. Pedir conferencia de prensa. Copar las cámaras. Y se largan a hablar. Como si fueran adalides de la buena conducta e intachable proceder. No voy a labrar juicios de valor sobre las personas, pero considero que algunos deberían primero mirarse. Hacer buena conducta las últimas 48 hs no significa que podemos ser ejemplo. Pero he aquí que me llamó la atención la virulencia con la que salieron en la conferencia de prensa a contestar. A defender la gestión. Cuestión irreprochable desde el punto de vista político. Pero como siempre se cometen errores, ésta no fue la excepción. Decirle a la audiencia o a quien iba dirigida la palabra que lea tal libro, es exponerse a quedar mal parado. Le comento. Al final de la conferencia de prensa, el concejal presidente de su bancada y vocero últimamente de su partido, recomendó muy suelto de cuerpo que se lea un libro: “El coraje de la verdad” de Michael Foucault. Y hacia ahí fui. Internet me abrió sus puertas, y lo encontré:
“El coraje de la verdad”
El “parrhesiasta” es alguien que dice lo que realmente piensa –está comprometido con la verdad- y lo dice con crudeza, sin ampararse en delicadezas de estilo ni en artilugios retóricos. Le lanza la verdad a otro poniéndose en riesgo al hacerlo.
Me pregunto. ¿Y si la oposición local está justamente haciendo eso, poniéndose en riesgo continuamente, sin importar como quede su posición? La gente que lucha por el agua hace eso. La gente que trabaja por el gas hace eso. Cada uno que manifiesta su malestar hace eso. Dice con crudeza lo que le pasa. Es el deber del ejecutivo, obligación que le otorgan con el voto los ciudadanos, subsanar las falencias. Sin importar de cuándo vienen. El tiempo de solución es ahora.
Si a 6 años de gobierno es aún necesario recordar números de hace 6 años atrás, hay algo que no mejoró. Los números como las palabras se acomodan como mejor le caen a uno. Las excusas también.

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