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viernes, marzo 29, 2024

Primeros años de vida clave para el sistema inmunitario

El envejecimiento del sistema inmunitario se puede retrasar, y algunas claves importantes para lograrlo están en los primeros años de vida, incluso antes de nacer.

No existen milagrosos ni instantáneos remedios para reforzar las defensas el organismo, la única manera es cuidarlo. Se trata de un proceso largo que comienza en el útero, continúa en la etapa infantil, adolescencia y en la vida adulta, hasta llegar a la vejez. La ciencia confirma resultados sorprendentes para aquellas personas que han sido constantes en el ejercicio y la dieta sana y no se han estresado más de lo necesario.

El sistema inmune, ese completo y coordinado conjunto de células, tejidos, moléculas y procesos biológicos que se encarga de defendernos de virus, bacterias, parásitos y células malignas, se va deteriorando según envejecemos. Es un proceso del que no se escapa nadie, se llama inmunosenescencia y consiste en el deterioro progresivo de los distintos componentes que nos aporta esa inmunidad. Con los años se altera tanto el número de células encargadas de hacer frente a los diferentes patógenos como sus funciones, lo que reduce su respuesta a la hora de defendernos de patologías asociadas con la edad.
Los genes tienen que ver un 25 % en la conservación de un sistema inmune sano, pero mucho más el estilo de vida (75 %), hábitos que hay que cuidar desde el útero.

Factores que influyen en el sistema inmunitario
– HÁBITOS DURANTE EL EMBARAZO
En el periodo fetal ya empieza a formarse la inmunidad innata, más precisamente en el segundo trimestre de la gestación. Al nacer, el bebé ya lo hace con algunos mecanismos de defensa, pero es una inmunidad muy inmadura y frágil. Para que esa inmunidad innata funcione de modo correcto tiene que interrelacionar con la adquirida (la memoria que permite reconocer el patógeno que estuvo en contacto con el organismo y actuar contra él), que se irá desarrollando con el crecimiento del niño y esté en contacto con estos patógenos; ya sea a través de la vacunación o al pasar las enfermedades.
Durante el embarazo, esa inmunidad adquirida, le llega desde la madre. A través de la placenta le transmite anticuerpos y glóbulos blancos. Por eso es importante que, además de llevar una vida saludable, la madre haya recibido todas las vacunas, ya que sus anticuerpos serán la primera defensa de su hijo.

– NACER POR PARTO NATURAL INMUNIZA MÁS
Existen diferencias inmunológicas entre un parto vaginal y uno por cesárea. El primer contacto con los microbios se da al atravesar el canal de parto, son colonizados por las bacterias que componen la flora vaginal de la madre, y por lo tanto pasan a formar parte de su microbiota. Entre estas bacterias que tienen un efecto beneficioso cuando se adquieren durante el parto están los Lactobacillus que, entre sus funciones, está la de convertir la lactosa en ácido láctico, inhibiendo así el crecimiento de bacterias perjudiciales para la salud.
El parto otorga cierta ventaja inmunológica que hace al bebé menos susceptible a la hora de sufrir infecciones, pero solo en sus primeras semanas de vida. Tampoco significa que los bebes que nacen por cesarea queden desprotegidos o incrementen la susceptibilidad a alergias y enfermedades autoinmunes. Es lo que concluye una investigación reciente llevada a cabo por la Universidad de Londres.

– LA LACTANCIA MATERNA, LO MEJOR PARA CREAR DEFENSAS
Ya en el exterior, el bebe se pone en contacto con microorganismos que van ayudar a potenciar las defensas a través de los alimentos, en especial de la lactancia materna. A través de la madre se produce el traspaso de componentes con propiedades que protegen al bebé de agentes infecciosos, en su mayoría de carácter gástrico y respiratorio, durante sus primeras semanas de vida y hasta que su organismo vaya generando su propia inmunidad (de los 6 a los 12 meses).
Entre estos componentes se encuentran, por ejemplo, los macrófagos, unas células que abundan en el calostro (la sustancia que se produce antes de la subida de la leche) y que se caracterizan por su capacidad para secretar citocinas, esenciales en la regulación de los mecanismos de inflamación; los neutrófilos, cuya principal función es destruir bacterias y participar en el inicio del proceso inflamatorio; o las inmunoglobulinas del tipo IgA, cuya actividad está relacionada con la inmunidad de mucosas, evitando la penetración de antígenos en la pared del intestino.

Los bebés nacen con un sistema inmunitario que puede combatir a la mayoría de los microbios, pero hay enfermedades contra las que no puede luchar, algunas de ellas especialmente graves. Por eso necesitan las vacunas: para reforzar el sistema inmunitario.

Sofía Villarrica
Lic. en nutrición
M.N.: 7103 M.P.: 2763
Atiende en:
Consultorios Ceinsa – Yrigoyen 1339 – Turnos: 520111
Centro de Diagnóstico IMC – Cnal. Pironio 255 – Turnos: 614299

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