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Nueve de Julio
miércoles, abril 24, 2024

Se nos fue Gildo

Con 95 fructíferos años se nos fue un hombre ejemplar. El “nos” que utilizo es para tratar de definir a quien superando los sentimientos familiares y cercanos fue un ser de pertenencia social.
Comunidades con dimensiones como la nuevejuliense generalmente demandan la existencia de personas que adquieran un protagonismo activo en la valorable actividad de contribuir al bien común. Él supo responder con creces a ese reclamo social y dedicó enormes esfuerzos como integrante de varias instituciones y organizaciones. Lo hizo con lealtad y honestidad.
Destaco su labor en la Sociedad Italiana a la que presidió durante mucho tiempo. La sostuvo, tal vez impulsado por un imperativo de sangre que había heredado de sus antepasados, pero también por el importante servicio que desde tantos años prestaba a la comunidad con ese original lema de “Amicizia e lavoro”.
Sobre la base de importantes pertenencias inmobiliarias transformó a esa institución y la modernizó. La Sociedad lo retribuyó imponiendo su nombre a esa galería que atraviesa el corazón de la manzana más significativa de la ciudad.
Se fue el último exponente de una generación Miglierina de nueve integrantes, inaugurada por mi madre como hermana mayor. Pasaron momentos difíciles por la prematura muerte del padre pero todos se encaminaron en actividades que tempranamente debieron aprender y también todos se destacaron por capacidad profesional y honestidad. Legitimaron un apellido que, tal como yo lo siento, llevamos con gran orgullo.
Gildo se singularizó, aunque no fue el único de la familia, por esa pertinacia en contribuir a que lo que era vecindad se convirtiera en fraternidad a través de las organizaciones sociales. Era contagiable su espíritu por la solidaridad.
Su nombre, infrecuente, era casi un sobrenombre que facilitaba el trato y las expresiones de afecto y respeto que generaba. También destacado por su calidad profesional
DESTINOS INESPERADOS
En mi caso particular manifiesto el gran cariño que nos brindamos. Fue como mi segundo padre.
En estos días difíciles por su muerte, aunque previsible por sucesivos achaques, se me agolpan a empujones sentimientos, recuerdos y gratitudes. Los lacrimales se humedecen por impulsos espirituales pero me queda ese remanente de cariño insuperable y de reconocimiento por el ejemplo de vida que me deja.
Permítaseme este homenaje que hago público, tanto porque me permite un desahogo necesario pero más porque Gildo se lo merece.
Luis Antonio Barry

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