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viernes, marzo 29, 2024

Diario EL 9 DE JULIO celebra hoy su 111º aniversario

El 15 de mayo de 1909, hace 111 años, comenzaba a circular el Diario EL 9 DE JULIO. Quien le dio el mayor impulso, marcando la línea de rectitud, seriedad y compromiso con el bien común fue Don Antonio Aita, cuyo nombre ocupa un lugar de privilegio, no solamente en la trayectoria del Diario, sino también en la historia de 9 de Julio.


Hoy, a 111 años de su fundación, el Diario se encuentra inserto y reconocido en la comunidad, tanto por la veracidad de las noticias, como por permanente respecto hacia la privacidad de las personas. En la actualidad, cuando la noticia llega al lector por diferentes medios, ya no sólo los tradicionales sino también aquellos vinculados a los grandes avances tecnológicos de las últimas décadas, EL 9 DE JULIO ofrece a miles de lectores, que se encuentran en diferentes partes del mundo, la posibilidad de leer sus noticias desde el sitio www.diarioel9dejulio.com.ar o a través de las diferentes redes sociales. De esta manera, el Diario es un lazo de unión entre quienes viven lejos y la ciudad que llevan en un lugar de su corazón.

ALGO SOBRE NUESTRA HISTORIA

I.- EL CONTEXTO FUNDACIONAL
Para 1909 los dos periódicos que circulaban, en la promisoria ciudad de 9 de Julio, con mayor importancia eran «El Luchador» y «El Provenir».
El primero, «órgano del Partido Autonomista», defendía la posición del gobierno local y respondía a los ideales políticos de la clase gobernante. Fundado un trieño antes, tenía como director a Juan Gallupi di Cirela, un profesor de esgrima que en su Italia natal había ostentado título nobiliario.
«El Porvenir», por su parte, fundado el 2 de junio de 1895 se hallaba bajo la dirección del perspicaz publicista Benjamín Fernández, otrora fundador del comité local de la Unión Cívica Radical. De marcada tendencia liberar -entiéndase este término aplicado al liberalismo de la época- oponía con dureza a las autoridades municipales, al clero y a la enseñanza religiosa, en muchas ocasiones con ataques explícitos y personales.
Esta era la realidad, si así cabe expresarlo, en la que debió surgir «EL 9 DE JULIO», el otoñal sábado 15 de mayo de 1909.
La redacción, administración y talleres fueron instalados en un modesto edificio relativamente pequeño. El equipo impresor estaba compuesto por una pequeña minerva a pedal, marca «Diamant» (la misma, en la actualidad, se conserva expuesta en la sede del Diario), donde se estampaban las páginas que llegaban al lector dos veces por semana (miércoles y sábados).
El tamaño de sus páginas era, para entonces, y teniendo en cuenta los demás periódicos del lugar, una verdadera innovación. Las dimensiones eran de 35 por 26 centímetros, y la diagramación solía realizarse a tres columnas, de 7 centímetros cada una.

Mariano Arroyo Vázquez, fundador de EL 9 DE JULIO.

II.- BIOGRAFIA DEL FUNDADOR
Mariano Arroyo Vázquez, el fundador de «El 9 de Julio» había nacido en España hacia 1873, era hijo de Mariano Arroyo y Catalina Vázquez. Después de emigrar a la Argentina alternó el periodismo con la docencia.
En 9 de Julio colaboró eficazmente con varias hojas periodísticas de su tiempo, tales como «El Luchador», y dirigió -a partir de 1907- el periódico «El Escolar». Este último perteneciente al Colegio Cavallari, casa de estudios donde dictaba clases.
Ligado a la colectividad ibérica, se incorporó como miembro de la Sociedad Española de 9 de Julio.
Fundó “El 9 de Julio” en 1909 y lo dirigió hasta alrededor de 1911, aunque aún después de dejar la labor directiva se mantuvo ligado a la redacción, colaborando con sus notas, casi siempre esclarecedoras.
El 27 de abril de 1905 había contraído matrimonio religioso en la Parroquia de Santo Domingo, en 9 de Julio, con María Baesso.
Mariano Arroyo Vázquez dejó de existir el 7 de abril de 1940. Cuatro días más tarde, en el salón comedor del Hotel «Gaspar» el Círculo de Periodistas de 9 de Julio le tributó un homenaje póstumo.
Los redactores y tipógrafos lo admiraban, pues le consideraban un auténtico maestro. Parco y reservado, difícilmente se le viera arrugar el seño, aún en las más considerables dificultades. Hablaba poco y escuchaba mucho. Aguardaba el momento oportuno para expresar sus ideas, siempre con prudencia y mesura.
Con igual templanza escribía en bellos caracteres, muchos de ellos utilizados para componer tanto textos en prosa como en verso. Su pluma era firme y ecuánime, tanto en la poesía como en la nota editorial más combativa.
Así fue, en su personalidad y en sus caracteres humanos. Un maestro, un escritor y u poeta, de prosa ágil y vibrante.

III.- LOS PRIMEROS AÑOS
Al ingresar a la redacción instalada en aquel primitivo edificio, nadie podía dejar de experimentar una agradable sensación interior. Apenas se dejaban atrás la sobria puerta de acceso y el escaparate donde se exhibían las novedades, se divisaba inmediatamente una biblioteca pendiente, sobre una de las paredes laterales, sobre la cual formaban armoniosa fila una regular cantidad de gruesos volúmenes; y por encima de sus lomos era factible ver un sinnúmero de señaladotes que indicaban sitas y textos. Sobre una gran mesa trabajaban los redactores. Más atrás, el jefe de redacción impartía las principales directiva y corregía las pruebas de imprenta.
En el primer cuarto de 1911, el periódico se hallaba bajo la dirección de Valentín Pérez, y las instalación habían sido ubicadas en una vivienda de la calle Catamarca (hoy Ramón N. Poratti) al 579. Por entonces, también se hallaba a cargo de la hoja el fotógrafo Pérez (1887-1974), quien también trabajaba como fotógrafo en el estudio de Rafael Adobato y descollara más tarde en ese oficio en la localidad de América.
El 1º de enero de 1912, la imprenta pasó a manos de la firma comercial integrada por Mariano Caccialanza, Santiago de la Torre y José Schiaffino. En el último, debió ocupar la dirección, atrayendo hacia sí un cuerpo de redactores de basto prestigio. Entre aquellos cabe recordar a Francisco Camps, director, más tarde, de «Miniaturas» y «El Imparcial»; D. Fontanarrosa; Alfredo Pastorino; Pedro J. Molinari y Francisco De María. En la jefatura de la redacción se hallaba el joven maestro José G. García, quien con el devenir del tiempo se destacará en los ámbitos culturales de la sociedad nuevejuliense.
Por esta época comenzaban a editarse algunos suplementes especiales, con tipografía en color e ilustraciones también coloreadas en varios tonos.
En 1915, con motivo de la Exposición Universal de Filadelfia, en los Estados Unidos, fueron expuestos varios ejemplares del periódico. Con poco más de un lustro de existencia, mereció ser distinguido con un diploma y una medalla de honor.
A lo largo de la década de 1920, el periódico parece buscar una consolidación, de la mano de los directores Mariano H. Acosta y Salvador Gómez, respectivamente. Además de incrementarse el tamaño den el formato del papel, creció el número de artículos y colaboraciones, y los suscriptores pudieron gozar de los beneficios de un consultorio médico (atendido por el doctor Arturo Loruzzo) y asesoramiento jurídico.
El 28 de junio de 1928, se llevó a cabo en 9 de Julio un importante Congreso de la Prensa, al cual asistieron representantes de los medios gráficos más importantes de la Provincia de Buenos Aires. Allí ya se había concebido, entre los periodistas locales, la idea de crear una entidad que los nucleara.
Fue así que, por iniciativa de Miguel Navello y Ambrosio Martínez, fue fundado el Círculo de Periodistas de 9 de Julio, siendo el representante de EL 9 DE JULIO uno de los miembros de la junta directiva.

Una vista parcial de la imprenta y sector de tipografía de EL 9 DE JULIO, en la década de 1920.

IV.- LA ETAPA DE LOS HERMANOS DE LA PLAZA
En noviembre de 1929, Arturo de la Plaza adquirió el fondo editorial de EL 9 DE JULIO, así como las instalaciones ya trasladadas a un local de la avenida Vedia, luego de haber pasado por uno de la calle San Luis. Como el propietario no poseía experiencia en la actividad periodística, confió la dirección a su hermano José María, quien ya había dirigido dos pequeñas tiradas «La Hoja del Pueblo» y «El Heraldo».
En abril de 1930 el periódico fue trasladado a un edificio más amplio, también en la avenida Vedia, y donde hubo funcionado por espacio de siete décadas.
Por este tiempo, pudo ser clara la ideología imperante en el medio de prensa y, fundamentalmente, impuesta por sus directivos. Al extremo de ser llevados al componedor algunas polémicas, innecesaria controversia, con el director del periódico «El Gráfico».

V.- LOS HERMANOS ANTONIO Y ALBERTO AITA AL FRENTE DEL DIARIO
El febrero de 1935, los hermanos Antonio y Alberto Aita adquirieron la empresa. Antonio ya trabajaba desde hacía más de diez años como tipógrafo; mientras que Alberto «Reca» (nacido en 1917), se había incorporado al establecimiento en 1933 después de haber trabajado en la imprenta de «El Porvenir», de Juan, Vicente y Teófilo Galluppi.
La dirección le fue confiada al reconocido escritor Juan Farías, y completaban el plantel Ismael Martínez y los hermanos Juan y Carlos Martíno. También, se hallaba integrado otro zagas periodista, Alfredo Mastrangioli, quien firmaba sus trabajos con el pseudónimo de «Higio Tranmas».
Fue Antonio Aita el director que permaneció por mayor período de tiempo al frente de EL 9 DE JULIO. Asumió en 1943, luego de un breve interinato directorial de Pascual Aiello. Su hermano, Alberto, a partir de entonces comenzó a ocuparte de la administración, además de la tarea en el taller.

Antonio y Alberto Aita en los antiguos talleres gráficos de EL 9 DE JULIO, en una fotografía tomada a comienzos de la década de 1940.

A partir de 1943 algunos medios de prensa del país comenzaron a ser objeto de la cesura. Para el año siguiente, la clausura de los periódicos, de portura crítica para con el gobierno de turno, se hizo evidente.
Frente a ello, EL 9 DE JULIO debió realizar un «alto en el camino». El sábado 4 de marzo de 1944, un ejemplar con las mismas características, diseño y secciones que conformaban habitualmente EL 9 DE JULIO salió a la calle, pero con la denominación de «Voz Nuevejuliense». Lo que se deseaba, frente a la situación imperante, era presentar a esta como una nueva publicación, pues, comenzaba a numerarse desde el 1.
En agosto de 1950, EL 9 DE JULIO, publicó una nota relacionada con la prisión que debía soportar el dirigente de la Unión Cívica Radial, doctor Ricardo Balbín. En consecuencia, la administración local de Correos -reproduciendo una actitud del Ministerio de Comunicaciones- resolvió la no distribución del periódico.
Esta situación, de breve duración pero considerable, fue planteada por el diputado Juan M. Casella Piñero, en la 11ª Sesión Ordinaria de la Legislatura bonaerense, del 22 de agosto de ese año(6).
En junio de 1955, el director Aita junto con varios vecinos debió soportar la privación de su libertad. Y a los quince días de haber sido liberado de su arresto, EL 9 DE JULIO fue objeto de la clausura.
En septiembre de ese año, al estallar la Revolución Libertadora, el periódico se encontraba clausurado. Los tipógrafos debieron sortear la tapia posterior para ingresar al edificio y preparar la edición… Un titular, con grandes tipos, aplaudía jubilosamente: «Cayó el tirano».

Don Antonio Aita, cuyo nombre ocupa un lugar de privilegio, no solamente en la trayectoria del Diario, sino también en la historia de 9 de Julio.

VI.- NUEVOS TIEMPOS Y LA ERA DIGITAL
Un año más tarde, en 1956, comenzó a publicarse diariamente, con un tamaño de 50 x 35 cm.
En 1966, se producía una importante tirada diaria, con una plana automática, modelo 1956. El personal, además de los tipógrafos, estaba formado por un fotógrafo, un diagramador, y tres redactores.
Desde enero de 1980, su formado es «tabloide», incrementándose en número de páginas, impresas -desde entonces- con el sistema offsett.
En septiembre de 1995, como consecuencia del fallecimiento de Antonio Aita, asumió la dirección, su hermano Alberto, incorporándose la docente Estela Rosa Manfredi Aita, sobrina de ambos.

Estela R. Manfredi Aita, Directora de Diario EL 9 DE JULIO.

Poco menos de un lustro más tarde, el 15 de noviembre de 2000, Estela R. Mandrefi Aita asumió la dirección del Diario «El 9 de Julio».
A partir de entonces, habrá de concretarse en el tradicional Diario, una importante trasformación. Desde los estilos de diagramación gráficas, buscando los medios más avanzados, hasta la impresión gráfica, procurando la mejor calidad.
Desde entonces, se iniciaron las gestiones en favor de trasladar la dirección, administración, expedición, talles y Archivo, a un edificio más amplio y moderno. Lo primero, fue reasentar la planta de impresión, la que comenzó a funcionar -en las nuevas instalaciones- el 18 de diciembre de ese año.
Ya el 29 de diciembre de 2000, «El 9 de Julio» funcionaba a pleno en el confortable edificio -de la esquina de Avda. Vedia y Sarmiento-, que habría de ser inaugurado oficialmente el 15 de mayo de 2001. En octubre del mismo fue implementado otro servicio a los lectores: la posibilidad de recibir una edición vespertina los días sábados.
En 2006, Diario EL 9 DE JULIO, comenzó a estar diariamente en internet, por medio de su página web. Si bien la misma ha sufrido modificaciones en el diseño, desde su creación se han mantenido su cometido de brindar una rica información sobre el quehacer local. Asimismo, desde hace algunos años, EL 9 DE JULIO se encuentra presente en las redes sociales más usuales en la actualidad.

Una vista actual de la sala de redacción.

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