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Nueve de Julio
viernes, abril 19, 2024

Iluminación «a giorno» de edificios céntricos en 1921

Por Héctor José Iaconis

La  fotografía que hoy publicamos fue tomada por Rafael Adobado en julio de 1921. Es una de las pocas que registran el aspecto que presentaban los edificios de la sucursal del Banco de la Provincia de Buenos Aires, de la Municipalidad y de la Parroquia, luego de ser iluminados según una modalidad usual en la época.
En esta ocasión, las autoridades resolvieron iluminar los edificios públicos de la ciudad con motivo de la celebración del 105º aniversario de la Declaración de la Independencia. Para ello, los mentores de esta iniciativa contaron con la adhesión de la Empresa Eléctrica «9 de Julio», cuya usina se encontraba instalada en la esquina de Jujuy (hoy Edison) y Río Negro (hoy Cardenal Pironio).
Si bien el efecto lumínico era bastante menor, este estilo de iluminación tendía a asemejarse a la forma de iluminar a «giorno»; tal como el que se empleó, a otra escala, en la ciudad de Buenos Aires, con ocasión de los festejos del Centenario, en 1910. Las fachadas, en este caso, se encuentran cortorneadas, en sus formas y líneas fundamentales, por hileras de lámparas incandescentes.
De las escasas tomas fotográficas nocturnas, con vistas de la ciudad, que se conservan de la misma época, esta es una de las más apreciadas.
Es probable que, el intendente municipal de turno,  con esta iniciativa, haya perseguido cierto efectismo que le permita contrarrestar la omnipresencia del fantasma de la gestión de su predecesor y adversario político, que aún merodeaba en el recuerdo reciente del vecindario.   En cierto modo, al intendente municipal, que carecía de popularidad entre sus coterráneos (al menos, no tenía «la llegada» al pueblo, propia de los caudillos natos), le atraían los actos magnificentes, pues, con motivo de la celebración del 25 de Mayo de ese año, mandó organizar una gran manifestación patrióticas, cuyas imágenes llegaron a lustrar las páginas de la revista «Caras y Caretas» de Buenos Aires.
La iluminación de los edificios públicos, sin dudas, fue una acertada iniciativa, a juzgar por la impresión que causó en buena parte de la comunidad. Aunque, este derroche de energía eléctrica, orientado a la mera valoración estética de esas tres fachadas, contrastaba con los serios problemas que afectaban a una parte de la sociedad, sumida en la miseria. Por cierto, también  confronta otro aspecto, quizá no tenido en cuenta por las autoridades de turno: muchos hogares nuevejulienses de entonces, no contaban con iluminación eléctrica o la misma era deficiente.

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