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Nueve de Julio
viernes, abril 26, 2024

Atardecer de un caminante


(A Guillermo “Gringo” Mondelli)
Por Carlos Crosa

Si me pregunto quién eras, inolvidable Gringo, tengo para mí que, aparte de un inveterado caminante que le dio color a nuestro suelo natal, perteneciste a una estirpe casi irrepetible del que protege cuanto crece. Fe de ello dan mi infancia y mis primeros días de adolescer andando.
Tengo, además, para mí, que practicaste en grado eminente el arte del solitario por elección, porque fui testigo de que te sonrió el amor y lo dejaste ir porque ya le habías dado el corazón a tu naif bohemia de niño siempre vivo, fecundador de sonrisas, guardador de ternuras, parroquiano de la sana alegría.
Si de verdad hay un cielo para toda alma buena, descuento que allí te reencontrarás con otras no menos nobles del querido pago chico, porque las almas buenas se olfatean, y hacia ellas irás con tu sonrisa y el humor que nunca te faltó, ahora que ha caído, finalmente, tu largo atardecer, en el día único y grandioso que es la vida.
Me llega en la noche la noticia de tu partida, entrañable gringo, mientras te velan las estrellas y la bohemia te despide con un beso lunar.

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