En la noche de ayer, en conmemoración del Viernes Santos, tuvo lugar en esta ciudad, la realización del tradicional Vía Crucis, un camino que se adentra en el misterio eucarístico, una devoción popular que se enlaza con la piedad sacramental de la Iglesia.
Durante el desarrollo del Vía Crucis, que se llevó a cabo en el paseo, los fieles fueron meditando las estaciones, al finalizar, recibieron la bendición especial impartida por el Obispo de la Diócesis de 9 de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi.
LA CELEBRACIÓN DE LA TARDE
En la jornada de ayer no se celebró la Eucaristía. El altar de la Catedral lucía sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos. Durante la Celebración de la Pasión del Señor, el celebrante se postró en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados.
El Obispo, en esta ocasión, estuvo acompañado por monseñor Alfredo Zecca, Arzobispo emèrito de Tucumám, quienes participaron del oficio revestidos de rojo, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece.
Lo que caracteriza al Viernes Santo es la adoración de la cruz. Ya los Santos Padres de los primeros siglos, como San Agustín y San Juan Damasceno, hablan del rito de la adoración de la cruz como algo ya consolidado en la Iglesia. En el siglo IV Santa Elena, la madre del emperador Constantino, impulsada por esta devoción a la cruz de Cristo, se empeña en buscarla y la encuentra. Sin duda que este hallazgo de la ‘vera cruz’ habrá estimulado muchísimo la devoción a ella.
