Tercera y última parte
Por Héctor José Iaconis.
Se encuentran envueltas en un océano de dudas las causas genuinas del asesinato del doctor Alberto Dehenen, un hecho que, en su tiempo, conmovió a la opinión pública y se mantuvo en la memoria de los nuevejulienses (no solamente en la de los vecinos de French) por varias décadas hasta que fue apagándose la existencia de sus coetáneos.
La muerte del doctor Dehenen está rodeada de entresijos que, conel transcurrir de los años hizo que se tornen aún más caliginosos.

(Gentileza Guillermo Blanco).
LA VERSION OFICIAL DE SU MUERTE
La versión oficial sobre la muerte del doctor Dehenen se desprende de una nota del 24 de febrero de 1930 firmada por el juez que entendió en la causa judicial seguida tras el hecho.
En efecto, el autor de la muerte del médico era un joven proveniente de una conocida familia. Al prestar declaración ante las autoridades judiciales narró su versión de los hechos, la cual, en mayor o menor medida, coincidió con la relatada por los únicos dos testigos que presenciaron lo sucedido aquella noche del sábado 21 de diciembre de 1929.
El homicida declaró que “siendo las veinte horas cuarenta y cinco minutos más o menos, después de haber cenado en su domicilio […], salió solo del mismo y se dirigió hasta la Confitería de Vicente Morrás que tiene establecida en dicho punto, donde bebió un café y poco después y sólo se dirigió hasta la plaza pública que allí existe, donde se encontró con dos menores con quienes dio una vuelta por ese sitio y luego los invitó a concurrir a la confitería que los señores Viola Hnos. poseen allí”.
“Al llegar –prosigue el relato- frente al mismo, calle por medio del local que ocupa la ‘Unión Telefónica’, hallándose el interrogado situado hacia el lado interior de plaza […] de pronto fue sorprendido por un golpe de puño que le fue asestado desde atrás en la boca, lo que dio lugar a que fuera despedido a tres o cuatro metros de distancia sin conseguir no obstante la violencia del golpe caer a tierra, pues consiguió mantenerse en pie, yendo a dar sobre el cordón de la vereda… Seguidamente fue atacado a tiros de revólver reconociendo recién entonces que su agresor era el Dr. Alberto Dehenen quien parapetándose detrás de un árbol existente lugar continuó haciéndole fugo con el arma que esgrimía, por cuya razón el interrogado a su vez, para repeler la agresión y defenderse, sacó de entre sus ropas un revolver con el cuál y de una distancia de tres o cuatro metros, disparó a su atacante cinco tiros que era toda la carga que tenía el arma y seguidamente se encaminó hacía el local que ocupa la subcomisaría de policía. Dio cuenta de lo ocurrido al propio tiempo que hizo entrega del revólver empleado en el hecho…”.
Según el matador, entre el doctor Dehenen y él no había mediado palabras antes del tiroteo; aunque reconoció que, entre la víctima y su familia había existido desde años antes una enemistad.
La herida del proyectil se había alojado en el abdomen. Inmediatamente, el doctor Dehenen, en grave estado, fue atendido primero por el doctor Del Giúdice quien también residía en French para luego ser trasladado al Hospital de la Sociedad Protectora de los Pobres de 9 de Julio. Allí fue intervenido quirúrgicamente, pero con resultados infructuosos, pues falleció allí, un día después, a las seis horas.

LO QUE ESCRIBIO LA PRENSA
En su edición del 25 de diciembre de 1929, EL 9 DE JULIO, describía el asesinato del doctor Dehenen como «un suceso sangriento, que ha llenado de luto a sus familiares y de sorpresa al vecindario»
«Hombre -prosigue la crónica- de gran influencia en el Partido Conservador, actuó con singular éxito […], siendo generalmente el alma de la oposición donde actuaba con inteligencia y habilidad».
Según el texto periodístico, «de carácter desgraciadamente amargado por los contrastes de la vida, con su temperamento extremadamente pasional, violento e impulsivo, llegaba en muchas oportunidades a colocarse en una situación que hacía temer por su vida».
Le consideraban un «médico ilustrado, inteligente, reconocido por sus colegas por la eficacia de su labor».
El 4 de enero de 1930, el periódico “El Pueblo” reproduce una carta de Mauricio Dehenen, familiar del médico malogrado:
Al ausentarme de la localidad, de donde motivos tan dolorosos me han traído a verter una lágrima fraternal por el pobre Alberto, no puedo me nos de sentir una reacción en mi amargado espíritu, al comprobar las demostraciones tan sinceras de dolor que ha con movido tantos corazones.
Ruego señor Director quiera hacer llegar por intermedio de su periódico mi más sincero agradecimiento en primer término al Cuerpo Médico, que agotó toda su ciencia a conciencia por salvarle, vencida esta por la fatalidad del destino, agradezco ese dolor unánime del pueblo.
Pocos días después, también “El Pueblo”, se refería a la consternación que había causado la muerte de Dehenen:
Días pasados hemos tenido necesidad de visitar los dominios de la ciudadela de French, y de ella hemos traído el eco recordativo de la tragedia, por cuanto aún perdura en el ánimo de aquella vecindad, una excitación algo así como dolorosa, caótica, por la tristísima anormalidad que costara la vida del querido amigo y generoso médico Dr. Alberto Dehenen.
Reflejase en los familiares del camarada desaparecido, la impresión afligente que implica en un todo el valor del hombre bueno, y esa impresión se robustece más y más: en los corazones humildes, en los espíritus selectos y justicieros, en los hogares que tantas veces visitó, donde el médico y amigo llegó siempre en buena hora para alivio del enfermo y gratitud del desheredado de la fortuna.
Dolorosa impresión de incertidumbre que comparten los amigos del Dr. Dehenen y lamentan muy de corazón los que sabían de sus bondades y gestos de hombre derecho; dolorosa impresión que encierra en todo su profundísimo un misterio que no verá jamás la luz de la verdad.

PALABRAS FINALES
El 25 de julio de 1930, el juez Gualberto M. Illescas dispuso el sobreseimiento definitivo de quien había cometido el homicidio del doctor Dehenen, argumentando que actuó “en defensa exclusiva de su vida”.
Por Ley n° 4506 del 27 de octubre de 1936, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires le otorgó un subsidio de quince mil pesos a su viuda y a sus hijos menores.
Tal como lo refiere “El Pueblo”, han quedado velados en el misterio los móviles que condujeron al doctor Dehenen al fatal desenlace. Como dijimos en la introducción a esta semblanza, su nombre hoy se sigue mencionando toda vez que se hace referencia al Club Atlético French.
Como por un extraño juego casual, quizo el destino que un descendiente directo del joven que causó la muerte el doctor Dehenen, abrace la carrera de medicina, convirtiéndose también en médico cirujano.
BIBLIOGRAFIA Y FUENTES
- Archivo de Publicaciones Periodísticas “Esc. Ricardo Germán López” de Diario EL 9 DE JULIO. Acervo hemerográfico propio.
- “El 9 de Julio”, 9 de Julio, 25 de diciembre de 1929.
- “El Orden”, edición especial, 9 de Julio, 29 de octubre de 1938.
- “El Pueblo”, 9 de Julio, 4 de enero de 1930.
- “El Pueblo”, 9 de Julio, 8 de enero de 1930.
“La Vanguardia”, Buenos Aires, 22 de febrero de 1923. - “La Voz”, Maipú, 24 de abril de 1922.
- “Touring Club Argentino”, revista mensual, marzo de 1922.
- Boletín Oficial de la República Argentina, 20 de agosto de 1929.
- Datos gentilmente aportados en una entrevista con “Niní” Pérez.
- Dehenen Alberto, Carbunclo, Buenos Aires, “La Ciencia Médica”, 1911.
- Malvido Darío, Historia de «General Rodríguez»: pueblo y partido. Antecedentes y período 1864-1930.
- Quarterly Cumulative Index to Current Medical Literature, 11, enero a junio de 1926, Chicago, American Medical Association.
- Raffo Victor– Yanes Alfredo, Un pionero llamado Banfield. Origen del Club Atlético Banfield y de la comunidad británica de Lomas de Zamora (gentileza de Guillermo Blanco).
- Revista “PBT”, Buenos Aires, 3 de enero de 1914.
- Revista «La República», año VII, n° 15, Buenos Aires, junio de 1926.