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Nueve de Julio
viernes, abril 26, 2024

Silvestre y Manuela Arzuaga

arzuaga2 arzuaga Los Vascos y el trabajo de la tierra
* Inmigrante español, fue primero comerciante y, más tarde, se estableció como pujante ganadero.
* Junto a su esposa sentaron las bases de un establecimiento agropecuario cuyos destinos, ella debió dirigir tras su muerte.
* Raíces de una numerosas familia, muchos de sus descendientes aún viven en 9 de Julio.

Desde los orígenes mismos del Partido de 9 de Julio se advierte el protagonismo, la presencia gravitante de los exponentes de la raza vasca. Sea en el comercio, como también en las actividades agropecuarias y en la vida institucional de la sociedad, la presencia de los vascos es siempre notable.
Con la certeza de estar rindiendo, a través de estas líneas, un merecido homenaje a quienes trabajaron por sentar las bases y el desarrollo del Partido de 9 de Julio, nos ocuparemos hoy de un vasco que, fiel a su estirpe, se abrió camino hasta convertirse en un destacado ganadero. Más aún, fundó una familia que aún tiene descendientes en  la comunidad.
Al recoger su historia de vida, también citaremos a quien fuera su compañera de vida y que, tras su fallecimiento, debió dirigir la empresa ganadera que había establecido.
Don Silvestre Arzuaga, nacido en Guipúzcoa, España, hacia 1857, había emigrado a la Argentina siendo muy joven. Al principio había sentado su domicilio en Bragado, donde instaló un comercio, por espacio de varios años.
Ulteriormente, hizo lo propio en Lincoln, esta vez estableciendo una pujante casa de ramos generales.

COMERCIANTE Y GANADERO EN 9 DE JULIO
Promediando la década de 1880 se radicó junto a su familia en el Partido de 9 de Julio. Primero  prosiguió con su tarea de comerciante hasta que, en 1896, fundó la Estancia «La Vanguardia», conformada por 2700 hectáreas. De las mismas destinó mil doscientas a la agricultura y unas mil quinientas a la explotación ganadera.

SU FAMILIA
Silvestre Arzuaga contrajo matrimonio con Manuela Iriarte, nacida en 1864 en Bragado. De esa unión nacieron diez hijos, Ramona, Ricardo, David, Arturo, Regina, Clotilde, Corina, Celedonio, Julio y Juana.
Tras la muerte de Silvestre, en 1905, la atención del campo quedó al cuidado de su esposa y de su hijo Ricardo.

MATRONAS DE OTRAS EPOCAS
Manuela Iriarte de Arzuaga no solamente debió ocuparse de la atención del hogar y la educación de sus hijos tras la muerte de su esposo; también, le cupo tomar a su cargo aspectos de la administración de su establecimiento agropecuario. Tal fue el acierto de su administración que, para mediados de la década de 1920, había poblado su estancia con 1500 vacunos, 300 lanares y 250 yegurarizos, predominando la especie Durham y la raza Lincoln.
Además, el tambo elaboraba 350 litros de leche diarios, los cuales eran destinados a la fabricación de diversos productos lácteos.
De acuerdo con un artículo periodístico de 1926,  ocho familias numerosos, «las cuales trabajan todas unas con los tambos y otras en el cultivo de las hectáreas de la estancia destinadas a la agricultura».
«De esa forma -añade del aludido texto de prensa- produce más la tierra; porque, con el trabajo y el orden, el progreso es más rápido, a la vez que más seguro y duradero. La prosperidad está más garantida y el trabajo es más eficiente, rindiendo  los más óptimos productos, a la vez que da vida y paz a una reunión de familias que rinden culto a la honradez, al trabajo y a la concordia…».

PALABRAS FINALES
Hoy, que tantas veces se insiste en que, las generaciones más jóvenes, no tiene modelos palpables a seguir, vuelve una y otra vez el recuerdo de aquellas personas que, de una forma u otro, dieron su vida por este suelo.
En tiempos que, el don del trabajo, sublime recurso que dignifica, suele ser cuestionado  como tal; el legado de aquellos hombres y mujeres del pasado, nos recuerda que, no fue de otra forma, sino a fuerza de una laboriosidad constante, que se ha construido el porvenir.

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