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Nueve de Julio
lunes, junio 9, 2025

Música de ayer con perfume nuevejuliense

Por Héctor José Iaconis.
Hace unos veinte años atrás, o quizá algún lustro más, en una librería de lance porteña de la calle Talcahuano, en esas mesas de saldos en que suelen poner aquellos libros, revistas o impresos que suelen ser menospreciados por el librero pero estimados por los lectores que cazan tesoros bibliográficos a un precio módico, había una partitura impresa de “Vértigo”, un vals compuesto por el profesor Enrique T. Luppo. Poseía una dedicatoria con cuidada caligrafía en letra cursiva, fechada en la ciudad de 9 de Julio.
En esos años, si existían, aún no estaban extendidos los teléfonos móviles con cámara fotográfica incorporada, hoy tan importantes a la hora de pretender capturar una imagen instantánea. Por consiguiente, sin la posibilidad de adquirirla, tampoco me fue posible fotografiarla. Con el correr de los años, al toparme con el nombre de los hermanos Luppo, en otros contextos de investigación histórica, intenté dar con esa partitura. Pude advertir que, aun cuando otras piezas musicales de Luppo son asequibles, ese vals ya olvidado no es fácil de hallar.
El profesor Enrique T. Luppo publicó algunas piezas de tangos, valses y una marcha patriótica, compuestos mientras residía en 9 de Julio.

El profesor Enrique T. Luppo junto a sus alumnos del Conservatorio Musical «Santa Cecilia» de 9 de Julio, fotografiados en el estudio de Rafael Adobato, el 7 de enero de 1915. Entre las alumnas se encuentran: Chela Orbea, Dora Ormaechea, María Ventura Orbea, Haydée Rosario Adobato, Esther Schiaffino, Aida Laura Magni y Amelia Benedetti.
DOS HERMANOS, UNA HISTORIA

Enrique T. Luppo fue una figura reconocida en 9 de Julio, como educador musical tanto como ejecutante.
Nacido en Saladillo, el 2 de diciembre de 1884, en el hogar de dos inmigrantes, Enrique (de profesión confitero) y Camila Rotta, era el mayor de al menos cuatro hermanos. En la primera década del siglo XX ya se encontraba radicado en 9 de Julio, donde se dedicó principalmente a la enseñanza de la música. Aquí dirigió durante varios años, el Conservatorio Musical  «Santa Cecilia»(1).
Cuando, a partir de 1912, el Teatro Rossini comenzó a brindar funciones de cine mudo de manera estable, desde uno de los palcos bajos, las proyecciones del también llamado «biógrafo», eran animadas con la ejecución de piezas breves en piano y violín por Enrique Luppo y su hermano Oreste quien con el tiempo se convirtió en el director de la afamada orquesta de la tienda Harrods de Buenos Aires.

“VERTIGO”

Precisamente, el vals “Vértigo”, fue publicado en 1910 por la prestigiosa firma editorial “Breyer Hermanos”, considerada entonces el principal sello editor de música en la Argentina(2).
La prensa local de la época recibió con beneplácito la edición de esta obra. El entonces periódico EL 9 DE JULIO anunciaba en agosto de 1910 que, la partitura de “Vértigo” ya se encontraba en venta en la ciudad, en los bazares de Ghiozzi, Pedro Eppherre y “El Siglo” de Eliseo Varías y José Creixell.

Don E.T. Luppo –afirmaba la crónica periodística-, el profesor de música al que justicieramente se le reconocen conocimientos artísticos indiscutibles, manifestado vigorosamente en las audiciones musicales que proporciona a nuestra sociedad, es autor de un vals caprichoso, que ha bautizado con el nombre de ‘Vertigo’… Las apreciaciones hechas por personas autorizadas son elogiosas para este trabajo del señor Luppo”.
En nuestra ciudad es numeroso el elemento iniciado en el arte musical y sabemos también que no son pocos los que podrán gustas de la producción del profesor Luppo, otorgándose el mérito que ella tiene”, añadía el mismo artículo(3).

En eso días, Alfredo Pastorino, quien había ejercido el periodismo en 9 de Julio, escribía desde Buenos Aires donde se encontraba radicado, acerca de la presentación de “Vértigo” en la metrópoli y la repercusión que la misma tuvo:

He querido abrir este puñado de noticias de Arte con un merecido elogio al amigo querido y distinguido músico Enrique T. Luppo, alma de artista que va ensanchando cada día el hermoso horizonte de una, para él, próxima retahíla de triunfos. Así lo pensaba yo, y quizá participaban de mi conocimiento los numerosos amigos y transeúntes que en la casa de música de Bellucci, situada en la aristocrática Florida, oían al maestro Pilangrelé y violinista Steiner ejecutar el hermoso el vals caprichoso ‘Vértigo’ editado por Breyer Hnos. y composición del profesor Enrique T. Luppo. No, caben en este caso, adjetivos afectuosos. La verdad, límpida, pura, brota de un pensamiento sincero, desligado de todo objetivo amistoso, de toda parcialidad de entretelones, diré à base de bombo, Luppo es un artista, y como tal, se ha revelado en su nueva producción, abarcando horizontes más amplios que ya revelara en sus anteriores compo- siciones, pero que apenas rozó, diré, delicadamente dado su carácter eminentemente modesto a través de su nerviosidad. ‘Vértigo’ es una estafeta victoriosa que anuncia triunfos.
Hay en él, música de sobra, intuición melódica tal que basta una de esas notas para formular juicios favorables. La estructura de la pieza, sana, llena de una verbosidad, que del sentimiento latino pasa rápidamente à la voluptuosidad teutónica; sus pianos y forte magistralmente designados; sus matices homogéneos y sus pausas sugestivas, hacen de la composición un trabajo inspirado. Luppo ha conseguido dar a la música de su vals toda la exuberante psicología del título. Cálidas, casi, y vibrantes, se suceden las notas como en un torbellino de ardoroso desvarío femenino; y ya pintan las dulzuras de un abandono, como trazan impresiones de locura fugitiva, notas huyentes, que se deslizan, cual armonías materializadas, por entre enjambres de detalles musicales minuciosos. El oyente participa de esas fugas, de esos lánguido, de esos afrettato con visible emoción, y prueba un sentimiento de dulzura inefable al concluir, la pieza, cuya sonoridad vertiginosa aun vibra en su tímpanos como ritmo incesante de una manía extraña que poco a poco fenece, como se apagan en nuestras almas las violentas voces de la soberana fisiología.
Esta pieza ha merecido los elogios de cuantos la oyeron y es que para el joven maestro, señala un merecido triunfo. (4)

OTRAS COMPOSICIONES

Viviendo en 9 de Julio, Enrique T. Luppo, asimismo, compuso el tango para piano “Los Patos”, también editado por Breyer Hermanos (n° 3689), que dedicó al Club Hípico de 9 de Julio. En 1911 publicó otra partitura para piano que tituló “Lanceros 9 de Julio”.
Un año más tarde, en el “Album Musical de Mundo Argentino” apareció su tango de salón “Niní”(5).

Partitura del tango «Niní» del profesor Luppo, publicado por «Mundo Argentino».

No conocemos grabaciones fonográficas o discográficas realizadas de las obras del profesor Luppo escritas durante su estancia en 9 de Julio. Sabemos, empero, que su prestigio había trascendido las fronteras de esta comunidad cuando decidió, en 1925, alejarse de esta para afincarse en la gran ciudad.

Retrato grupal tomado en el estudio fotográfico y publicado en la revista «Caras y Caretas» de Buenos Aires en 1925.

Aun cuando habían transcurrido muchos años de su alejamiento de 9 de Julio, el profesor Luppo mantuvo siempre vivo su afecto hacia esta sociedad que, en su momento, le había acogido como un hijo adoptivo. Mantuvo contacto con sus amigos nuevejulienses y en algunas ocasiones participó, tal vez a través del Círculo “Los del 9” de algunas iniciativas vinculadas con esta ciudad(6).

NOTAS

(1) Véase Revista «Fray Mocho», año IV, n° 145 Buenos Aires, 5 de febrero de 1915 y «La historia en imágenes» en Diario EL 9 DE JULIO, 25 de agosto de 2017.
(2) Cfr. D. W. Krummel-Stanley Sadie, The New Grove Handbook in Music. Music printing and publishing, New York, The Macmillan Press, 1990, pág. 187 y Vicente Gesualdo, Historia de la Música en la Argentina, Buenos Aires, Editorial Beta S.R.L., 1961, tomo III, pág. 745s.
(3) EL 9 DE JULIO, año II, n° 136, 9 de Julio, 31 de agosto de 1910.
(4) Ibidem, n° 141, 17 de septiembre de 1910.
(5) Revista “Mundo Argentino”, año II, n° 54, Buenos Aires, 17 de enero de 1912.
(6) Cfr. «El sueño de una estatua ecuestre de San Martín en 9 de Julio» en Diario EL 9 DE JULIO, 10 de agosto de 2023.

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