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Nueve de Julio
viernes, abril 26, 2024

Gregorio González. Raíces nuevejulienses de un pastor ejemplar

* En Junín desarrolló una obra notable, fundó centros misioneros, una capilla y dos parroquias.
* Fue fundador del Colegio “Padre Respuela” y del barrio que hoy lleva si nombre en Junín.
* Representante legal del Instituto Superior del Profesorado de Junín, se desempeñó también como director del Diario “La Verdad”.
* Educador, misionero y artífice del progreso de esa comunidad, fue un sacerdote ejemplar.

Al iniciar este artículo, sabemos que resulta una tarea difícil sintetizar en una nota periodística la trayectoria del padre Gregorio Luis González, sacerdote nuevejuliense, que realizó una obra memorable en la ciudad de Junín, donde desarrolló su ministerio por espacio de treinta y siete años. Su vida merece, ciertamente, la profundidad de un estudio biográfico que recoja los testimonios de muchas personas que han amado de manera especial a su pastor, al guía espiritual, al notable misionero, el evangelizador y educador; al hombre sencillo que sabía comprenderlos, alentarlos en los momentos difíciles, brindándolos el consuelo e incentivándolos a vivir la alegría esperanza en Cristo.
El padre Gregorio Luis González fue un hombre de Dios, en todo lo intenso que esta expresión significa.


Había nacido en la localidad de El Tejar, Partido de 9 de Julio, el 28 de agosto de 1928. El día de su nacimiento parece, en efecto, indicar una predestinación a la vocación, pues coincide con la festividad de San Agustín, el gran pastor de Hipona. Sus padres fueron don Avelino González, un ser excepcionalmente dotado por la virtud y la grandeza de alma, y María Molinari.
Gregorio fue el segundo de ocho hermanos: Erilda E., Alejandro, Delia E., Raúl A. (“Lito”), María Rosa (“Tita”), Nilda A. y Jorge Omar.
Siendo niño su familia se estableció en 9 de Julio, en la histórica casa de la calle Urquiza, que había pertenecido a Eduardo Moledo, otra figura paradigmática en la historia nuevejuliense. Sus estudios primarios los cursó en esta ciudad, frecuentando la escuela del maestro Elías Cabrerizo.

EL NACIMIENTO DE UNA VOCACION
En la infancia, cuando se disponía de iniciar la etapa de la adolescencia, Gregorio Luis González sintió el llamado vocacional al sacerdocio, el cual se fue consolidando con el transcurrir de los años. Por entonces, 9 de Julio pertenecía a la Diócesis de Mercedes, por lo cual debió marchar hacia esa ciudad para ingresar al Seminario Conciliar “Pío XII” que, poco tiempo antes, había fundado el obispo diocesano, monseñor Anunciado Serafini.
Culminando su formación académica, recibió el Orden del Presbiterado, por ministerio de monseñor Anunciado Serafini, el 6 de diciembre de 1953, en la Catedral de Mercedes. Su padrino de ordenación fue el padre Domingo Güida; el orador sagrado, su amigo Antonio Quarracino; oficiando como padrinos de Misa, sus padres y como padrinos de honor, sus hermanos, Juan Lettieri, Heriberto J. Pastori, Susana S. de Amato y Enriqueta B. de Pironio (madre del Cardenal Eduardo Pironio).
Su primera misa la ofició en la entonces Parroquia de Santo Domingo de Guzmán, en 9 de Julio, el 8 de diciembre, mientras que la segunda la celebró en la capilla del Colegio Jesús Sacramentado.
A poco de ser ordenado, fue enviado a la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar en Los Toldos. Allí, aquella comunidad, conoció los primeros trabajos apostólicos del padre Gregorio González.
Por ese entonces, solía viajar a 9 de Julio para visitar a sus padres en una moto Gilera, en la cual se lo vio no pocas veces.

LA LLEGADA A JUNIN
En enero de 1957, su obispo lo trasladó transitoriamente a la ciudad de Junín, por espacio de un año. Monseñor Serafini era un agudo y sagaz observador, llevaba ya diecisiete años al frente de la diócesis de Mercedes y conocía recientemente su clero. En seguida reconoció las cualidades sacerdotales del padre González y, como faltaban pocos días para la erección canónica de la Diócesis de 9 de Julio, quizo enviarlo a Junín, para preservarlo dentro de la jurisdicción eclesiástica mercedita.
En Junín, en realidad, habría de permanecer por muchísimos años más hasta su fallecimiento. Allí llegó con la designación de vicario cooperador de la parroquia San Ignacio de Loyola, iglesia matriz de la ciudad, de la cual fue más tarde cura párroco.

LA GRAN OBRA
A principios de la década de 1960, fundó la capilla Nuestra Señora de Luján, dotándola de un dispensario médico para personas sin recursos y, posteriormente, la capilla San Francisco de Asís (elevada a la jerarquía de parroquia en 1991), concibiendo cada una de ellas como verdaderos centros misioneros. Estas obras, en realidad, constituían el comienzo de una grandiosa tarea que la comunidad de Junín supo valorar en toda su magnitud: la construcción de otra nueva parroquia, un colegio y un barrio.
En los años iniciales de la década de 1960, el sector delimitado por las actuales arterias, avenida Padre Respuela, Benito de Miguel, Ruta Nacional 7 y la avenida de Circunvalación, de la ciudad de Junín, estaba prácticamente deshabitado, con gran cantidad de lotes de terrenos baldíos. En ese lugar, el padre Gregorio González concibió la idea de crear un barrio. Su esfuerzo denodado hizo posible la adquisición de los terrenos y la construcción de gran cantidad de viviendas y la unidad sanitaria.
En noviembre de 1961 adquirió los primeros lotes para la edificación de una nueva parroquia, que puso bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen y, al mismo tiempo, dispuso los terrenos necesarios para opción de un establecimiento educativo.
En 1963, fundó el Colegio “Padre Respuela”, que comenzó con el nivel primario, para luego anexar el nivel inicial y, más tarde, hacia 1982, el nivel secundario.
En efecto, la primera gran empresa comunitaria del padre “Goyo” fue el colegio, la parroquia con su casa parroquial y demás dependencias, para continuar luego con la urbanización del barrio y la construcción de las viviendas.
Fueron memorables las “kermeses” organizada para recaudar fondos. Allí, los padres del colegio atendían los distintos entretenimientos y hasta el vecino más humilde donaba la lata de abejas o el osito de felpa que había ganado en la lotería o al tiro al blanco en las mismas “kermeses”.
En 1984, a raíz de una afección cardíaca debió permanecer un tiempo en 9 de Julio, junto a su madre y hermanos; pero, ni bien recuperado, regresó a su obra en Junín. Para entonces había fallecido el padre Tieri, su amigo, quien le donó como herencia un automóvil y otros recursos para continuar con su emprendimiento social.
“Llegó como adelantado a este barrio incipiente y fue soñando al calor de los ideales, de la fe, para ir plasmando este monumental colegio por el que entregó gran parte de su vida», afirmó en cierta ocasión el Arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Emilio Ogñenovich.
La obra fue creciendo al impulso de este hombre bueno, en cuyo accionar se comprendía la personalidad de un sacerdote que estuvo siempre en una actitud de servicio, prefiriendo estar siempre rodeado por los niños, los jóvenes, los adultos y los ancianos de la comunidad, sin restricciones, con el corazón siempre abierto.
En la actualidad el barrio que fundó el padre Gregorio González está conformado por 66 manzanas con un notable crecimiento urbanístico e inmobiliario, lo que influye en la edad de los residentes: los vecinos cuentan que muchas familias jóvenes, encabezadas principalmente por profesionales, se radicaron en esa zona aprovechando uno de los últimos sectores cercanos al centro con disponibilidad de viviendas.

PALABRAS FINALES
El padre González falleció el 19 de julio 1994 en la ciudad de Buenos Aires, en el CEMIC, donde había sido internado debido a una dolencia que lo aquejaba desde hacía tiempo.
El padre Gregorio González recibió, en vida, muchos homenajes. La comunidad supo reconocer los méritos de su obra.
En 1988, por citar algunos, la Editorial Semanario lo homenajeó como Personalidad destacada de Junin. Lo propio hicieron el Rotary Club y el Club de Leones de esa misma ciudad.
Asimismo, en 1991 el Instituto de Cultura Hispánica de Junín también lo homenajeó por su obra.
El 19 de julio de 1995, con motivo de cumplirse el primer aniversario del fallecimiento del padre Gregorio, le fue impuesto su nombre a una plaza ubicada en la avenida Padre Respuela y Formosa, de acuerdo con una ordenanza del Concejo Deliberante de Junín del año anterior.
En julio de 1999, el barrio que hasta entonces se llamaba “Nuestra Señora del Carmen”, por disposición de las autoridades municipales y el requerimiento de los vecinos, comenzó a denominarse “Padre Gregorio González”.

 

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