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viernes, abril 26, 2024

«Rectioeste» cumplió 50 años de servicio

Héctor Segovia: «a mi el taller me dio todo»

El taller de rectificación y ajuste de motores «Rectioeste» cumplió 50 años al servicio de la comunidad. Agradeció el acompañamiento de talleristas, clientes y comunidad por permitir transitar las primeras 5 décadas de vida.
«Rectioeste» nació en septiembre de 1969. Iniciaron el emprendimiento Héctor Segovia, Heriberto Langono, Miguel Angel Della Penna y Luis Alberto Spina.
En una visita a nuestra redacción, Héctor Segovia recuerda hace 50 años en que nació el taller «había necesidades de trabajo, de que se formaran industrias». Segovia egresó de la vieja Escuela Técnica 2 ubicada en Santa Fe y La Rioja. Incursionó en distintos oficios y trabajó en Buenos Aires en reciclado de motores.
Cuando regresó a 9 de Julio se incorporó a la rectificadora Malpere de Entre Ríos y Mitre. Se encontró con gente conocida: Langono, Della Penna y Spina. En 1968 pensaron en irse al Sur junto a Langono, pero como sus esposas estaban embarazadas decidieron quedarse.
En agosto de 1968 dejaron de pertenecer al taller de Malpere y así decidieron formar la nueva empresa que estaban gestando. El 1º de septiembre pusieron en funcionamiento todo: fueron al Banco de Industrial de General Pico porque necesitaban recursos para adquirir la maquinaria nueva. El Municipio les dio cinco años de gracia a nivel impositivo, para empezar.
«Cuando empezamos no teníamos nada, pero había necesidad. No dábamos abasto por el movimiento. Venía gente de otros lados de Trenque Lauquen, de Chivilcoy y de Junín y se llevaban trabajo. La agencia Fiat le daba trabajo a gente que venía de afuera», recordó Héctor Segovia.
En la Dulcería Dulquimar de Montani alquilaron para empezar con «Rectioeste» los primeros cinco años. Langono se retiró y formó otra empresa (techos y tinglados). Los demás integrantes compraron un lugar para hacer el taller propio que pusieron en marcha en Levalle Nº 834 entre Mitre y La Rioja donde funcionan actualmente con todas amplias comodidades y servicios.
«El progreso fue muy lento y las distintas políticas como la dictadura y las malas políticas de fin de siglo, nos tiraron para atrás» explicó Segovia quien aclaró que trabajaba a partir de la hora 5 de la mañana y regresaba a su casa a las 9 de la noche. El trabajo era mucho y empezaron 11 personas. Adquirieron otra rectificadora en Chivilcoy, pero después no le daban los tiempos.
Con el correr de los años y el avance de la tecnología «Rectioeste» se fue adaptando a los cambios. «Antes los motores eran más artesanales. Se trabajaba en cojinete de bielas y de bancadas y hoy eso viene todo terminado. Para hacer un motor hoy se ha reducido mucho la mano de obra y los costos son terribles»
Actualmente hay dos rectificadoras en desuso. Tuvieron que adquirir máquinas nuevas (alesadora de cilindros de columna y una alesadora de bancada), pero cuentan con poco uso. En la actualidad en el taller trabajan cinco personas. «Siempre el equipamiento fue total, en máquinas y herramientas. Todo lo que se necesitaba en una rectificadora estaba».
A lo largo de los años, «Rectioeste» más que clientes logrados por el servicio excelente y la responsabilidad, fue sumando amigos. «Han sido 50 años que no me permiten desprenderme del lugar» señala Segovia quien a los 78 años sigue vinculado a la actividad más allá que hoy el taller está a cargo de Ariel Segovia (su hijo mayor) y Juan Pablo Martínez (de la familia de Della Penna).
«Lo que más hicimos nosotros son muchos amigos» afirma el mecánico quien recordó que también «muchos se han ido y yo lo siento mucho; al igual que mis socios y amigos que se fueron temprano». Aprovechó la ocasión para bromear señalando que «soy el único que ha resistido hasta ahora».
Segovia explicó que si bien su trabajo demandó de mucho esfuerzo, lo tomó con un entretenimiento porque su oficio fue una de sus pasiones: la mecánica. «Siempre me gustaron los tornos y las máquinas. Toda la vida viví feliz y si empezara otra vez haría lo mismo». Cuando estuvo en Buenos Aires le gustó mucho el dibujo lineal.
Segovia es un ejemplo de sacrificio y vocación de servicio. Desde muy chico hizo «un poco de todo» y también tuvo una experiencia laboral en una imprenta, tuvo una casa de fotografía. «A mí el taller me dio todo», expresó muy contento y destacando el rol de la familia. Sus hijos aprendieron de ese ejemplo.

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