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jueves, abril 18, 2024

Un telescopio de la NASA descubre un sistema solar con siete planetas como la Tierra

Una estrella enana y fría a 40 años luz cobija un sistema planetario que podría albergar vida
El nuevo sistema solar orbita en torno a Trappist-1, un astro del tamaño de Júpiter ubicado en la constelación de Acuario. El año pasado, un equipo internacional de astrónomos halló tres planetas orbitando en torno a este astro, con tan solo un 8% de la masa del Sol. En un nuevo estudio publicado hoy en la revista Nature, el mismo equipo confirma la existencia de esos tres mundos y anuncia otros cuatro. Todos tienen un tamaño similar a la Tierra, pero están mucho más cerca de su débil estrella, lo que les permitiría albergar agua líquida, condición esencial para la vida. Se trata del sistema solar con más planetas del tamaño de la Tierra y que podrían contener agua que se ha hallado hasta la fecha, según un comunicado del Observatorio Europeo Austral (ESO).
En febrero y marzo de 2016, los astrónomos usaron el telescopio espacial Spitzer de la NASA para captar las minúsculas fluctuaciones en la luz del astro que se producen cuando los planetas pasan frente a su estrella. Telescopios terrestres en Chile, Sudáfrica, Marruecos, EE UU y la isla de La Palma, en Canarias, dirigieron también sus lentes hacia Trappist-1 entre mayo y septiembre. Las observaciones confirman la existencia de seis planetas, Trappist-1 b, c, d, e, f y g, según su proximidad decreciente al astro, y sugieren la existencia de un séptimo, h, aún no confirmado. Los seis planetas confirmados parecen ser rocosos, como la Tierra, Marte, Venus y Mercurio, aunque algunos podrían ser mucho menos densos. Trappist-1 y sus mundos se parecen mucho a Júpiter y sus lunas heladas Io, Europa, Ganímedes y Calisto, algunas también candidatas a albergar vida.
El planeta más cercano a su sol tarda un día en completar una órbita y el más alejado, 12. Los tres primeros están demasiado cerca de la estrella, con lo que probablemente tienen climas demasiado abrasadores como para que el agua no se evapore de su superficie, según los modelos climáticos usados por los astrónomos. Es probable que h, con un tamaño más parecido al de Venus o Marte, sea un mundo helado por su lejanía a la estrella. Los tres planetas restantes están dentro de la llamada “zona habitable” y pueden albergar océanos, según el ESO.
Lo más importante de este descubrimiento es que puede permitir observar por primera vez la atmósfera de uno de estos planetas, explica Guillem Anglada-Escudé, astrónomo barcelonés que trabaja en la Universidad Queen Mary de Londres. Se trata de un logro científico que bien vale un Nobel y uno de los pasos previos fundamentales en la búsqueda de vida fuera del Sistema Solar. El año pasado, Anglada-Escudé descubrió el exoplaneta del tamaño terrestre más cercano a la Tierra, a cuatro años luz.
Observar la atmósfera
Este mundo también orbita en torno a una enana roja, Próxima Centauri, y puede estar cubierto por un gran océano. Aún está por ver si tiene atmósfera, una condición casi esencial para la vida, y si esta es observable desde la Tierra. En los planetas de Trappist-1 “es posible que el telescopio espacial Hubble pueda analizar si hay atmósfera en alguno de estos planetas y es bastante probable que el Telescopio Espacial James Webb, que se lanzará el próximo año, lo pueda confirmar”, explica el astrónomo.
Su situación les permitiría albergar agua, condición indispensable para la vida
Aunque no se pueden ver a simple vista desde la Tierra, tres de cada cuatro estrellas en nuestra galaxia son enanas rojas, así que es posible que descubrimientos como el de hoy se conviertan en la norma. El nombre de la estrella responde al acrónimo de Telescopio Pequeño para Planetas en Tránsito y Planetesimales (Trappist), un sistema de dos observatorios robóticos de la Universidad de Lieja (Bélgica) que está rastreando las 60 estrellas enanas frías más cercanas a la Tierra en busca del tránsito de planetas habitables. Se calcula que por cada planeta que se consigue detectar con este método “hay entre 20 y 100 veces más planetas” que no lo hacen, explica Ignas Snellen, de la Universidad de Leiden (Holanda), en un comentario al artículo original que se publica en Nature.

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