spot_img
spot_img
7.2 C
Nueve de Julio
miércoles, abril 24, 2024

Falleció un querido maestro

* Por lapso de más de cuarenta años dedicó su vida a la enseñanza técnica.
* En la Escuela de Educación Técnica nº 2, dictó importantes asignaturas, como Dibujo Técnico, Tecnología de Máquinas y Física.
* Sin ser oriundo de 9 de Julio, fue un hijo de esta comunidad, a la que supo brindarse.
* Ya retirado de la docencia no dejó de enseñar y de crear.
* Sienten su fallecimiento al menos tres generaciones de alumnos que se formados de su mano.

El 24 de mayo último se apagó la vida de Enrique Percudani, un gran educador que desplegó su vocación en las aulas de la Escuela de Educación Técnica N° 2.

******

Enrique Percudani
(Fotografía tomada por Víctor Mafferetti)

El primer día del ciclo lectivo de un año ya muy lejano, los pasillos de la Escuela Nacional de Educación Técnica nº 1 (hoy E. E. T. nº 2), se llenaban de nuevas voces. En los salones de la planta baja, los niños aún -que dejaban la escuela primaria para iniciar la formación secundaria- aguardaban expectantes la llegada de sus profesores.
El primero en ingresar al aula, fue quien debía dictar el curso de Dibujo Técnico. Era un hombre de estatura regular que, con tono de voz sereno pero preciso, les impartía las primeras lecciones de la asignatura. Conocía ampliamente su asignatura, pues llevaba en la enseñanza casi cuarenta años. Observaba a esos alumnos con un corazón de padre. Con el tiempo, esos chicos de ayer habrían a admirar la claridad de su pensamiento, la profundidad conceptural que transmitían sus palabras, la vital experiencia de quien dedicaba largas horas a la investigación y al estudio, la riqueza de su persona, tan humilde como noble.
Sabía que aquellos estudiantes eran un tesoro preciado, porvenir de su patria, el valioso metal que debía modelar con sus manos.
Aunque dentro de la escuela jamás les tuteaba, ellos entraban con facilidad en su dialogo ameno, en el que primaba la franqueza, y les inspiraba la confianza. En efecto, sus lecciones emanaban tantos destellos de luz, que difícilmente quienes le escuchaban, no vivenciaran, un poco más, todo cuanto aprendían.
Sus clases generalmente estaban acomàñadas por un sinnúmero de anécdoras y referencias curiosas que, más de una vez, el maestro exponía como un guiño amigo que invitaba a los alumnos a sonreir. Estaba formado por el crisol de la vieja pedagogía de la enseñanza técnica, un tanto lejana a nuestro tiempo, y eso se notaba. Desde luego, por esa cualidad también se le admiraba.
Si con el devenir del tiempo, alguno de esos jóvenes pudo amar la enseñanza, mucho le deben a Enrique Percudani, ese profesor entrañable.

******

Enrique Alberto Percudani, había nacido en Bragado, el 26 de febrero de 1932. En esa misma ciudad, realizó los estudios técnicos, en la «Escuela Industrial Ciclo Medio», donde egresó hacia 1951.
A poco de crearse, en Nueve de Julio, la Escuela Fábrica nº 134 (hoy E. E. T. nº 2), donde se requerían docentes, por indicación del profesor Agron -director de la escuela industrial de Bragado-, Percudani se inscribió en la escuela, mientras trabajaba en una fábrica de motores eléctricos, en Mercedes.
Poco más tarde, el comandante Humberto Garuti, a la sazón presidente de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional, le comunicó que, por decreto del Poder Ejecutivo -nº 96, del 7 de marzo de 1953, había sido designado profesor para la escuela fábrica de Nueve de Julio. Enseguida, -siendo director del establecimiento, el profesor Héctor Vicente Medici- tomó posesión de dos asignaturas: Dibujo Técnico y Tecnología de Máquinas y Herramientas.
Con el transcurso de los años, se le confiaron, también, otras materias, tales como Electricidad y un importante curso sobre maquinarias agrícolas, y aeromodelismo.

Enrique Percudani, junto al profesor Héctor Médici, impartiendo una clase de dibujo técnico en 1963.

LA ENSEÑANZA DE LA FISICA EXPERIMENTAL
Una de las disciplinas que le cupo dictar, especialmente en los últimos años de su actividad docente, fue la Física.
Todavía recuerdan, sus alumnos, aquellas clases tan bien elaboradas, como prácticas, donde no sólo trasmitía el conocimiento intelectual, sino también -y he aquí su relevancia- la pasión por la ciencia.
Alrededor de 1985, se le designó jefe del Laboratorio de Física y Química, de la misma escuela, cargo que desempeñó hasta su retiro.
Allí, era muy común hallarle siempre fabricando materiales didácticos, o construyendo nuevos aparatos, algunos muy valiosos.

EL TRABAJO MANUAL
El profesor Percudani fue un diletante de la música y del arte manual. Después de acogerse a los beneficios de la jubilación dedicó parte de su tiempo a elaborar interesantes objetos, en miniatura.
Entre otros modelos, construyó un sulky, con su respectivo caballo y prendas; así como una «chata playa», ambos en escala 1-10. A más, confeccionó un pequeño violín, con su arco, en escala 1-8.5.
Durante varios años trabajó con ahínco en la construcción de una locomotora a vapor, también en escala. Este proyecto, que le ha demandado mucho tiempo de investigación, diseñando piezas y dibujando tantos planos que ocupan varias carpetas, se vio concretado un bella máquina ferroviaria que funciona a la perfección.

PALABRAS FINALES
Ya alejado de las aulas, su casa, ubicada en la avenida Cardenal Pironio, a pocoas cuadras de su querida escuela, siguió siendo frecuentada por sus exalumnos. Difícilmente, quien le encontrara en la vereda o en sus paseos por el barrio, se privara de saludarlos y entrar en su ameno dialogar. Sus alumnos sienten por su viejo maestro el sentimiento de admiración y de respeto.
A Enrique Percudani, la enseñanza le permitió descubrir, como el acostumbraba decir, «algo jamás imaginado», viviendo con mucho agrado la experiencia de educar. Pero, por sobre todo, su paso -de cuatro décadas- por la docencia, hizo que sus alumnos interioricen los más elevados valores humanos, de servicio y trabajo.

Más noticias