Este domingo 2 de febrero la Iglesia en la Argentina comenzó a transitar el «Año Pironiano», en el año del centenario de su natalicio del Cardenal Eduardo Pironio (nacido en 9 de Julio el 3 de diciembre de 1920), quien dejó huellas indelebles en la Iglesia Latinoamericana y universal.
La Conferencia Episcopal Argentina confió a la Acción Católica Argentina organizar la conmemoración eclesial de este acontecimiento. Participan de esta organización, el Departamento de Laicos de la Conferencia Episcola Deplai, el Instituto Cardenal Pironio de la Pastoral de Juventud, la Universidad Católica Argentina (UCA) y el Centro Latinoamericano de Evangelización Social (CLADeES), entre otros.
El primer acontecimiento se realizó en el marco del 22° aniversario de su fallecimiento, con la celebración de una Misa en su memoria. Pironio falleció el 5 de febrero de 1998. La misma se ofició ayer a las 11 horas, en el Santuario Nuestra Señora de Luján de la Arquidiócesis de Mercedes-Luján, a cargo de monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
“En cada encuentro con Pironio ocurría algo que estaba mucho más allá de lo convencional. ´Recién cuando te duele mucho la Iglesia te das cuenta de cómo la quieres´, me dijo un día”, afirmó monseñor Oscar Vicente Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y obispo de San Isidro, al presidir ayer, la misa en memoria del siervo de Dios, cardenal Eduardo Francisco Pironio.
El siervo de Dios cardenal Eduardo Francisco Pironio fue recordado en la jornada de ayer, domingo 2 de febrero, al cumplirse el 22° aniversario de su fallecimiento. En la fiesta de la Presentación del Señor, con la basílica de Luján colmada de fieles, los obispos del Episcopado Argentino rindieron homenaje al cardenal con una misa.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina y obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, presidió la celebración eucarística, acompañado por monseñor Carlos Malfa, obispo de Chascomús y secretario general del Episcopado; monseñor Jorge Eduardo Scheinig, arzobispo de Mercedes – Luján; monseñor Fernando Maletti, obispo de Merlo – Moreno; monseñor Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata; monseñor José María Baliña, obispo auxiliar de Buenos Aires; y varios sacerdotes.
En su homilía, monseñor Ojea se refirió a la fiesta de la Presentación del Señor para “dejarse iluminar por Jesús que, llevado en brazos por María, quiere entrar en la intimidad más profunda de su Iglesia, el templo de su Pueblo, y en la intimidad de cada corazón”.
Al mencionar el 22º aniversario de fallecimiento del cardenal Pironio, recordó: “Muchos de nosotros hemos sido marcados por esta experiencia gozosa y este particular privilegio en nuestra relación con el querido cardenal Eduardo Pironio. Nos fue difícil permanecer indiferentes a la seducción de una vida de fe abandonada totalmente a la voluntad de Dios, unida a una humanidad desbordante de calidez y de ternura”.
“En cada encuentro con Pironio ocurría algo que estaba mucho más allá de lo convencional. Escuchaba como nadie y transmitía con mucha vitalidad la coherencia de una vida entregada al servicio del Evangelio”, afirmó el presidente de la CEA rememorando sus años en el seminario, cuando él era rector: “Allí experimenté vivamente su paternidad espiritual”.
“Su rostro comunicaba con sencillez la paz y la alegría que son los primeros frutos del Espíritu. Era una alegría serena y gozosa. Auténtica y capaz de contagiar”, continuó describiendo monseñor Ojea, ante una multitud de fieles devotos del cardenal Pironio. “Tenía una alegría profunda que brotaba de la Cruz. Una sensibilidad a la que le llegaba todo”.
Monseñor Ojea recordó palabras textuales del cardenal: “Recién cuando te duele mucho la Iglesia te das cuenta de cómo la quieres”. Y, señalando a la Virgen de Luján, manifestó: “Pironio fue un enamorado de la Virgen. Ella hizo posible la extraordinaria fecundidad de su madre, que había enfermado gravemente después de tener el primer hijo y él resultó ser el último de 22”. “Hablaba de la Virgen con precisión teológica, pero al mismo tiempo con una devoción viva y cargada de afecto”.
Luego recordó sus tiempos de obispo, tanto como auxiliar de La Plata, como de Mar del Plata, “nos dejó el testimonio de su enorme corazón de pastor, preocupado por los conflictos de su pueblo en un tiempo de muchísima contradicción”, aseguró monseñor Ojea. Y prosiguió haciendo memoria de sus años como servidor del papa Pablo VI, con quien “vivió una filial amistad”, y experimentó “una soledad profunda ante su muerte, hasta llegar a padecer una importante repercusión somática en su corazón el mismo día en el que el Papa partió, como un signo elocuente del estado de su alma”.
“Siguió trabajando con ardor al servicio de la Iglesia como prefecto del Pontificio Consejo para los Laicos aún en medio de su dolorosa enfermedad. En la última comunicación telefónica con San Juan Pablo II, antes de morir, le dijo que desde el cielo iba a seguir trabajando por el Papa y por la Iglesia”.
Monseñor Ojea pronunció con afecto que “toda la Iglesia Argentina hoy lo recuerda de un modo especial”. Luego le pidió al cardenal “que siga trabajando desde el cielo por esta Iglesia nuestra y especialmente por nuestro papa Francisco”. Al concluir, rogó a la Virgen “que mire a esta Iglesia suya capaz de engendrar hijos tan nobles y haga que pueda reflejar de un modo transparente a todos los hermanos la luz de Jesús”.
Finalizada la misa, el secretario general del Episcopado, monseñor Malfa brindó información sobre el estado de la causa de beatificación del cardenal Eduardo Pironio, cuya postulación fue presentada por la Conferencia Episcopal Argentina. Asimismo, los obispos ofrecieron una oración en memoria del cardenal Pironio ante su tumba, implorando brille para él “la luz que no tiene fin”.