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Nueve de Julio
sábado, abril 20, 2024

MONSEÑOR ARIEL ORDENO UN NUEVO SACERDOTE PARA LA DIOCESIS DE 9 DE JULIO

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“Esta llamada es a toda la Iglesia”
Tres Algarrobos (Carlos Tejedor): En una celebración presidida el lunes 20 de noviembre por el obispo de Nueve de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi, el diácono Ariel Palanga fue ordenado sacerdote. Amigos, familiares, sacerdotes y miembros de la comunidad parroquial colmaron la parroquia San José de la localidad de Tres Algarrobos (partido de Carlos Tejedor).
Se sumaron a ellos los seminaristas que recibieron diferentes ministerios. Entre ellos Rodrigo Álvarez, José Pedraza e Ignacio Balle (Lectorado) y Brian Ramos (Admisión a las Sagradas Ordenes).
Durante su homilía, el obispo se dirigió al nuevo sacerdote en particular pero también a todos los presentes en general recordando que ver a uno de los hijos de este pueblo recibir la ordenación sacerdotal constituye “una verdadera fiesta para la Iglesia que peregrina en nuestra Diócesis” y que por ende, “es una llamada a toda la Iglesia”.
“Todos tenemos una misión grande en este mundo – agregó- …Por ello hoy también celebramos que toda vida humana es un don y una llamada…La fe y el bautismo son una llamada a la santidad. Y cada uno de nosotros es llamado a vivirla con una vocación particular: el matrimonio, la consagración religiosa, un servicio especial a los demás, o, como en este caso, a la vocación sacerdotal”.
El prelado recordó a Ariel que hoy Dios lo “convoca a asumir la hermosa y grave misión de ser mensajero de la Buena Noticia” y que, como médico de almas, “tendrá que escuchar atentamente el dolor de los demás, curando con la medicina espiritual de la Palabra y la gracia, a las personas golpeadas, heridas y llagadas por la agresividad y la crueldad de un mundo tan lleno de maldad e indiferencia”.
Monseñor Torrado Mosconi lo exhortó a convertirse en “un misionero incansable de la Palabra de Dios”. “Que te queme por dentro y te suelte la lengua a tiempo y a destiempo para anunciar el Evangelio. Que tengas el celo del Santo Cura Brochero para llevar la gracia de la cual serás constituido administrador a los sitios más distantes, los hermanos más alejados y hasta todas las periferias humanas y existenciales”.
Por último animó a todos los fieles y particularmente al nuevo sacerdote a vivir su ministerio con amor, caridad, compasión y misericordia. “En nuestra época no nos podemos quedar en teorías y palabras, mucho menos en meras críticas o quejas y reclamos…. Nunca debemos hacernos los distraídos y mirar para el otro lado ante quien nos necesita. No anestesiemos nuestro corazón ante el sufrimiento humano. Jamás dejemos de conmovernos”.

Homilía del Obispo de Nueve de Julio, Ariel Torrado Mosconi, en la celebración eucarística de colación de ministerios y ordenación presbiteral de Ariel Palanga, el lunes 20 de noviembre de 2017 en Tres Algarrobos (Bs. As.)

(Is 61,1-3a; Ps 116,13; 1 Pe 4 7b-11; Lc 10, 25-37)

¡Hoy sí -queridos hijos, hermanos y fieles- podemos experimentar la alegría del Evangelio! Hoy es un día de verdadera fiesta para la Iglesia que peregrina en nuestra Diócesis y, particularmente, para esta comunidad de Tres Algarrobos, de Cuenca, que se llena de gozo al ver que uno de los hijos de este pueblo recibe la ordenación sacerdotal. Fiesta sagrada a la cual nos ha llamado el Señor mismo.
Bien podemos decir que hoy es un “día vocacional”, hacemos fiesta porque sabemos que nuestra vida es muy valiosa, que todos tenemos una misión grande en este mundo, que ninguno de nosotros debe vivir porque el “aire es gratis”. En efecto, celebramos que toda vida humana es un don y una llamada, la fe y el bautismo son una llamada a la santidad, y luego cada uno de nosotros es llamado a vivirla con una vocación particular: el matrimonio, la consagración religiosa, un servicio especial a los demás, o, como en este caso, a la vocación sacerdotal.
¿En qué consiste y cómo se realiza esta llamada? Las lecturas de la Palabra de Dios que se acaban de proclamar nos ayudan a comprenderlo. Y esta Palabra se dirige a ti especialmente, querido Ariel en el día en que recibes la ordenación presbiteral, a Uds. queridos seminaristas al recibir la admisión y los ministerios, y también a todos nosotros en general.

“Ungidos para llevar la alegría y el consuelo de la buena noticia”

La primera lectura nos hace ver cómo Dios mismo nos va eligiendo, llamando y ungiendo para que seamos sus enviados e instrumentos para cooperar en su obra de vida y salvación. ¡Qué hermosa y desafiante esta misión que Dios le confía a Isaias: a cambiar su luto por el óleo de la alegría! También a vos, se te consagra para la alegría, se te unge para que el Espíritu te haga instrumento de una alegría que no puede dar el mundo, ni “lo mundano”, sino sólo Cristo y aquellos que han sido alcanzados por Él. Llamado a llevar esperanza y consuelo en un mundo tan vacío, lleno de dolor, sufrimiento y tristeza. ¡Esta llamada es a toda la Iglesia y, por eso mismo, a cada uno de nosotros! ¿Somos mensajeros de la alegría de la salvación o por el contrario llevamos desaliento, amargura y tristeza a quienes nos rodean?

Un eco actual de esta convocatoria divina lo podemos encontrar en la conocida expresión del Sumo Pontífice comparando a la Iglesia con un “hospital de campaña” ¡Qué hermoso en pensar, soñar, proyectar y proponernos hacer de cada una de nuestras comunidades ese lugar y ámbito donde los quebrantados, los confundidos y necesitados, encuentren la alegría, el consuelo, la esperanza y los dones que vienen de Dios!

Querido Ariel: recibes la ordenación mientras pastorea la Iglesia universal el Papa Francisco, quien en “Evangelii gaudium” (La alegría del Evangelio) exhorta a que esta etapa de la evangelización esté fuertemente marcada por la alegría. ¡Que esto oriente y dé también una impronta a tu vida sacerdotal! El Señor te convoca hoy con esta consagración a asumir la hermosa y grave misión de ser mensajero de la Buena Noticia. ¡Por esta unción no te faltará nunca la gracia, la luz y la fuerza para ser instrumento de la alegría de Dios! Puedes estar muy seguro de ello. Y -aplicando esta rica metáfora a tu vida sacerdotal- como “médico de las almas” que serás en cuanto sacerdote, tendrás que escuchar y auscultar atentamente el dolor de los demás, curando con la medicina espiritual de la Palabra y la gracia, a las personas golpeadas, heridas y llagadas por la agresividad y la crueldad de un mundo tan lleno de maldad e indiferencia.

“Administradores fieles”

La primera carta del Apóstol Pedro define claramente la misión del pastor y exhorta vehementemente a llevarla a cabo: pongan al servicio de los demás los dones que han recibido. Ser “buenos administradores de la multiforme gracia”.

Querido Ariel: te diría a vos y a los seminaristas, diría a todos los hermanos sacerdotes, me digo a mí mismo como pastor diocesano, ¡este debería ser nuestro examen de conciencia de cada día! ¿cómo hemos administrado los dones de Dios? Permítanme decirlo en voz alta, con fuerza y no sin emoción: estamos llamados a ser servidores, administradores y pastores que cuidan, no funcionarios, burócratas ni mucho menos mercenarios oportunistas.

Esta llamada a ser servidores y “buenos administradores”, es decir, a entregarnos sin mezquindad, sabiendo que somos poseedores de un tesoro que no nos pertenece. Administradores de la multiforme gracia de Dios, no funcionarios mezquinos que nos conformamos con el mínimo cumplimiento de las obligaciones básicas, ni controladores de aduana que cerramos la puerta a quienes quieren entrar.

Que puedas ser un misionero incansable de la Palabra de Dios que te queme por dentro y te suelte la lengua a tiempo y a destiempo para anunciar el Evangelio. Que tengas el celo del Santo Cura Brochero para llevar la gracia de la cual serás constituido administrador a los sitios más distantes, los hermanos más alejados y hasta todas las periferias humanas y existenciales.

“Ve y haz tú lo mismo”

Así termina la bella parábola del Buen Samaritano que hemos escuchado en el evangelio y que inspira tu lema sacerdotal. Aquí la vocación, la llamada, se hace envío. El plan divino, el proyecto tan bellamente delineado en la lectura del profeta Isaías, reclama y urge ser concretado y llevado a la práctica Aquí terminan las palabras y comienzan las obras. La vocación se hace misión. Y la misión no es otra que llevar a la práctica el mandamiento nuevo del amor. “Obras son amores”.

Querido Ariel, queridos seminaristas que reciben los ministerios, queridos fieles todos: hay en esta parábola una llamada clara a no “pasar de largo”, a no ser indiferentes ante el sufrimiento que encontramos en el camino de la vida.
La parábola nos recuerda lo esencial, el núcleo del evangelio y del estilo de vida cristiano: el amor, la caridad, la compasión y la misericordia. En nuestra época no nos podemos quedar en teorías y palabras, mucho menos en meras críticas o quejas y reclamos. Y hasta con ese “plus” de generosidad y grandeza, de dejar un adelanto, algo más para lo que haga falta ¡Jamás nos equivocaremos por amar sin cálculos y con generosidad!

¡Que toda tu existencia sacerdotal sea vivir la parábola! Que nunca nos hagamos los distraídos y miremos para el otro lado ante quien nos necesita. Que jamás anestesiemos nuestro corazón ante el sufrimiento humano y no dejemos de conmovernos. Que no nos quedemos a distancia sino que nos acerquemos a la carne de Cristo sufriente en el hermano. Y que siempre nos hagamos cargo del que sufre y nos necesita. ¡Vive todo tu ministerio sacerdotal como en la parábola del Buen Samaritano! A la luz de esta Palabra, les digo a todos y a mi mismo, escuchemos el mandato de Cristo: ¡Ve y haz tú lo mismo!

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