La mañana del 15 de febrero de 2008 comenzó distinta para la sociedad de 9 de Julio. Una noticia terrible corrió rápidamente por la ciudad: en la madrugada tres jovenes nuevejulienses había perdido la vida jugando una “picada” callejera.
En efecto, Renzo Javier Blanco, de 19 años; Fabián Alejandro Valbuzzi, de 22 y César Ezequiel Tolosa, de 19, en la prolongación de la avenida Agustín Alvarez, frente al Autódromo Municipal, había encontrado una trágica muerte como consecuencia de las denominadas “picadas”.
Un manto de dolor cubrió a la comunidad toda; no solamente a los familiares y amigos de las víctimas, sino también a quienes no los habían conocido pero que se acercaron a lugar donde eran velados sus restos para expresar el hondo pesar de producían estas tres muertes jóvenes.
Dada la magnitud del hecho, enseguida la noticia tomó alcance nacional, y los medios capitalinos se acercaron a la Ciudad para cubrir periodística- mente todo cuanto acontecía. Diarios, radios y canales de televisión de varias provincias se hicieron eco, llamando a la reflexión acerca de la forma en que los chicos habían fallecido.
Este hecho mostró a las claras la situación preocupante del tránsito en 9 de Julio, la falta de una política de estado municipal que previniera este tipo de episodios, la carencia de un control en lugares en los cuales se realizan las “picadas” o, si había un control, la ineficiencia del mismo.
En el lugar donde se produjo el trágico accidente, allí donde Renzo, Fabián y César perdieron la vida, fue levantado un monolito que los recuerda con afecto. Allí, sus amigos y familiares suelen dejar flores, testimoniando el recuerdo vivo de estos tres chicos nuevejulienses.
Si bien es cierto que lo ocurrido en esa noche fue un hecho puntual, con características especiales (pruebas en moto en las condiciones de riesgo), aún queda mucho por hacer por mejorar en el tránsito de esta comunidad..
