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viernes, abril 19, 2024

Falleció el Profesor Hugo Orbea

Un hombre apasionado por la ciencia y por la verdad

fallecimientoorbea

Afirman, quienes cultivan la creencia sobre una vida espiritual, que la muerte no es el culmen, la consumación, la conclusión de una carrera vital. Lo niegan, quienes, inmersos en cierto escepticismo, pretenden creer que la vida termina con la exhalación del último aliento.
Tan lejos estamos, ciertamente, de saber la verdad sobre la muerte; pero, abrigados por la convicción que nos da esa extraña fuerza interior que solemos llamar Fe, preferimos pensar que la muerte no es el final.
Al escribir hoy esta nota, con la pesadumbre que conlleva la noticia sobre la pérdida de una vida tan querida, nos animamos a observar la muerte con la misma esperanza con que asumió cada acto de su vida este hombre, de espíritu entusiasta y generoso, de ánimo proactivo, apasionado por la ciencia y por la verdad: el Profesor Hugo Manuel Orbea
Ayer, cuando contaba con 91 años, ha fallecido quien a lo largo de su existencia fue un maestro en la más elevada acepción que este término implica: maestro en las aulas y fuera de ellas, maestro en la vida.

SU TRAYECTORIA
Había nacido en esta ciudad, el 9 de agosto de 1927, en el hogar de Abel Orbea y Corina Ormaechea. Por ambas ramas provenía de familias tradicionales de esta medio social, aquellas que había llegado en las décadas inmediatamente posteriores a la fundación de la ciudad.
Su infancia había transcurrido en el hogar paterno, cercano a la casa de su abuelo Manuel Ormaechea, en compañía de sus hermanos (Tilo, esposo de Gladys Alicia Moscato y Roberto, casado con Nora Galán Barry). Habitó la casa solariega de la avenida 25 de Mayo entre Salta y Ramón N. Poratti, que aún se conserva en pie.
Sus estudios primarios los cursó en la Escuela Nº 1 «Bernardino Rivadavia» y, más tarde, prosiguió los secundarios en la Escuela Industrial de la Nación «Otto Krause», en Buenos Aires, por entonces el centro de enseñanza técnica más prestigioso del país.
Mientras estudiaba hizo sus primeras armas en el campo de la literatura, oficiando de traductor del ingles al castellano para un columnista del Diario «La Prensa».
Tras concluir el servicio de conscripción militar, prosiguió una formación de nivel terciario en el Instituto Técnico Superior de la misma Escuela Industrial «Otto Krause».
Radicado en la ciudad de Buenos Aires, entre 1944 y 1946, se desempeñó como dactilógrafo en el laboratorio de análisis clínicos del doctor Ortega. Entre 1949, por espacio de un año, trabajó en la sección manutención de la Compañía General Fabril Financiera, para luego independizarse -junto a otro compañero de labor- y montar un taller de galvanoplastia, que sostuvieron por espacio de un año.
Entre 1953 se incorporó en el Laboratorio de Ensayo de Materiales en la Base Aérea de El Palomar. Este ámbito le significó un espacio propicio para la adquisición de conocimientos y el aprendizaje.
En 1957, Hugo Orbea, regresó a 9 de Julio para hacerse cargo de varias cátedras en la Escuela Fábrica de la Nación, hoy Escuela de Educación Técnica Nº 2. Aquí dictó Física, Matemática, Tecnología, Dibujo Técnico entre otros. En 1974 encontrándose al frente de la vicedirección del establecimiento presentó su renuncia al cargo al hacerse cargo de las tareas de administración del establecimiento agropecuario de su familia, tras el fallecimiento de su padre. De todas formas no se desvinculó de esta escuela, pues dos años después presidía la comisión directiva de la Asociación Cooperadora.
En 1975 volvió a las aulas para dictar Física, en la Escuela Normal Superior, donde después de nueve años pudo acogerse a los beneficios de la jubilación.
En diferentes etapas de su vida, Hugo, integró algunas instituciones vinculadas con el deporte y la acción filantrópica, tales como el Rotary Club 9 de Julio, el Centro Tradicionalista «El Ceibo», y el Aero Club 9 de Julio, institución de la que fue socio vitalicio. En 1995 formó parte del Club de Golf del Club Atlético «9 de Julio».
Otro aspecto en el que Hugo Orbea fue un innovador está relacionado con la promoción en esta ciudad de la energía solar. En su juventud había construido una cocina que funcionaba mediante energía solar. Cierta vez se contactó con firmas de la Capital Federal dedicadas a la producción y transformación de este tipo de energía y les propuso la realización de una exposición donde se presentaría a la comunidad esa fuente. En 1983, la muestra tuvo lugar en la Municipalidad.
Por esta época, los empresarios le ofrecieron la representación de los equipos y ello significó la introducción de una energía innovadora en el mercado de 9 de Julio; y, personalmente, a Orbea, un acercamiento a la actividad comercial.
En octubre de 2015, la Municipalidad de 9 de Julio le entregó un reconocimiento especial, en el Día del Adulto Mayor.
Hugo Orbea había formado su hogar con la docente Cora Bocatti.

LA ASTRONOMÍA, SU GRAN PASION
El nombre de Hugo Orbea quedará por siempre ligado a la historia de 9 de Julio como el iniciador de los estudios en astronomía de una manera sistemática. Si bien en décadas precedentes habían existido diletantes de esta disciplina, fue Hugo quien le dio una organización, fundando varias instituciones dedicadas a la temática.
En efecto, en 1962 fundó la Asociación Amigos de la Astronomía de 9 de Julio. Más tarde, el 20 de diciembre de 2000, realizó el primer intento de formar un Club de Astronomía en esta ciudad, después de varios años de no existir agrupación semejante. Pero recién, el 20 de abril del año siguiente, consiguió dar vida la Asociación Astronómica «Amigos del Espacio».
La pasión de Hugo por la astronomía había despertado en plena adolescencia, cuando solía recorrer el campo de su padre, en un automóvil Buick, descapotable, modelo 1930, junto a uno de sus primos que era ingeniero geógrafo. De regreso, ya entrada la noche, contemplaban las estrellas, a ojo desnudo, e identificaban las diferentes constelaciones.
Desde entonces su entusiasmo por el estudio de las estrella comenzó a crecer, al extremo de convertirse en una profunda y muy productiva afición.
En 1956 se había afiliado a la Asociación Argentina «Amigos de la Astronomía», y a la Asociación Argentina Interplanetaria.

UN EJEMPLO DE VIDA, UN HOMBRE DE BIEN
La vida de Hugo Orbea, que se ha apagado ayer, es un ejemplo, un legado a seguir. Su derrotero estuvo caracterizado por una notable y fuerte complexión al estudio, apasionado por la búsqueda de la verdad, fue un atento observador, agudo y criterioso escucha y, sobre todo, un gran consejero. Muchos que hoy lo recuerdan como profesor podrían citar alguna anécdota donde se refleja esa virtud propia del buen educador.
Hugo Orbea fue, asimismo, un hombre de bien.
Thérèsa de Lisieux, en su obra «Histoire d’une âme» (Historia de un alma), define a la muerte como «un tenue y lejano murmullo», con que los hombres justos son llamados a una vida superior. Más allá de la fe y de las creencias, existe, desde luego, una vida más allá de los umbrales de la muerte. Aquella trascendencia está ligada a las obras y al bien que se ha hecho en el paso por la vida.
Hugo Orbea ya ha trascendido, porque su historia personal, savia vital noble y buena, será recordada por muchos: por sus familiares, a quienes lega una gran herencia moral; por sus amigos, por sus alumnos y por muchas personas que le conocieron y lo admiraron. Y, he aquí lo más importante, en el recuerdo no habrá muerto; porque la muerte no habita allí, donde vive el recuerdo.
Sus restos fueron inhumados en el Cementerio local.

  • Datos extraídos  del Archivo de Publicaciones de Diario EL 9 DE JULIO.

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