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Nueve de Julio
jueves, abril 25, 2024

El “Almacén Inglés”, de Salta e Independencia

Por Héctor José Iaconis.

La esquina sudoeste de las calles Salta e Independencia (hoy Hipólito Yrigoyen) fue, durante varios lustros, predilecta para las actividades comerciales. Su ubicación, en  los años inmediatamente posteriores a la fundación de 9 de Julio, podía considerase estratégica, sobre todo si se tiene en cuenta que, la calle Salta, había sido el acceso al pueblo cuando se ingresaba desde Bragado.

En el segundo decenio del siglo XX funcionaba en esa esquina el almacén de ramos generales de Félix Vadillo y Daniel Bernández. Con las características de aquellas grandes instalaciones, tan típicas de ese tiempo, componían el almacén las secciones de comestibles y artículos de despensa, bazar, ferretería y otros anexos.

Félix Vadillo y Daniel Bernández eran dos vecinos conocidos en la todavía pequeña población de 9 de Julio. Ambos se habían vinculado activamente a la sociedad. El segundo vivió en esta comunidad hasta septiembre de 1923 en que se alejó para retornar a su España natal.

En la misma esquina funcionó, posteriormente, bajo de denominación de “Almacén Inglés”, otro comercio bastante poderoso en su tiempo, perteneciente a la firma “Larrañaga, Quintana & Compañía”. Si bien, al principio, había sido los hermanos Guillermo y Francisco Larrañaga quienes le habían dado vida, fue el primero quien continuó con la empresa, incorporando otros socios.

Esquina de Salta e Independencia (después llamada Hipólito Yrigoyen), donde funcionó el «Almacén Inglés».

El 8 de septiembre de 1926 había adquirido el inmueble a Catalina Castagnino  de Sibilla. Se trata no solamente de la esquina, sino de un amplio terreno que comprendía las calles Hipólito Yrigoyen, Salta y 25 de Mayo, formando un rectángulo de 40,98 por 86,60 metros. Comprendía, en efecto, los terrenos donde actualmente se encuentra la Clínica Independencia y la totalidad de las viviendas que le siguen por Salta hasta 25 de Mayo.

Además del local comercial propiamente dicho, ubicado en la esquina de Salta e Hipólito Yrigoyen, existían tres depósitos, once dependencias de acopio y galpones y una casa habitación anexa. El almacén de “Larrañaga, Quintana & Compañía” poseía corralón de hierros y maderas, ferrería, pinturería, vidrios y alambres. Asimismo eran agentes oficiales de repuestos e implementos  para maquinarias agrícolas “McCormick Deering”.

Para 1946, el “Almacén Inglés” había desaparecido. El 12 de marzo de ese año, Guillermo Larrañaga encargó al agrimensor Santiago Cardinal el loteo del terreno. Había sido derribado el antiguo edificio, quedando en pie solamente la casa contigua sobre Hipólito Yrigoyen. Fueron obtenidos doce solares que, enseguida, consiguieron propietarios, erigiéndose viviendas familiares.

Innumerable cantidad de anécdotas se tejieron en torno al almacén de “Larrañaga, Quintana & Compañía”. Algunas lo suficientemente inverosímiles como para rozar la fantasía. Si, por ejemplo, como se dijo entonces, fruto de una «viveza criolla» (o, más bien, «viveza española», porque no habría sido criollo sino español el tramposo) en cierta ocasión la mayoría de la cartera de clientes «con libreta» pagó por un arado que nunca adquirió fue un hecho verídico, jamás podrá corroborarse.

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