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Nueve de Julio
martes, abril 16, 2024

Vicecónsules y agentes consulares en 9 de Julio

Por Héctor José Iaconis.
En la primera mitad del siglo XX, la presencia masiva en el Partido de 9 de Julio de inmigrantes extranjeros, mayoritariamente italianos y españoles, motivó el nombramiento de vicecónsules o agentes consulares honorarios. Se trataba (y lo sigue siendo, con algunas variantes en la actualidad) de funcionarios diplomáticos, designados por el gobierno de su país, para atender algunos asuntos más o menos urgentes concernientes a los inmigrantes y a los intereses su estado.
Si bien antes de la Convención de Viena de abril de 1963 existían algunas imprecisiones acerca de la competencia de aquellos, estaba claro que los vicecónsules o agentes consulares cumplían funciones auxiliares como representantes del cónsul a quien pertenecía la jurisdicción. Su misión, además de amparar los interés de su país, era la de brindar una asistencia de los inmigrantes, sea con sus documentos o para gestiones y trámites específicos.
Al mismo tiempo, se les consideraba como una representación oficial de su país, aunque no la tuvieran en sentido estricto, en el lugar donde residían.
Dado que su función era ad-honorem, los vecinos escogidos para desempeñar el cargo poseían, en la mayoría de los casos, una posición relativamente acomodada.
Es extensa, sin dudas, la nómina de los agentes consulares en 9 de Julio, tanto españoles como italianos. Hemos de recordar, en esta breve semblanza, algunos de los más representativos.

Agencia Consular de Italia en 9 de Julio cuando funcionaba en el dmicilio particular de Tomás Cosentino, en la avenida Primer Centenario (hoy San Martín) entre 25 de Mayo y Libertad (hoy sede del Banco Santander).

En 1905 fue nombrado agente consular de Italia en 9 de Julio, Gustavo Pastorino, quien obtuvo el exequatur de las autoridades argentinas un año más tarde. Este instaló sus oficinas en una casona de la avenida General Vedia entre San Luis (hoy Cavallari) y La Rioja. Como era de rigor entonces, mandó colocar en la fachada una chapa con la indicación de su representación y la bandera de su patria.
En 1907 fue reconocido como vicecónsul de España, José Cuesta Álvarez. También se trataba de un vecino conocido y vinculado socialmente. Hombre de negocios, debió soportar tempranamente la lacerante pérdida de una hija en edad infantil.

Tomás Cosentino, agente consular de Italia.

En torno a 1927 fue nombrado agente de Italia en la comunidad, Tomás Cosentino, instalando la sede consular en su propia casa, ubicada en la avenida Primer Centenario entre Libertad y 25 de Mayo. Sin dudas, una de las figuras más meritorias de su tiempo, poseía sobrados merecimientos para ser distinguido con este nombramiento. Así lo expresó, en 1928, una publicación italiana al referirse a su designación: “Por sus cualidades y méritos personales y patrióticos, fue nombrado regente de la Agencia Consular, desvinculando la nueva oficina con el celo y corrección que son habituales en él”.
Cosentino era, desde luego, un vecino respetado, no solamente en la colectividad italiana. Y, entre sus compatriotas radicados en la Argentina, su nombre sonaba con reconocimiento. Había animado y presidido un Comité de asistencia durante la primera guerra mundial y, finalizada esta, brindó su contribución económica a Italia. Sufragó al denominado “Prestito del Littorio” y fue un decidido colaborador durante la instalación del telégrafo submarino de la Compagnia Italiana dei Cavi Telegrafici Sottomarini, a mediados de la década de 1920. Asimismo, representó a la Aziciacione Patriotica Italiana y fue corresponsal del periódico «Giornale D’Italia”.
Más tarde, otros representantes consulares de Italia fueron designados en 9 de Julio. En diferentes épocas lo fueron, Mario Brenni y Vicente Paladino, respectivamente.
Los inmigrantes españoles, asimismo, pudieron contar con otro notable vicenconsul, ejemplo de honradez y probidad: José Gaig, de profesión comerciantes, co-propietario del Bazar “El Siglo”. Fue designado el 12 de diciembre de 1930 y concluyó su gestión el 29 de febrero de 1939. Sus cartas de designación tenían la firma de Alfonso XIII.
José Gaig instaló la oficina consular en la casa aledaña al bazar y, en el balcón (que aún se conserva) colocó las banderas de Argentina y de España en ambos extremos.
Aunque hoy olvidados, esos funcionarios consulares de ayer contribuyeron a fortalecer los vínculos entre sus connacionales y la comunidad. Procuraron mantener latente el espíritu de identidad de los inmigrantes animando, al mismo tiempo, su integración a la nueva patria que les acogía.

A la derecha, Mario Brenni, quien se desempeñó como angente consular itaiano y a la izquierda, atrás, Vicente Paladino, que su correspondal consular. Detalle de una foto tomada durante un acto realizado en el cementerio de 9 de Julio en 1947.

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