spot_img
spot_img
26.1 C
Nueve de Julio
viernes, marzo 29, 2024

Los mismos ayer, hoy y siempre

NOTA DE OPINION

 


El Estado nacional a través de su presidente Alberto Fernández anunció el pasado lunes 8 la intervención de la empresa cerealera Vicentin, por causa de utilidad pública, previa a la expropiación la cual debe salir por ley del Congreso, lo que causó un gran terremoto político.
La caterva de periodistas de medios conservadores que hostigan todo el tiempo al gobierno de Alberto Fernández desde su asunción, han sostenido la inconstitucionalidad y/o ilegalidad de la intervención, como así también de la expropiación sobre la empresa Vicentín.
Ignorar la legalidad de la expropiación y la intervención significa un total desconocimiento del derecho argentino, en especial la Constitución Argentina, la ley de expropiaciones, como así mismo, la ley de abastecimiento.
Es legítima la expropiación de Vicentín? Sí. La expropiación constituye un procedimiento de derecho público que cuenta con la base del artículo 17 de la Constitución argentina: “La expropiación por causa de utilidad debe ser calificada por ley y previamente indemnizada”. Todo lo que está autorizado por la Constitución Nacional nunca puede ser ilegal. Es más, desde 1994, el artículo 75, inciso 19° de la Constitución; incorpora la obligación del Congreso de: “Proveer lo conducente al desarrollo humano, al progreso económico con justicia social, a la productividad de la economía nacional, a la generación de empleo, la formación profesional de los trabajadores, y la defensa del valor de la moneda”.
La expropiación era la única alternativa para sostener los puestos de trabajo y mantener la expectativa de cobro de sus deudas para los 2600 productores y los Bancos Nación, Banco Santa Fe, Provincia de Buenos Aires, Banco Ciudad, que quedaron comprometidos con el cese de pagos de Vicentin. Por ello el Presidente lo llama “Salvataje” de los trabajadores, productores, proveedores, banca pública y privada, nacional e internacional.
El Peronismo fue, es y será un movimiento capitalista por naturaleza, por su esencia. Nunca un gobierno Peronista que se precie de tal podrá ser comunista o tratará convertir a la Argentina en Venezuela, como los comunicadores del terror se empeñan en repetir, machacando que hoy van por Vicentín, mañana irán por tu campo y después se llevarán tu casa.
El Peronismo es realmente un movimiento de acción y reacción, es decir que, ante un problema concreto de la sociedad, sus funcionarios actuarán tan rápidamente como las circunstancias se lo requieran, sin importar mucho las formas o medios -lo que enerva a los conservadores- pero poniendo siempre al pueblo por delante de todos y todo. Sigue siendo absolutamente respetuoso de la propiedad privada, pero protegiendo fundamentalmente a los trabajadores y el patrimonio del Estado.
Estos mismos medios, hace solamente un mes atrás, decían “Europa sale al rescate de sus empresas emblemáticas”, agregando más abajo “Francia, Alemania e Italia avanzan con procesos de nacionalización de líneas aéreas y automotrices” (La Nación, 2 de Mayo de 2020), sin argumentar que se convertirán en Venezuela ni que desembarca el comunismo en Europa.
Está sumamente claro, entonces, más allá de lo que digan los opinólogos y políticos opositores, acá no está en juego ni el desembarco del comunismo ni la Venezuelización de Argentina como pretenden hacernos creer. Por eso cuidado, que no te tomen por tonto, te mienten para crear una conciencia desestabilizadora, posicionandose junto al poderoso para cuidar sus intereses.
Para finalizar, quiero rendir un humilde homenaje a Martín Miguel de Güemes, héroe de nuestra independencia, cuya muerte se conmemoró por estos días, trazando un paralelismo entre la actualidad que comenté y aquellos días.
Güemes, además de soldado, se destacó en su gobierno por la justicia social y favorecer al pobrerío gaucho, a quienes los había elevado en la consideración social por su patriótico coraje y lealtad a la patria. Para ello, había que tocar intereses de la clase alta de Salta, con impuestos al comercio con el Alto Perú.
Güemes moriría el 17 de junio de 1821, gracias a los oligarcas y la aristocracia salteña (autodenominados los “decentes”), asociados con el general realista Olañeta, celosos de que le tocaran su riqueza. Ese día Rivadavia, hizo publicar en “La Gazeta de Buenos Ayres”: “Murió el abominable Güemes. Ya tenemos un cacique menos”. (Pacho O’ Donnell.com.ar). Cualquier parecido con la realidad NO es pura coincidencia. Son los mismos, ayer, hoy y siempre.-
EDUARDO CERDEIRA
DNI. 17.100.840

Más noticias