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martes, abril 16, 2024

La primavera. Sandro Botticelli.

Hacia mediados del siglo XV, Lorenzo de Médici,   gobernador de facto de la  República de Florencia, encarga a  Sandro Botticelli una pintura que sirva  como obsequio de la boda de su  primo y protegido  Lorenzo  di Pierfranceso.

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Así surge  ¨La primavera¨,  pintura destinada  a la antesala de la recámara nupcial del flamante matrimonio.
Sobre una tela de 203 cm x 314 cm realizada con la técnica de temple al huevo, nueve figuras mitológicas son representadas en un jardín que parece encantado.
Venus ocupa el centro del cuadro y sirve de eje a  la composición. Representada como una Virgen con cabello rubio y velo, viste camisa y manto  y podría estar simbolizando  a las dos versiones de Venus, la hija de Urano (cielo)  diosa del amor puro y la de Dione diosa del amor vulgar,   tal como las interpretara tardíamente  Platón.
Una arboleda en forma de aureola enmarca su cabeza. Más arriba puede verse a cupido  disparando sus flechas.
La mujer ala izquierda de Venus es Flora, diosa que preside todo lo que florece.  Es la única figura que   nos mira directamente a los ojos  mientras  en su rostro se dibuja una leve sonrisa. Pegada a ella, como si fueran una sola mujer, o dos versiones de una misma,  se halla la ninfa Clovis  por cuya boca asoma una enredadera (versión helénica de Flora).  Céfiro,  el dios del viento de piel azul,  a punto de echar un soplo, la sujeta violentamente  por la espalda.  (Según el mito Céfiro se enamoró de Clovis y al no ser correspondido la violó y raptó aunque después se celebró convenientemente el matrimonio)
Las tres jóvenes casi desnudas que se encuentran a la derecha de Venus se conocen como Las  Gracias. Ellas son  divinidades de la belleza y, tal vez en su origen, potencias de la vegetación. Su misión es esparcir la alegría en la naturaleza, en el corazón de los humanos y de los dioses. Habitualmente se las representa como aquí, tomadas  por las manos o los  hombros, dos mirando en una dirección y, la tercera,  en dirección opuesta. Se les  atribuye toda clase de influencias sobre trabajos del espíritu y las obras de arte.
La figura masculina que nos queda – en el extremo izquierdo de la composición- es Mercurio, a quiEn reconocemos por sus atributos: el calzado alado, el sombrero  y el caduceo (vara coronada por dos alas y adornada por dos culebras símbolo de la paz y la riqueza).  Dándole la espalda a una de las Gracias parece alcanzar una fruta, aunque otros digan que está alejando las nubes para gozar de una eterna primavera. Intermediario entre hombres y dioses, su cabeza hacia el cielo se ha interpretado como una unión con el más allá. (Algunos han querido ver en él la figura de Lorenzo el magnífico).
La  composición de Botticelli  constituye una alegoría de difícil interpretación.
Para quienes sostienen la teoría del regalo de bodas, la obra cifraría un mensaje tranquilizador hacia los recién casados  al mostrar como un matrimonio  (el de Clovis  y Céfiro)  nacido de la violencia y la adversidad podía tornarse en una unión feliz (el de Flora y Céfiro).  (Lorenzo el magnífico había negociado la boda. Los jóvenes no se conocieron hasta llegar al altar).
Otros estudiosos sostienen que pueden hallarse en la ¨Primavera¨ muchos aspectos del debate de los neoplatónicos, filósofos  que  pululan en la erudita  corte florentina con la obra de Platón recientemente traducida.  Para quienes se suman a esta  forma de interpretarla,   el cuadro puede verse como una progresión del alma humana, moviéndose desde el más bajo amor carnal, (representado por Céfiro) pasando por el civilizado amor humano, para llegar al amor Divino (representado por Mercurio mensajero de los dioses).
Para los aficionados a la botánica, el atractivo de la primavera consiste, nada menos que  en identificar cada una de  las  quinientas flores y las casi ciento setenta especies que se hallan esparcidas por todo el cuadro.
La pintura se mantuvo reservada  a la vista  de particulares  por el término de cuatro siglos.  Recién en el XIX, redescubierta por  los  prerrafaelistas ingleses, toma su real dimensión y  Botticelli se  reinscribe  como el pintor más importante de la segunda mitad del Quattrocento (período que se inicia en Florencia en el siglo XV impulsado por los Médici).
La obra se encuentra actualmente en la Galería Uffizi. Puede verse en todo su esplendor en distintas páginas de la web.-

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