(Clarín)- Cuando Matías Ezequiel Martínez (25) mató a Úrsula Bahillo (18) la impotencia fue tanta que despertó la bronca colectiva -primero- de todo Rojas, después en el resto de la sociedad. Las denuncias previas, los pedidos que no se atendieron y el historial de violencia del oficial de la Bonaerense fueron el combustible de la bronca.
¿Cuántos alertas se desatendieron? ¿Cuánto antes se podría lo podría haber detenido? Lo cierto es que, por una denuncia previa, Martínez tendría que haber estado preso. Por una decisión burocrática de la Justicia de Mercedes evadió la cárcel, regresó a Rojas y mató a Úrsula.
Desde el comienzo de su carrera en la Fuerza, el prontuario de Martínez resultó cuestionado. Era policía desde abril de 2015 y estaba de licencia psiquiátrica desde el 8 de septiembre del 2020, una estrategia que -denuncian- había surgido para evadir la exoneración y continuar cobrando parte de su salario.
En cinco años con el uniforme de policía acumuló traslados y sanciones. Describen la suya como “una personalidad difícil», minimizando su accionar.
Cuando Belén, su ex pareja, lo denunció por violencia y amenazas (en junio de 2017), lo notificaron de un traslado, que finalmente se concretó.«Si me trasladan, tiro una bomba», le advirtió por teléfono a una superior que lo notificó del cambio.
Ella, también policía, avisó de la reacción y se generó un sumario en Asuntos Internos de la Bonaerense para mayo de 2019.
Cuando llegó a 9 de Julio, su nuevo destino, conoció a otra mujer. La violencia se repitió, igual que con Belén, de la misma manera en que -más adelante- replicaría con Úrsula.
«A él lo trasladaron a 9 de Julio para cuidarlo, ahí fue cuando cometió la violación… me lo contó su mamá, que se comunicó conmigo», denunció Belén en redes sociales.
Por esa causa es que Martínez tendría que haber estado preso.
Fue en junio de 2020 que su entonces pareja se presentó ante la Justicia para denunciar una violación. Según consta en la Fiscalía N° 2 de Mercedes, Martínez violó a la sobrina de esta joven, una nena con discapacidad. Tres meses después estaba de regreso en Rojas y pidiendo una licencia psiquiátrica.
Fuentes judiciales confirmaron a Clarín que, por la pandemia de coronavirus, las pericias se demoraron, “aunque la causa avanzó con otras medidas de prueba”, indicaron.
Recién en diciembre la niña logró declarar y ratificar su calvario. Martínez estaba acusado de abuso sexual agravado en el Poder Judicial de Mercedes.
El fiscal Sebastián Villalba solicitó su detención el 7 de enero, un mes antes de que asesinara a Úrsula. Sin embargo, Facundo Guillermo Oliva, titular del Juzgado de Garantías N° 2 de Mercedes, estaba de vacaciones.
El pedido de Villalba recayó en su reemplazo, Marcelo Enrique Romero, a cargo del Juzgado de Garantías N° 1, que se excusó de resolver el pedido de detención por encontrarse en feria judicial y no haber sido él el magistrado natural de la causa.
Pero los pedidos no terminaron ahí: finalizada la la feria judicial, Villalba reiteró el pedido de detención. Martínez tuvo otra oportunidad para terminar en la cárcel y de esa manera, podría haberse evitado el femicidio. Esa solicitud nunca se resolvió: cuatro días después, el agente de la Bonaerense mató a Úrsula Bahillo de al menos 15 puñaladas y después intentó quitarse la vida.