13.3 C
Nueve de Julio
sábado, octubre 18, 2025

Sociabilidad, viaje y espera: la fonda “La Estación”

Por Héctor José Iaconis.

Tal como lo hemos referido en otras ocasiones, la fotografía constituye una de las fuentes documentales más fecundas para el estudio de la historia de 9 de Julio. En muchísimas ocasiones, la cultura material y de las formas de la vida social nuevejuliense de finales del siglo XIX y las primeras décadas del siguiente, encuentran en esta un rico reservorio.

La imagen que hoy ofrecemos, registra la fachada y un grupo de parroquianos del restaurante  y fonda “La Estación”.  Como es factible advertirlo, la imagen ofrece un testimonio visual de la vida cotidiana en torno al ferrocarril y de las costumbres urbanas y sociales vinculadas a esa barriada. El edificio se encontraba en la esquina de la calle General Paz y  la avenida General Vedia, frente a la estación del entonces Ferrocarril del Oeste (posteriormente Ferrocarril Sarmiento), eje central de la dinámica económica y simbólica del pueblo.

El registro visual, además de su valor estético y documental, nos permite abordar múltiples dimensiones: la técnica fotográfica empleada, la composición escénica, la cultura material de los sujetos retratados y las modalidades de apropiación del espacio público. Se trata de una imagen que condensa, en una sola toma, la emergencia de una nueva sociabilidad urbana: la del viajero, el empleado ferroviario y el parroquiano, reunidos bajo el signo de la atmósfera e ferroviaria externa.

ANALISIS TECNICO Y MATERIAL DE LA FOTOGRAFIA

La copia conservada —montada sobre cartón— responde a los estándares técnicos de la producción fotográfica profesional de estudio y exteriores de fines del siglo XIX y comienzos del XX. El soporte primario es una copia en papel a la gelatina de plata, positivada a partir de un negativo de vidrio y montada sobre cartulina, recurso habitual empleados por las casas fotográficas para garantizar la estabilidad física de la imagen. El montaje rígido también facilitaba su exhibición en vidrieras o álbumes de época, práctica común entre los fotógrafos itinerantes y locales. Desafortunadamente, la copia de la que dependemos conservaba significativos signos de deterioro.

El encuadre es frontal, con ligera elevación del punto de vista para abarcar tanto el plano arquitectónico como las figuras humanas. La luz natural, posiblemente matinal o de primeras horas de la tarde, incide lateralmente desde la derecha, generando una tonalidad homogénea y difusa que evita contrastes excesivos. El resultado es una imagen de notable equilibrio compositivo, en la que las líneas horizontales del edificio y la disposición de los personajes conforman una estructura armónica, característica de las tomas planificadas más que espontáneas.

COMPOSICION Y LECTURA VISUAL

El edificio ocupa el centro geométrico de la composición y actúa como fondo arquitectónico que organiza la escena. En la parte superior de la fachada puede leerse claramente la inscripción “Restaurant Confitería y Billar”, seguida de “La Estación” sobre la puerta central. A ambos lados de la entrada podemos observar ventanales altos con marco de revoque y líneas de cornisa simples, típicos del lenguaje constructivo de 9 de Julio  del siglo XIX.

La escena está animada por dos grupos de figuras: uno a la izquierda, compuesto por mujeres y algunos hombres de pie y sentados alrededor de una mesa; otro a la derecha, más reducido, integrado por varones, probablemente habitués o empleados del ferrocarril. En el centro, en el umbral de la puerta, una mujer y un hombre en posición frontal parecen dar la bienvenida o sostener el espacio de transición entre interior y exterior. Quizá se trata de los propietarios del lugar o quienes encargaron la ejecución de la fotografía.

El punto de vista elegido por el fotógrafo —a una distancia que permite registrar tanto el inmueble como la totalidad de los personajes— nos sugiere una voluntad documental, más que artística, aunque la disposición equilibrada de los elementos denota un conocimiento consciente de la composición. El perro en primer plano y el poste (presumiblemente, telegráfico) que corta verticalmente el encuadre añaden naturalidad a la escena y confirman que no se trata de una puesta puramente escenificada.

Los balardos o pequeños postes de hierro visibles en la acera izquierda cumplen una función doble: separan la calle de tierra de la vereda y previenen el acceso de carruajes, pero además aportan un indicador urbanístico del período. Su presencia, común en las esquinas del pueblo, testimoniaban la voluntad municipal, a veces más o menos perceptible, de ordenar el tránsito y preservar los frentes comerciales.

EL DETALLE DE LA IZQUIERDA

Si ponemos atención en el fragmento del sector izquierdo de la toma original, cuyo detalle separamos, los sujetos retratados  se distribuye en dos núcleos principales: el grupo de mujeres (a la izquierda), dispuesto en una línea casi paralela al muro, donde predominan las posturas de pie y las miradas frontales. Este conjunto define el eje narrativo femenino de la imagen, donde las figuras están articuladas mediante un leve ritmo alternado de cuerpos y vacíos, lo que confiere dinamismo y equilibrio visual.

El grupo de hombres (a la derecha), reunido alrededor de una mesa rectangular de madera, constituye el segundo núcleo de atención. Sentados, con actitudes relajadas y gestos de conversación, conforman un triángulo compositivo cerrado, de disposición estable y armónica, propio de la iconografía del café o la tertulia.

Ambos núcleos están separados por una franja central de espacio vacío, donde se interponen dos figuras femeninas en pie, ligeramente retrasadas respecto al plano principal, que actúan como puente de transición entre los dos grupos. En el primer plano, la presencia del perro tendido introduce un elemento de equilibrio visual y aporta naturalismo al conjunto, reforzando un poco más las ideas de cotidianeidad y espontaneidad.

Acerca de la gradación tonal de este fragmento, podemos deducir que los personajes del fondo presentan un contraste menor respecto al muro, lo que sugiere distancia sin necesidad de desenfoque (recordemos que la profundidad de campo era amplia debido al diafragma cerrado típico de las cámaras de gran formato).

CONTEXTO URBANO

Hacia 1900, el pueblo de 9 de Julio experimentaba la expansión socioeconómica vinculada al ferrocarril, a la producción agropecuaria y al comercio urbano. La estación del Ferrocarril del Oeste, inaugurada en 1883, había generado un nuevo polo de actividad social y económica, donde se instalaron hoteles, fondas y comercios orientados al tránsito de pasajeros y mercancías. Buenaventura Vita, en un capítulo de su monumental obra, hace referencia la actividad notable y novedosa que se había generado en torno a la estación ferroviaria, especialmente en el tiempo en que esta fue “punta de riel”.

La fonda “La Estación” formaba parte, en efecto, de este entramado, funcionando como espacio de tránsito, encuentro y descanso para viajeros, empleados ferroviarios y residentes locales. El edificio de la esquina de General Paz y General Vedia albergaba, según puede presumirse a partir del registro que nos ocupa, un restaurante con despensa y despacho de minutas, además de la fonda o posada contigua, visible a la izquierda de la fotografía.

INDUMENTARIA, GESTUALIDAD Y VIDA SOCIAL

La fotografía antigua es, de suyo, un documento invalorable para el estudio de la indumentaria. Precisamente, aquí permite aproximarnos a las jerarquías y roles presentes en la escena. Las dos mujeres de mayor edad, vestidas con abrigos oscuros y sombreros, lucen prendas de viaje propias del tránsito ferroviario. Su postura erguida y su ubicación en el extremo izquierdo del grupo nos podrían sugerir que se encontraban a la espera del tren, o bien recién llegadas.

Los hombres sentados junto a las mesas lucen sombreros de ala ancha, sacos de paño y botas de montar, indicadores de una clase media rural o vinculada a la administración ferroviaria. El individuo ubicado de pie junto al grupo central, con botas altas y gesto relajado, parece representar el tipo del “hombre de campo” adaptado al entorno urbano.

La presencia de un niño, que podría identificarse como mozo o ayudante, aporta un detalle de la estructura laboral de las fondas: la participación de menores en tareas de servicio, frecuente en el contexto local de principios del siglo XX.

En conjunto, la fotografía muestra una sociabilidad heterogénea, donde confluyen viajeros, vecinos, empleados y mujeres, articulados en torno a la mesa como símbolo del intercambio social. La quietud de las poses, producto de los tiempos de exposición prolongados, confiere a la escena una solemnidad involuntaria que refuerza su valor documental.

PALABRAS FINALES

En esta imagen demuestra un dominio técnico característico de la época: control del foco en planos medios, equilibrio tonal y una exposición suficiente para registrar detalles arquitectónicos y faciales sin perder profundidad de campo. La composición, deliberadamente frontal, se ajusta al canon descriptivo de la fotografía de arquitectura con figuras, género que combinaba la fidelidad topográfica con la representación social del espacio. En este sentido, esta  fotografía puede considerarse un ejemplo paradigmático del uso de la cámara como herramienta de construcción de identidad urbana.

La imagen que hoy presentamos, más allá de su valor testimonial, posee una densidad simbólica que excede la mera documentación. En ella confluyen el edificio —símbolo de progreso y hospitalidad—, los sujetos sociales de la vida ferroviaria, y la mirada técnica de un fotógrafo que registró, con rigor y sensibilidad, una forma de vida en transformación.

Desde una perspectiva historiográfica, la fotografía constituye una fuente primaria compleja, donde conviven las huellas materiales (soporte, sellos, papel) con los signos culturales (gestos, indumentaria, objetos). Como tal, permite reconstruir no sólo la apariencia física del pasado, sino las formas de relación, jerarquía y expectativa propias de una comunidad en proceso de modernización.

De esta manera, este registro se convierte, así, en un documento de la cultura visual nuevejuliense de comienzos del siglo XX: testimonio de la inserción del ferrocarril en la vida cotidiana y de la configuración de nuevos espacios de encuentro entre lo rural y lo urbano. En la quietud de sus figuras y en la solidez del edificio, la fotografía condensa la memoria de una época en la que el viaje, la espera y la convivencia parecían conjugarse.

Más noticias