Por el Dr. Luis Beraza.
Docente y bailarina de la comparsa Carú Curá desde la niñez, María Ludmila Fernández tenía 22 años cuando en enero de 2012 y durante una noche de corsos en Esquina, murió aplastada por un acoplado mientras procuraba ayudar a una amiga a subirse a la tarima de ese mismo acoplado. El conductor del vehículo argumentó que por el volumen de la música no había podido escuchar los desesperados gritos de la gente que presenció el hecho y el fatal desenlace.
La madre de la joven demandó a varios por daños y perjuicios y en primera instancia se condenó al club organizador (Sociedad Sportiva Esquinense) por negligencia en las medidas de seguridad y también al conductor del vehículo, aunque considerando que parte de la culpa la había tenido la víctima ante su imprudente desplazamiento por la lanza que ligaba el acoplado-carroza con el camión.
La cámara confirmó el fallo apelado, pero mediante un recurso al Superior Tribunal de Corrientes y tras ocho años de espera, la madre logró finalmente lo que ambas instancias anteriores habían obviado: condenar también al Municipio de Esquina por no haber cumplido con su indelegable poder de policía en materia de tránsito, más allá de que había encargado las funciones de organización al club y colaborado con la presencia de agentes e inspectores de tránsito.