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viernes, marzo 29, 2024

Messi se iluminó, Argentina ganó y todo un país celebra la clasificación

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La selección nacional ganó el partido que debía ganar, se impuso a Ecuador por 3-1 y se metió en Rusia 2018. Empezó perdiendo por el insólito gol de Ibarra a los 45 segundos, pero tres goles del astro rosarino revirtieron la historia. El elenco de Sampaoli culminó tercero la eliminatoria. Colombia adentro, Perú al repechaje y Chile afuera. El país entero vibró con el partido y ahora sonríe.

La noche no podía empezar peor. El gol de Ibarra, insólito, a los 45 segundos de juego, parecía tirar por la borda toda la preparación que Jorge Sampaoli había hecho para este cotejo crucial. Y llenó de nerviosismo la mesa de los argentinos, que como nunca se congregaron para ver la batalla final por el pasaje a Rusia 2018.
Pero Dios se iluminó, el equipo resurgió de sus cenizas y logró un triunfo justo que puso las cosas en su lugar: Argentina, el bicampeón ecuménico, el último subcampeón, pese a los desatinos dirigenciales y los cambios de entrenadores, estará en la máxima cita futbolística. De la mano de nuevo Dios.
El conjunto de Sampaoli venció por 3 a 1 a su par de Ecuador con tres goles de Lionel Messi a los 12′, 19′ y 62′ minutos de juego, y logró atravesar el corte para entrar a la Copa del Mundo en el tercer lugar de la tabla de posiciones. Ibarra, aprovechando una desatención del fondo, había puesto el 1-0 antes del minuto de partido y, en ese momento, nos dejaba afuera.
El elenco albiceleste pudo recomponerse de ese impacto inicial (que le dejó un par de sacudones más), dejó de sufrir en el fondo con la velocidad de los escuatorianos, empezó a tener más la pelota en el medio y la Pulga halló en Enzo Pérez y Ángel Di María dos socios que hasta aquí (diríamos que en toda la eliminatoria) no había tenido.
Y tardó poco en empatar: a los 12′, Lionel enfiló hacia el área, abrió para Angelito por la izquierda y recibió dentro del área el pase certero de su coterráneo para definir por debajo de Banguera. La cosa estaba como al principio. Y el corazón de todos los argentinos recuperaba su latencia normal.
El segundo llegó al rato: a los 19′, con el conjunto de Sampaoli empujando del medio hacia adelante, volvieron a encontrarse el 10 y el Fideo, Lio guapeó ante un defensor, pisó el área en diagonal del centro hacia la izquierda y le rompió el arco al guardameta local con un bombazo cruzado que se metió casi en el ángulo derecho. Grito loco para el 2 a 1.
El gol tranquilizó a la escuadra del casildense, que acabó el primer tiempo casi sin sobresaltos, tratando de jugar lejos de Romero, dosificando las energías melladas por la altura y jugando con mucha concentración cada pelota. Ecuador, salvo algún desborde que acabó en centro, tuvo escasas oportunidades.
En el complemento, el DT no retocó nada y la tónica del partido siguió siendo la misma, con los ecuatorianos intentando sin ideas y Argentina apostando por una contra que le diera el gol de la sentencia.
Ese tanto llegó a los 16 minutos, producto de otra acción individual de Lio por el sector central de la cancha. Esta vez, tras recibir un rebote, facturó con un tiro por encima del arquero ecuatoriano para estirar la ventaja a dos.
En su noche mágica, Messi se dio el lujo de establecer una nuevo récord, pues llegó a los 21 goles por eliminatorias y superó los 19 de Hernán Crespo, que permanecía como el máximo anotador argentino en esa competencia.
El doblete en Quito estiró a 61 su número de conquistas con el seleccionado argentino y a seis la diferencia respecto de Gabriel Batistuta, que lo sucede en la tabla de goleadores históricos de la albiceleste.
Tras el tercero, ya no hubo reacción en los futbolistas locales. El tiempo pasó sin alteraciones y los minutos finales, con pocos embates sin sentido de Ecuador, mostraron la imagen de todos los suplentes abrazados en el banco, saltando y cantando, mientras Sampaoli daba las últimas indicaciones de otra noche de locura.
Adentro, los once que quedaban en cancha dieron el último esfuerzo.
Y soltaron un soplido de felicidad y desahogo cuando la historia se acabó. Después de tantas idas y vueltas, de cambio de técnicos, goles errados y resultados escasos, Argentina enderezó el barco. Y ahora pondrá proa hacia un nuevo desafío ecuménico en la lejana Rusia. Lo celebramos todos, de Ushuaia a La Quiaca.

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