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Nueve de Julio
viernes, abril 19, 2024

Ven conmigo. Ser ingenuo no es ser estúpido

* Por Luciana Mazza Toimil (periodista, de 9 de Julio).

La palabra ingenuidad proviene del latín ingenuus, traducible a indígena, libre de nacimiento -lo que se identificaba con el hombre libre por contraposición al siervo; también indica ausencia o falta de malicia y de experiencia, una deficiente comprensión o inteligencia; así como presencia de sinceridad, inocencia, sencillez, pureza, y candidez.
¿Pero qué pasa si la ingenuidad se utiliza como herramienta contra el preconcepto?
Algunos autores han desarrollado otra noción que la identifica con el proceso de encontrar y aplicar ideas nuevas para resolver problemas más allá de las ideas
preconcebidas, o prejuicios; lo que puede identificarse con la innovación, el denominado pensamiento divergente, y conceptos como el de capital intelectual.
Los preconceptos nos invaden día a día. Pensar que fulano es importante porque está en tal lugar es igual de prejuicioso que pensar negativamente de alguien sin conocerlo. Volvemos a lo que hablamos durante todo 2011: necesitamos del esfuerzo de pensar, no solo de incorporar conocimientos y repetir como loros lo que aprendimos, sino poner en marcha lo que sabemos y debemos hacer.
Si no se construye desde los cimientos es muy difícil que el edificio se ponga en pie.
Y este año, como hace un tiempo ya, los ingenuos venimos creyendo en que se puede.
No es mala la ingenuidad, sí es malo cuando se la usa como herramienta de manipulación, ahí se subestima a quien ha incorporado la confianza en aquel que se lo creía apto para guiar.
Quien les escribe jamás conoció personalmente a ningún presidente, ni a ningún alto funcionario, los conoce a través de los medios de comunicación, de los libros, de la historia según quien la cuente y de sus actos.
Quien les escribe ha observado durante años cómo se repite un capítulo fundamental de esta “novela”, que dejará de ser ficción el día que cambie un concepto fundamental.
La ingenuidad sería algo así como un acto de buena fe.
La gente común tiene contacto con lo “público” a través de trámites “comunes”, no se va a la Casa de Gobierno a pedirle al Ministro de Salud, por ejemplo, un recurso de amparo por medicamentos, habla con el empleado “público”.
Lo público se embarra, se lo prejuzga de indigno, de sucio, de falta de “sofisticación”.
Señores, todo aquel que ocupa un cargo público desde maestranza, bibliotecario, oficinista, (y los ejemplos siguen), tiene la obligación de enriquecer con su trabajo la labor de años de construcción. Y aquel que elige quien ocupe esos cargos tiene que ser consciente de que el cambio empieza ahí, en la base.
Ni hablar de aquellos periodistas, o pseudo comunicadores que ocupan cargos públicos y se jactan de ello y lo único que hacen es destruir lo construido.
Quien ejerce un cargo tiene la obligación moral de entender que está ahí porque otros muchos eligieron que esté. Lo PÚBLICO tiene que dejar de ser de “pardos, de medio pelo”, no hay nada más denigrante que la autocompasión y la autodiscriminación. Revolucionar al revolucionario y comenzar a descreer que lo “privado” es mejor.
Ser ingenuo quizá se relacione con la capacidad de esperanza y de seguir peleando aún en aquellos casos donde los espacios para esperar, reaccionar y defenderse se reducen.
La ingenuidad, para quien les escribe, sería un acto de buena fe, que puede ser superado sólo con verdad y con compromiso.
La revolución tiene nombre de mujer, de madre, de niña, de tierra, de esperanza, no tiene por qué ser maltratada con preconceptos, ni revolución ni ingenuidad tienen por qué ser “malas palabras”.
A diez años de los “cacerolazos”, a diez años del que “ se vayan todos”, lamentablemente algunas cosas siguen igual, algunas mujeres aun no pueden entender que se puede trabajar en paz con el mismo sexo, hombres que siguen sin entender que la mujer no tiene que ser un objeto… educar a quien se educó, no llorar lo que se tiene enfrente, hacerse cargo de una buena vez y por todas de los lugares que ocupan. Empezar por casa señores la famosa “revolución”, porque si no el cuento jamás dejará de ser ficción.
Los ingenuos y lentos te deseamos lucidez, un año sin daños y sin prejuicios, deseamos poder pensar lo más libremente posible, y que lo que es de todos sea realmente digno.
Gracias por el tiempo.
Que disfruten de la partida.

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