En la jornada de ayer, en las iglesias de esta ciudad como así también en todo el mundo cristiano, los fieles católicos celebraron el Miércoles de Ceniza, que determina el inicio del denominado tiempo litúrgico de Cuaresma.
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para preparar a los fieles a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentimiento de las faltas, e iniciar un cambio, para vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura cuarenta días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, se hace un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que deben vivir como hijos de Dios.
Ayer, durante la misa, uno de los signos más importantes fue la imposición de la ceniza, que tiene una significación especial como inicio de la Cuaresma. La imposición de las cenizas recuerda, a los cristianos, que la vida en la tierra es pasajera y que la vida definitiva se encuentra en el Cielo.
Durante la misa vespertina de ayer, en la Catedral de 9 de Julio, celebración a la cual asistió un conjunto importante de feligreses, el cura párroco, presbítero Carlos Tibberi recordó que se tata de un tiempo de «preparación para una de las fiestas más importantes que tienen los cristianos, la Pascua».
El sacerdote recordó que es «una celebración que tiene una gran importancia, que necesita una gran preparación espiritual, pues en ella renovamos el compromiso de amor con Dios, y en cual debe ser renovado todos los días».
En el mismo sentido, el padre Carlos, indicó tres herramientas importantes para transitar la Cuaresma: la oración, el ayuno y la limosna, explicando el sentido de cada una de ellas.
“Las cenizas son el signo visible de nuestra penitencia, que comenzamos a realizar en estos cuarenta días; pero ello no debe quedar solamente en lo externo, debe existir verdaderamente un cambio profundo del corazón”, subrayó el padre Carlos.
