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jueves, marzo 28, 2024

La Misa por Todos los Santos se hizo en la casa natal de Pironio

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Este jueves 1º de noviembre el Obispo Diocesano, Monseñor Ariel Torrado Mosconi, presidió la misa del Día de Todos los Santos en la Casa Natal del Cardenal Eduardo Francisco Pironio. En este día la Iglesia reza por la santificación del pueblo argentino y la glorificación de los siervos de Dios. De manera especial se oró por la pronta glorificación del cardenal
En la homilía, monseñor Torrado Mosconi recordó una expresión muy frecuente del Cardenal: “Caminamos entre santos anónimos” con la cual se refería a tantas personas que viven muy cerca de uno llevando una vida cristiana sencilla y sin estridencias aun-que muy profunda e igualmente heroica. Relacionó esta expresión con la reciente Ex-hortación apostólica “Alégrense y regocíjense” del Papa Francisco, sobre la santidad cristiana en el mundo actual, y en la cual invita a reconocer la vida santa de muchos que nos rodean así como a imitarlos en ese camino.
Comentando el pasaje del Evangelio proclamado en la celebración, recordó que “ser santo no es una carrera o competencia de méritos ni mucho menos una pose fingida, sino encarnar y realizar en la vida concreta el espíritu y el estilo, los valores y las obras de las bienaventuranzas que se acababan de escuchar”. Y agregó “ser santo no implica renunciar a la felicidad. Al contrario, es buscarla por el camino correcto porque la ver-dadera felicidad se logra a través del amor y de la entrega de la propia vida por los demás. Esto implica muchas veces renuncia, sacrificio, esfuerzo y sufrimiento. Seremos felices si gastamos la vida por amor. Por ello debemos creer en la enseñanza de Jesús, como Maestro de la felicidad, y no dejarnos persuadir por la mentalidad mundana que nos tienta con el dinero, el placer y el poder”.
Asimismo, y continuando con esa línea de reflexión, hizo ver cómo a lo largo de la his-toria de la Iglesia, ésta había superado y resurgido de sus crisis y pecados gracias al testimonio y la obra de los santos. De aquellos que conocemos por su fama y la pro-yección de su legado -como santo Domingo y san Francisco de Asís o santa Teresa de Ávila o la madre Teresa de Calcuta- o de aquellos otros anónimos que contribuyeron igualmente a la renovación de la Iglesia y el mundo. A veces nos dejamos sugestionar y caemos en el pesimismo a causa de tantos escándalos, pero no podemos dejar de hacer el esfuerzo por descubrir tanta santidad escondida que es superadora de las cri-sis y remedia el mal cometido ¡La santidad no es primicia mediática pero siempre es una “buena noticia” en lo escondido del corazón humano que lo renueva y lo llena de esperanza”.

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